El caracol africano, una de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, tiene en alerta a más de la mitad de los municipios Cundinamarca, debido a su presencia, y a Bogotá, ante la expectativa de una eventual llegada.
La Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca, que le ha seguido el rastro a este animal, explicó que representa riesgos no solo para los cultivos de los pobladores rurales, sino para la salud humana: en los cultivos, porque es capaz de alimentarse de más de 200 especies vegetales; y en los humanos, debido a que es un huésped intermediario del nematodo Angiostrongylus Cantonensis, que produce la Meningoencefalitis humana. Pero no es lo único.
“Es huésped del Angyostrongylus Costaricensis, que provoca afección abdominal y puede desencadenar la perforación intestinal, peritonitis y hemorragia abdominal. Además, los caracoles africanos son propensos de adquirir parásitos, bacterias y hongos, convirtiéndolos en vector potencial de microorganismos que afectan la salud de humanos, animales domésticos y ganado”, afirmó la CAR.
Se cree que este animal llegó el país contrabandeado desde África, quizá para la elaboración de cosméticos cuya base es la baba de caracol, pero lo que más preocupa no es su llegada, sino la dificultad para controlarlo.
“Al ser hermafroditas, pueden producir entre 300 y 1.000 huevos al año, cuando los caracoles nativos colocan entre uno y dos”, explicó la CAR, razón por la cual pueden desplazar a los moluscos gasterópodos locales, al despojarlos de su alimento y desplazarlos de su hábitat.
Aunque en 31 de los departamento del país ya se ha detectado al caracol, a excepción de San Andrés, la alerta en Cundinamarca es porque está en más de la mitad de sus municipios, algunos de ellos concurridos, sobre todo la temporada de fin de año, como Mesitas del Colegio, Ricaurte, Girardot y Fusagasugá.
Es más, se prevé que de manera involuntaria, el caracol africano pueda ser traído a Bogotá, ya que se puede pegar a los rines y llantas de los vehículos, así como en las carpas de aquellos a quienes les gusta viajar. De ahí, el llamado a revisar las pertenencias antes del retorno a la ciudad.
En el caso de Cundinamarca, quienes vean a uno de estos caracoles, que puede medir hasta unos 20 centímetros, pueden informarlo a la CAR a través de su página https://www.car.gov.co/, mientras que en el resto del país, el llamado es informar al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) o a las Unidades Municipales de Asistencia Técnica (Umatas) del Ministerio de Agricultura.
Entre las recomendaciones que hace la CAR, sobresalen:
- No tocar ni manipular al caracol con las manos desprotegidas, sino con guantes.
- Hacer una adecuada disposición de los residuos orgánicos.
- Mantener jardines, pastos y parques podados.
- No transportar ni comercializar estos animales.
- Lave con agua potable los alimentos antes del consumo.
- Enseñar a sus menores de edad los peligros de esta especie y cómo reconocerlos.
- Reportar la presencia del animal ante la autoridad más cercana.
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