El profesor Santiago Tobón, director del Centro de Investigaciones Económicas de la Universidad Eafit, quien escribió el artículo ‘¿Las mejores prisiones reducen la reincidencia? Evidencia de un programa de construcción de prisiones’, que será publicado por la prestigiosa editorial estadounidense MIT Press, especializada en ciencia y tecnología, encontró que en Colombia la probabilidad de regresar a la cárcel, al año siguiente de obtener la libertad, es 36 % menor para quienes pagaron su pena en establecimientos con buenas condiciones.
Según el académico, “si las condiciones de reclusión de internos se deterioran, la gente va a reincidir más y todo va a resultar peor”, lo cual argumentó detallando cómo fue su trabajo de investigación de la cárcel Bella Vista, Medellín.
“En los patios grandes, es más o menos sálvese quien pueda. Hay patios diseñados para 150 personas, pero en realidad hay 1.200. Los guardianes del Inpec (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario) ni siquiera entran allá. Para que vos podás por lo menos dormir, tenés que interactuar con miembros de grupos criminales”, detalló Tobón.
Asimismo, el profesor señaló en su informe la teoría de “tendencia recíproca”, en la cual detalla cómo es la conducta de un prisionero, o cualquier ser humano, ante malos tratos por parte de una sociedad. Según Tobón, “hay una alta probabilidad de que responda con más violencia. Por ejemplo, encuentro que las posibilidades de morir en las cárceles viejas son más altas que en las nuevas.” De acuerdo con su investigación, existe un 50% menos de probabilidad de morir en una cárcel de ‘tercera generación’, como suelen denominar a los centros penitenciarios de mejor infraestructura y tratos a nivel de Derechos Humanos.
En otro aparte de la investigación, el director de la institución educativa evidenció que los establecimientos antiguos están un 63 % más sobrepoblados que los nuevos, lo cual él señala como un dato clave para entender el resultado de su informe.
En cifras, Tobón señaló que desde inicios del milenio el hacinamiento se ha triplicado, lo cual ha llevado a que actualmente sean más de 120 mil los presos que viven en centros penitenciarios de precarias condiciones. Asimismo, recuerda que en Colombia la construcción de cárceles de “tercera generación” inició en 2004, pero solo hasta 2010 y 2013 iniciaron operaciones. Se trata de los centros de Yopal, Cúcuta, Ibagué, Acacías, Jamundí, El Pedregal, Guaduas, Puerto Triunfo, Florencia y La Picota (reformada). Incluso, destacó que, en estas cárceles la población es menor, tienen 12 % más guardias del Inpec por cada mil personas y, además, presentan un 34 % menos acciones de tutela en comparación con los centros más deteriorados.
El profesor finaliza su informe diciendo que lo pueden consultar las autoridades que se dedican en el país a diseñar políticas públicas, para que al momento de pensar en estrategias de reestructuración o reformas al tema de hacinamiento, tengan una perspectiva más allá del contexto social que lleva a una persona a delinquir nuevamente.
“Nuestra política criminal es muy punitiva, y eso tiene muy poco análisis costo-beneficio. Se tienen que considerar las consecuencias sociales de contribuir a que más gente cometa delitos, si se está tomando la decisión de meter más gente a la cárcel. Con más reincidencia, se necesitan más cupos carcelarios, es un círculo sin salida. Hay que racionalizar el uso de la cárcel”, finalizó Tobón.
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