En las elecciones del 9 de diciembre de 1990, los colombianos fueron convocados para elegir a los representantes políticos que serían los encargados de redactar la nueva Constitución Política, que sigue vigente actualmente.
Sin duda se trata de una giro en la historia reciente de Colombia que arrancó con un movimiento social apoyado por académicos y estudiantes que en las elecciones al Congreso de marzo de ese mismo año, repartieron la Séptima Papeleta, una en la que la que se enunciaba: “Plebiscito por Colombia, voto por una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución y determine cambios políticos, sociales y económicos en beneficio del pueblo”.
En ese momento, en el país seguía rigiendo una Constitución que se formó en 1886 y las demandas de la ciudadanía exigía un cambio estructural en las bases políticas del país.
La vieja carta magna establecía por ejemplo, el catolicismo como el pilar del Estado, restringía el derecho al voto, permitía la pena de muerte, prohibía el divorcio y daba poderes extraordinarios al presidente, como el de elegir gobernadores y magistrados.
La democracia pedía a gritos una nueva constitución y gracias al ejercicio de la Séptima Papeleta, que ni siquiera se llegó a contabilizar el apoyo obtenido en las elecciones legislativas, el presidente Virgilio Barco decretó un estado de sitio para que se organizara un plebiscito constitucional en las presidenciales del 27 de mayo de 1990.
En esas elecciones presidenciales, 5.236.863 colombianos votaron a favor y 230.080 en contra de una Asamblea Constituyente.
En el agitado 1990, también fue el año en el que se firmó el acuerdo de paz con la guerrilla del M-19, y entre sus exigencias estaba el crear una constituyente.
Fue así como el 9 de diciembre, el pueblo colombiano eligió a 70 representantes ante la Asamblea Nacional Constituyente. Uno de los resultados más importantes fue que se conformó un grupo de constituyentes bastante heterogéneo. Aunque la mayoría eran abogados, también fueron elegidos economistas, ingenieros, periodistas, dirigentes sindicales, deportistas, escritores, y representantes de minorías étnicas y religiosas.
Además de los 70 constituyentes elegidos por voto popular, el gobierno designó cuatro representantes de grupos guerrilleros desmovilizados: dos representantes del Ejercito Popular de Liberación, con voz y voto, un representante del Partido Revolucionario de los trabajadores y otro del grupo guerrillero Quintín Lame, ambos con voz pero sin voto.
Ante la pluralidad de partidos políticos, se decidió elegir una presidencia tripartita, con líderes de los tres partidos políticos que más obtuvieron votación: El Partido Liberal Colombiano, la Alianza Democrática M-19 y el Movimiento de Salvación Nacional. De esta forma, la Asamblea contó con la dirección de Horacio Serpa, Álvaro Gómez Hurtado y Antonio Navarro Wolff.
La instalación de la Asamblea Nacional Constituyente
Una vez elegidos los representantes de la constituyente, el 5 de febrero de 1991 se instaló oficialmente la asamblea y por más de cinco meses reformaron a fondo la Constitución Política de Colombia de 1886.
El 4 de julio de 1991 Antonio Navarro Wolf, Horacio Serpa Uribe y Álvaro Gómez Hurtado, le presentaron al país la nueva Constitución, luego de superar uno de los debates más tensos que se llevó a cabo para su construcción: el de la extradición de criminales nacionales a Estados Unidos.
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Al final, se aprobó una Carta Política compuesta por 380 artículos definitivos y 60 transitorios. Con la cual se procuró hacerle frente a la crisis de gobernabilidad y de legitimidad que vivía el Estado en ese momento.
Muchos de los líderes estudiantiles que originaron este radical cambio, hoy son influyentes políticos, como la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y el procurador, Fernando Carrillo. Otros son magistrados, profesores o políticos.