El pitazo final en la vida de Diego Armando Maradona llegó a los 60 años, se marchó al camerino del olimpo del fútbol con el trofeo de la Copa del Mundo del 86, el título de héroe de un equipo que se hizo grande gracias a sus gambetas, el Nápoles, y el cariño de los aficionados del balón, quienes lloran su muerte.
Escribió poemas con su zurda, el más recordado en la cancha del estadio Azteca, descontando rivales y marcando el segundo gol de la ‘albiceleste’ sobre Inglaterra, en los cuartos de final de la cita orbital de México. Otro de ellos, el más bello desde su perspectiva, lo anotó en Colombia, con la camiseta de Argentinos Juniors.
Era 1980 y al ‘pelusa’ lo acompañaba la rebeldía de la juventud, venía de ser campeón con el seleccionado de su país en el Mundial Sub 20 que se disputó en Japón en 1979, y apenas despuntaba en el ‘bicho’. El conjunto de La Paternal arribó a territorio colombiano para disputar partidos amistosos frente al América, el Deportivo Cali y el Deportivo Pereira, víctima del momento que pasó a la eternidad.
“Él arrancó, similar al gol que hizo en México, en la mitad de la cancha. Fue eludiendo a los rivales: Farid Perchy, Henry Viáfara se le tiraron encima. Luego, vino el paraguayo Alcides Sossa y el último que lo cruzó era el ‘Moño’ Muñoz; cuando llegó, amagó a patear, enganchó y quedó de frente al arco. Cuando le salió el arquero, que era Roberto Vasco, amagó a tirar al segundo palo y se la tocó cortita al primero. Fue un gol espectacular”, contó Hugo Horacio Lóndero, histórico delantero del equipo ‘matecaña’.
El guardameta del conjunto risaraldense, Roberto Vasco, también rememoró el instante, en entrevista con Blog Deportivo, de Blu Radio, el mes pasado, por motivo de la celebración del cumpleaños del astro argentino. “Le di una pelota a un volante y le hacen tremenda falta pero el árbitro no pitó, dejaron seguir la jugada, y Maradona se empezó a sacar gente, se sacó a todos, y me sacó a mí, luego otra vez a otros dos jugadores y la tocó a un lado”, relató en el programa.
El pibe de Villa Fiorito firmó un triplete ante el cuadro ‘matecaña’, en el Hernán Ramírez Villegas, en el partido que finalizó 4-4, a pesar de que no estaba al cien por ciento de sus capacidades. “El dedo estaba gordo, feo, parecía un huevo de Pelé”, confesó después en diálogo con TyC Sports.
Sus actuaciones despertaron el interés del entrenador de los ‘Diablos Rojos’, el doctor Gabriel Ochoa Uribe, quien inició las negociaciones para incorporarlo. “A papá siempre le gustó ese jugador desde que lo vio por primera vez y hubo una reunión en el Hotel Intercontinental, después del partido en el Pascual Guerrero, en la que estuvieron Pepino Sangiovanni y Manuel Rodríguez Orejuela, dirigentes del club. Papá le regaló la camiseta del América a Maradona y él se la puso. Quería que Diego se quedara madurando como jugador y le hicieron una oferta”, señala un apartado del libro en honor al histórico entrenador colombiano en el que su hijo comparte la anécdota.
Los aficionados de la ‘mechita’ se ilusionaron con ver a la joven promesa portar la camiseta ‘escarlata’, pero su deseo fue efímero; el jugador le dijo que no a la propuesta y eligió a Boca Juniors. Después, disputó la cita orbital de España 1982 e inició su camino en el balompié europeo y el de la inmortalidad.