Este martes 8 de diciembre, la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), publicó un comunicado titulado “Amazonía bajo presión”, en el que anunció la pérdida de más de 500.000 kilómetros cuadrados del Amazonas, que equivale al 8% de su territorio por la deforestación entre 2000 y 2018.
En el estudio, se comprobó la tala de 513.016 km2 de la mayor selva tropical del mundo compartida por Brasil, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Surinam, Guyana y Guayana Francesa.
“La Amazonía está mucho más amenazada que hace ocho años” debido al “avance de las actividades de extracción, de los proyectos de infraestructura, así como de los incendios, la deforestación y la pérdida de carbono”, manifestó la RAISG.
Asimismo, el análisis indica que la deforestación es la principal causa de deterioro de la selva de más de 8.4 millones de kilómetros cuadrados, hogar de unas 47 millones de personas, incluyendo comunidades indígenas.
“Aunque el 2003 sigue siendo el peor año para la selva amazónica desde el 2000, con una pérdida de 49,240 km2, la deforestación se ha acelerado desde el 2012” y “el área perdida anualmente se triplicó entre el 2015 y 2018. Sólo en el 2018, 31,269 km2 fueron deforestados en toda la Amazonía”, señaló el reporte.
Por su parte, Brasil, donde se extiende casi el 62% de la selva tropical, es el principal responsable por los altos índices de deforestación, con 425,051 kilómetros cuadrados desmatados en esas casi dos décadas.
Y es que desde la llegada al poder del presidente de Jair Bolsonaro, el pasado enero, se ha registrado un avance de la agenda de la explotación económica de la región, con “la paralización del proceso de demarcación” de tierras indígenas.
En cuanto a incendios, la selva tropical de Bolivia fue proporcionalmente la más afectada, con un 27% de su área amazónica consumida por las llamas.
“En promedio, desde 2001, 169.000 km2 de la Amazonía han sido quemados anualmente. De estos, 26.000 km2, dentro de las Áreas Naturales de Protección y de las Tierras Indígenas”, afirmó la red.
Los datos son una herramienta para alertar sobre la catástrofe que se está viviendo en la región y también como respaldo “a quienes toman decisiones y elaboran políticas públicas basados en datos y evidencias consistentes”, manifestó Julia Jacomini, investigadora del Instituto Socioambiental.
Las conclusiones de la investigación “muestran la importancia de construir una articulación entre los países amazónicos, que por el momento no existe, para combatir el avance de las presiones y amenazas a escala regional”, agregó.
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