Así fue la vida de Alfonso Llano Escobar

El sacerdote jesuita, filósofo y teólogo falleció a los 95 años en Bogotá debido a complicaciones de salud.

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Al hablar de Alfonso Llano Escobar inmediatamente se piensa del ámbito académico. Este sacerdote jesuita, quien falleció este miércoles a los 95 años de edad debido a complicaciones de salud, siempre será recordado por ser uno de los religiosos con más estudios del país y quien destaca por los escritos que publicó a lo largo de su vida.

El padre Llano nació en Medellín (Antioquia) en 1925 y desde entonces dedicó su vida al estudio. En 1951 se unió a la Compañía de Jesús y se ordenó como sacerdote en 1956. Esta vocación lo llevó a educarse como teólogo, y más adelante empezó sus estudios en filosofía. Además, profundizó estos conocimientos al graduarse como doctor en filosofía y en teología con énfasis moral.

“Era un erudito, un intelectual y un excelente hombre consagrado a Dios. Y humanamente siempre fue muy querido. Era un hombre muy bien formado en filosofía, en teología, en moral y en bioética. Un hombre muy ilustrado en esos campos que fue capaz de ser muy buen profesor. Fue una persona que pudo transmitir conocimiento de una manera muy agradable y bonita”, asegura el padre Carlos Eduardo Correa, provincial de la Compañía de Jesús y quien conoció a Llano desde sus épocas de seminarista.

Llano Escobar se dio a conocer el 22 de mayo de 1980, fecha en la que publicó su primera columna de opinión en el periódico El Tiempo. El escrito fue titulado “Un Alto en el Camino” y desde entonces sus textos fueron de los más leídos en ese diario.

Las columnas del sacerdote se conocieron por tratar temas relacionados a la fe. Correa destaca que Llano Escobar “alentó la fe” de quienes no creían en Dios gracias a sus escritos sencillos. Incluso, el periodista Enrique Santos Calderón cuenta que en muchas ocasiones habló con el sacerdote acerca de la concepción cristiana y afirma que era casi imposible refutarle ya que presentaba argumentos muy sólidos.

El jesuita también escribió acerca de sus posiciones frente a temas controversiales como los métodos anticonceptivos, la resurrección de Cristo y la pureza de la Virgen María. En varias ocasiones, sus publicaciones lo llevaron a debatir con representantes eclesiásticos relevantes.

Alfonso Llano Escobar también escribió más de 30 libros reflexionando acerca de la fe y problemas profundos del ser. Toda esta labor contribuyó a que el sacerdote asumiera la dirección del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana, entidad que lamentó su muerte en la tarde de hoy.

A excepción de su columna de opinión, el sacerdote pasó sus últimos años de vida retirado de la vida pública. Sus allegados dicen que se dedicó a contemplar el final de su vida y eso está evidenciado en algunos de sus escritos.

“Ya diviso tierra firme (cielo). Falta el último trayecto. El más delicado, sin duda alguna, el más difícil y el más expuesto a tentaciones de toda clase. Quiero llegar a la meta. Por eso le pido diariamente al Señor que me dé la gracia de arribar a buen puerto. Un naufragio aquí sería fatal”.

Ese es el párrafo inicial de su columna ‘¡Señor, que acabe bien!’ publicada en septiembre de 2018 y recordada hoy ya que en el texto el padre confiesa sus preocupaciones más profundas.

Otro de los escritos recordados es su última columna. El sacerdote la escribió el pasado agosto al cumplir 95 años y dejó un mensaje que puede servir de consuelo para sus familiares y amigos:

“De mi vida puedo decir que ha sido plena, feliz, desbordante. Por esto mismo deseo compartir con mis lectores y hacerlos partícipes de mi fe en Jesucristo. He vivido una vida plena, llena de sentido, abierta al más acá y al más allá, luminosa y radiante. Puedo decir al igual que el poeta Neruda: “¡Confieso que he vivido!”.

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