La Directora General de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), Luz Marina Monzón, anunció que este mecanismo encontró con vida a una persona que, por causa del conflicto armado, estuvo desaparecida desde 1985.
“En enero de este año, los familiares de la víctima presentaron su solicitud de búsqueda ante la UBPD. Desde entonces, iniciamos un proceso investigativo de recolección y análisis de información que nos permitió localizarla en otra región del país y corroborar su identidad”, indicó Monzón.
Se trata de un hombre de 60 años, quien a los 25 tuvo que huir de la finca familiar, en Arauca, luego de que fuera perseguido por hombres armados, quienes tenían el propósito de reclutarlo para un grupo al margen de la ley. Aunque él logró escapar, las personas que le ayudaron fueron amenazadas o asesinadas. Incluso, su familia fue víctima de desplazamiento forzado.
“Yo no nací para eso; a mí me gusta mi libertad. Yo por la buena no me iba a ir por allá”, afirmó el hombre en el diario El Tiempo.
Si hubiera regresado a buscar a su papá y a sus nueve hermanos en los años siguientes, no habría encontrado más que las paredes en madera de la casa, ya carcomidas. En agosto de 1986, apenas nueve meses después de su escape, su padre murió. En los siguientes tres años, la violencia obligó a salir de esa tierra a todos sus hermanos, según recogió el diario El Tiempo.
Su familia no tuvo noticias sobre su paradero y tuvo que abstenerse de acudir a las autoridades debido a las amenazas que recibieron. En ese sentido, según afirman, acudieron a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, una entidad humanitaria y extrajudicial, creada con el acuerdo de paz con las Farc, que tiene la tarea de encontrar al menos 120.000 personas de quienes se perdió el rastro por cuenta de la guerra.
La familia se acercó a la UBPD únicamente con el registro civil de la víctima. Este documento fue indispensable para recolectar y analizar la información disponible en fuentes oficiales y no oficiales que permitiera determinar que la persona que estaba siendo buscada no solo seguía con vida, sino que residía en otro departamento.
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Según cuenta el hombre, primero llegó a Villavicencio, a finales de la década de los 80′s, cuando el oriente del país estaba inundado en cultivos de hoja de coca. Comenzó a trabajar como raspachín, y le ofrecieron irse al Guaviare, donde conoció a su esposa y tuvo sus primeros dos hijos, que hoy tienen 25 y 14 años, según recoge el diario.
“Yo lo hacía muerto. Ya ni siquiera lo recordaba bien. Pudo haberme pasado por el lado sin que yo lo reconociera, porque había pasado mucho tiempo. Pero yo quería que nos lo ayudaran a buscar, fuera vivo o muerto”, dijo una de sus hermanas, quien durante 34 años no denunció la desaparición de su familiar, por temor. En la región en la que vive siguen operando varios grupos armados, incluyendo el que persiguió y desplazó a su familia, confirmó el diario El Tiempo.
La UBPD estableció el primer contacto con la víctima el pasado 31 de julio con el fin de comprobar la voluntad de reencontrarse con su familia, para así construir de manera conjunta un proceso participativo que garantizara un reencuentro dignificante.
Según cuenta El Tiempo, el hombre se había ido del Guaviare a Casanare por la misma razón que cuando se separó de su familia hace 35 años: la violencia. El pueblo al que llegaron estaba mucho más cerca del lugar donde nació. Eran menos de 350 kilómetros y, aunque su esposa le dijo varias veces que fueran a buscar a su familia, nunca se materializó el plan.
“Yo no había tenido noticia de ellos. Alguna vez me ayudaron a buscarlos por las redes, por Facebook, pero como había pasado tanto tiempo, ya no me acordaba de ellos. Uno hasta se olvida de los nombres”, contó al diario.
Posteriormente, la Unidad de Búsqueda realizó toma de muestras decadactilares para corroborar plenamente la identificación y ratificar por medios técnicos que la persona localizada era la misma que estaba siendo buscada.
“La desaparición en Colombia pasó por muchas dinámicas y por esto, es un motivo de inmensa alegría saber que familias podrán reencontrarse con sus seres queridos desaparecidos. Hoy en Arauca una familia vive lo que muchas quisieran vivir y es encontrar con vida a un ser querido, estas acciones humanitarias son un gran aporte, no solo a la construcción de paz, sino que contribuye a la equidad y solidaridad que debemos tener como humanidad frente al dolor que viven miles de familias”, dijo la directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.
Esa tarea de búsqueda sin resultados fue lograda por la UBPD en menos de un año. Luz Marina Monzón contó que, luego de la solicitud de los familiares, la entidad comenzó a pisar información, a consultar fuentes como la Unidad para las Víctimas, los registros de servicios públicos y de salud, hasta que establecieron que estaba vivo e identificaron su lugar de residencia.
A la sombra del reencuentro, que se llevó a cabo este domingo 29 de noviembre, quedó la niebla de la violencia que los separó y que aún castiga a la región de donde son naturales. El hombre se enteró de que al menor de sus hermanos lo asesinó la guerrilla en el 2000 y, ahora, cuando por fin la vida le devolvió al resto de su familia, espera que puedan recuperar el tiempo que el conflicto armado del país les robó.
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