El metro Medellín fue un respiro para la capital de Antioquia, registrada como la ciudad más violenta del mundo en 1991. La que fue guarida de Escobar , en su momento dejó 6.808 homicidios, según la Casa de la Memoria de la ciudad.
“Nuestra historia nunca fue una novela rosa, sino una historia hecha a fuerza, de hombres enfrentados a un medio hostil. Un hombre que siempre en mitad de grandes crisis emprendió descabellados proyectos: ¿No hicimos el ferrocarril en plenas guerras civiles?”, dijo Belisario Betancur en el palacio de Exposiciones, mientras se estaba empezando la licitación del metro, en 1983.
Esta travesía comenzó en el despacho del gobernador Rodrigo Uribe Echavarría, el 31 de mayo de 1979, allí se firmó la escritura de constitución de la Empresa de Transporte Masivo Del Valle de Aburrá. La empresa se encargaba, básicamente, de construir y operar un tren metropolitano que fuera desde Copacabana hasta Sabaneta por la Orilla Del Río, sin pasar por el centro de la capital.
La primera idea para conseguir los fondos del metro era una negociación por mitades; Medellín y Antioquía daría el 50% de la inversión y la Nación daría el otro 50%, cosa que fue criticada hasta por las editoriales de periódicos nacionales, que se refirieron a la manera en cómo paisas hacían negocios: “Decían que siempre los antioqueños éramos veloces con la cabeza para los negocios”, recordó Jorge Valencia Jaramillo, alcalde de Medellín entre 1978 y 1979 en entrevista con El Colombiano.
A pesar de las críticas, y de la negativa por algunos funcionarios que no entendían por qué se debía hacer un metro en Medellín y no en Bogotá, la licitación del medio de transporte llegó al acuerdo donde la Nación financió el 40% de la obra mientras que Antioquia se encargó del 60% de la deuda, algo muy difícil de pagar, asegura El Colombiano. La financiación empezó en 650 millones de dólares, pero terminó costando 2.000 millones.
La planeación y los pliegos de licitación internacional los realizó una firma inglesa llamada Mott, Hay & Anderson, quien entregó el proyecto a la Nación para su aprobación en 1982. En noviembre del siguiente año, el Consorcio Hispano Alemán (CHA) fue el encargado de construir la obra. Sin embargo, el proyecto inició hasta el 30 de abril de 1985 debido a un cambio de precios de la empresa alemana.
El proyecto estaba por empezar, sería una gran hazaña por parte de los paisas, la falta de fondos frenaron el proyecto el 30 de noviembre de 1985, se convirtió en una obra sin terminar. Pero fue una campaña del Banco industrial Colombiano la que ayudó a subir la moral de los ciudadanos y ya en 1992, se reanudó, en plenos tiempos de violencia, la obra del metro de Medellín.
“Para el metro solo nos faltan centímetros de pasión, centímetros de esfuerzo, centímetros de tenacidad”, se escuchaba en las campañas, dice El Colombiano.
Junto con palabras de motivación llegaron los nuevos reglamentos de cultura ciudadana que enseñaron cómo utilizar los nuevos vagones del metro en el palacio de Exposiciones y en la Alpujarra, respectivamente: no sobrepasar la línea amarilla, utilizar el botón rojo y la palanca azul, usar el tiquete Edmonson e identificar el pitido del cierre de puertas. Lo que después se conoció como ‘Cultura Metro’.
Después de seis meses de ensayos, el presidente Ernesto Samper inauguró oficialmente el metro de Medellín. “Al presionar este botón declaro inaugurado y pongo en marcha el primer metro de Colombia, orgullo del país”, anunció.
Hoy el metro es el pulmón de la movilidad en la capital antioqueña. Registra cerca de 4.000 millones de viajes en este cuarto de siglo, moviliza cerca de 810.000 pasajeros diariamente en sus 80 trenes y dos líneas. Y con toda su evolución, todavía se puede escuchar en los altavoces del metro, las palabras de un locutor expresando su emoción por tener el único metro en Colombia, “Lo logramos. Por pujantes, por capaces, por luchadores, por creer, por tener fe”.