A pocos días de que se cumplan 27 años de la muerte de Pablo Emilio Escobar Gaviria en el techo de una residencia del barrio Los Olivos, en el occidente de Medellín, el programa televisivo “Los Informantes” transmitió una entrevista de la periodista María Elvira Arango con Ómar Albeiro Carmona Ospina, el tanatólogo que, como empleado de una funeraria en la capital antioqueña, fue el encargado de preparar el cadáver del narcotraficante más conocido del mundo.
El 2 de diciembre de 1993, un grupo del Bloque de Búsqueda llegó hasta la casa donde se escondía el capo, tras meses de una persecución en la que participaron, entre otras agencias, la Oficina Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
Sin embargo, Ómar Albeiro Carmona, quien fue el encargado de preparar el cadáver del narcotraficante, sostiene que, es posible, que la muerte del capo haya sido producto de una delación y no de una operación de inteligencia. Según Carmona, habría sido Gustavo Gaviria hijo, quien fue dado de baja por las autoridades ese mismo 2 de diciembre en la mañana, quien, víctima de torturas, habría revelado el paradero de Pablo Escobar.
“Se supone que Pablo había celebrado el cumpleaños el día anterior, y lo había acompañado la familia”, sostuvo Carmona en su entrevista con María Elvira Arango.
De cualquier manera, el entonces mayor Hugo Aguilar aseguró que él fue quien dio de baja al narcotraficante. “Tomé el radio y grité: ‘Viva Colombia”, cuenta Aguilar en su libro “Así maté a Pablo Escobar” (2015).
La versión del entonces oficial, actualmente en la cárcel por sus vínculos con la parapolítica, no detuvo los rumores del posible suicidio del capo, que había jurado que nunca lo atraparían vivo. Incluso algunos de los familiares del narcotraficante sostienen la teoría de que él mismo se pegó un tiro en la cabeza tras recibir un disparo en el hombro.
Sin embargo, Carmona descartó esa posibilidad. “Sin ser un experto en criminalística, en balística, cuando hay un tiro a quemarropa hay algo que se llama el tatuaje, el polvorín, Pablo no tenía eso”, aseguró el tanatólogo.
El cuerpo de Escobar
“De cúbito lateral derecho, con el brazo izquierdo sobre la cabeza y la mano debajo de la misma, la mano derecha sobre las tejas en semiflexión hacia el sur, con las piernas hacia el oriente, cruzadas, la derecha en semiflexión”, así fue encontrado el cuerpo de Escobar según la descripción del levantamiento del cadáver.
Carmona quien, por petición de doña Hermilda Gaviria, la madre de Pablo Escobar, fue designado para preparar el cuerpo del capo, se encontró de buenas a primeras frente a los cadáveres de Escobar y de Álvaro de Jesús Agudelo, alias Limón, el escolta que acompañaba al líder del cartel de Medellín y quien murió tratando de cubrir su huida.
“Así comenzaron mis 24 horas con Escobar, muerto”, contó el tanatólogo, quien se encargó de maquillar, peinar y arreglar el cuerpo. “Es increíble, le estoy tocando la cara al hombre más peligroso del mundo”, recuerda que pensó Carmona mientras trataba de taponar con algodón y cubrir con maquillaje las dos heridas que Escobar tenía en la cabeza, “una en el oído y otra en el temporal”.
Y es que, asegura el profesional, aún acostado sin vida en su mesa, Pablo Escobar era un peligro. “Pablo, aún muerto, sigue siendo una amenaza para la ciudad, porque había amenazas de que nos iban a poner una bomba en la funeraria, si prestábamos el servicio, había amenaza de que querían secuestrar el cuerpo”.
El cadáver tendido en la camilla de trabajo de Carmona, según los encargados de la autopsia, era el de un hombre de 44 años de “cabello negro largo, con canas, con entradas frotoparientales prominentes, frente amplia, cejas pobladas, ojos color miel, nariz recta con cicatriz antigua, orificios nasales amplios, bigote abundante corte corto, labios gruesos, cara ovalada, barba abundante, pabellones auriculares grandes, miembros inferiores: cicatriz antigua horizontal en cara externa de la rodilla…” y un dato curioso, la pierna izquierda más pequeña que la derecha.
El entierro y el robo de un cadáver
Tras terminar su trabajo, Ómar Carmona puso a Escobar en un féretro gris plomo y lo subió en un coche fúnebre que él mismo condujo fuera de las estaciones de Medicina Legal, el viernes 3 de noviembre. “Eso era una cosa increíble, cuando nosotros salimos esa torre de energía estaba llena de gente, eso era un racimo humano ahí, mucha gente ovacionando a Pablo, aquí afuera”.
“Escobar gozaba de gran popularidad entre las clases pobres de Medellín por haber donado casas a los recicladores de basura y canchas deportivas a los jóvenes de los suburbios. Por eso, no resultaba extraño que muchos de los devotos que asaltaron literalmente el cementerio corearan frases ofensivas contra las fuerzas de seguridad y el Gobierno de César Gaviria, hasta que un grupo de policías militares rodeó el féretro y aceleró los oficios fúnebres”, aseguró un artículo del diario El País de España de esa época.
Las autoridades calculan que unas 20 mil personas llegaron hasta el cementerio Jardines Montesacro e incluso, en medio de la euforia, se dice que algunos de sus seguidores intentaron robar el cadáver del narco para darle una última despedida en la calle, pero se equivocaron y sacaron de la sala de velación el cuerpo de Limón, cuyo ataúd era idéntico al de su “patrón”.
“Juan Pablo, su papá ya entró en un proceso de descomposición, hay que enterrarlo, entiérrelo”, recuerda Carmona que le dijo al hijo del capo. “Llamamos a la cuarta brigada, mandaron como 50 soldados que nos abrieron como una calle allá para recuperar el cuerpo, sacarlo y de una enterrarlo”.
Finalmente el cuerpo de Pablo Emilio Escobar Gaviria descendió y fue cubierto con tierra. Esas fueron las últimas escenas que Ómar Albeiro narra de esas 24 horas que pasó con el líder del cartel de Medellín, quien, según el dictamen forense, y teniendo en cuenta su estado de salud, habría fallecido de muerte natural a los 66 años en 2015; sin embargo, fue dado de baja de varios disparos mientras trataba de escapar por un techo el 2 de diciembre de 1993, hace 27 años.