El 23 de noviembre de 2016 el equipo de Chapecoense celebraba, en su estadio Arena Condá, el empate ante San Lorenzo de Almagró a la final de la copa Sudamericana. Esa noche Marcos Danilo Padilha demostró por qué era la estrella del equipo, pues en todo el torneo el arquero solo había recibido cuatro goles en contra.
La histórica clasificación dejó a sus hinchas en Brasil soñando con el primer título internacional en, hasta ese momento 43 años de historia de club de Chapecó.
El 27 de noviembre el vuelo 2933 de LaMia partió desde el Aeropuerto Internacional Viru Viru, en Bolivia, hacia el Aeropuerto Internacional José María Córdova en Antioquia. En el vuelo viajaban 68 pasajeros, 9 miembros de la tripulación y era pilotado por Miguel Alejandro Quiroga Murakami. La mayoría de los pasajeros eran jugadores del equipo brasileño que ya soñaban con enfrentarse a Atlético Nacional en el partido de ida de la Sudamericana.
El piloto Miguel Quiroga era, además, accionista de la compañía aérea boliviana, y en la comunicación que mantuvo con la torre de control cometió un error garrafal que pudo haber cambiado el destino de las 77 almas que estaban a bordo.
Se supo después, en las investigaciones que se llevaron a cabo para determinar las causas de siniestro, que Quiroga tardó demasiado en declararse en emergencia para, así, obtener el privilegio de aterrizaje por sobre el resto de los aviones que se dirigían hacia el aeropuerto. El piloto recién lo hizo 2:30 minutos después de haber solicitado la prioridad, momento en el que ya era imposible llegar a la pista.
A las 10:15 p.m. el avión se estrelló en Cerro Gordo, una colina ubicada en La Unión, a cinco minutos de la pista de aterrizaje. Primero colisionó la parte posterior del avión, por lo que la cola quedó sobre la cima de la montaña mientras que el fuselaje y la cabina quedaron cuesta abajo.
Horas más tarde del accidente llegaron los primeros rescatistas que vieron la magnitud de la tragedia. En su búsqueda encontraron a Alan Ruschel, el arquero de reserva Jakson Follmann y Neto. Los otros sobrevivientes fueron un periodista, Rafael Henzel de Rádio Oeste, y dos miembros de la tripulación de vuelo: Ximena Suárez, sobrecargo, y Erwin Tumiri, técnico de vuelo, ambos de nacionalidad boliviana.
La noticia conmocionó al fútbol y el periodismo. La mayoría de las 71 víctimas mortales eran jugadores profesionales y periodistas de Brasil que venían a cubrir el encuentro. Durante semanas miles de equipos del mundo rindieron homenaje a las víctimas e incluso la Conmebol declaró al equipo campeón de la Copa Sudamericana a petición de Atlético Nacional como homenaje a los fallecidos.
A pesar de las ayudas que recibieron de otro equipo, pues la mayoría de su nómina desapareció ese día, Chapecoense empezó a vivir una época negra e incluso vivió problemas internos con los directivos que tomaron las riendas del equipo luego de la tragedia.
En 2018 los resultados mostraron la crisis que vivían: El equipo de Chapecó fue eliminado en la fase previa de la Libertadores y aunque trató de no perder la categoría, no pudo contra Botafogo y confirmó su caída a la segunda división, de donde no ha podido salir.
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