Incautan más de dos toneladas y media de cocaína en Nariño

La Fiscalía General de la Nación, en conjunto con el grupo de Investigaciones Especiales del CTI, el Ejército Nacional y la Armada Nacional, permitió intervenir el complejo narcotraficante del Grupo Organizado Residual (Gaor) ‘Oliver Sinisterra’, en la vereda Llanaje de Francisco Pizarro, ubicada en la zona selvática en el departamento de Nariño.

El megalaboratorio, compuesto por 8 estructuras de madera, estaba ubicado en una zona selvática y de manglar, lo que dificultaba la operación de inteligencia para dar con su localización. De acuerdo con la Fiscalía y a los elementos probatorios obtenidos durante el operativo, el complejo tenía capacidad para producir hasta 5 toneladas de clorhidrato de cocaína.

Cada una de las estructuras del complejo cumplía una función específica en el procesamiento de la droga, desde servir como albergue para cerca de 50 trabajadores, hasta desarrollar las fases de cristalización y embalaje del estupefaciente.

En el lugar fueron incautados 2.543 kilogramos de cocaína; más de dos toneladas y media, y 863 kilogramos de pasta de base de coca. Según las investigaciones, la droga iba a ser enviada en lanchas rápidas a países de Centroamérica, con destino a Estados Unidos.

Durante la incautación se encontraron calderas, equipos de filtración, hornos, prensas y otros elementos utilizados para el procesamiento de la droga. Además, había 25 marquillas de distintas organizaciones que, en alianza criminal, financiaban la producción ilegal. Actualmente, son analizadas por el grupo de investigación para dar con las otras bandas vinculadas.

De igual forma, fue localizado un depósito con precursores sólidos como soda caustica, permanganato de potasio y sustancias líquidas como 698 galones de acetona, 365 galones de ácido clorhídrico, 263 galones de ácido sulfúrico, 80 galones de cloroformo y 50 litros de permanganato de potasio.

Aumento de cultivos de coca

Entre 2000, cuando la ONU estimaba que los cultivos de coca alcanzaban 163.000 hectáreas, y 2012, considerado el año del mínimo histórico con 47.800 hectáreas cultivadas. Las cifras, según Daniel Mejía, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes en diálogo con la revista Semana, se triplicaron entre 2013 y 2018.

Las hipótesis de este incremento, según Mejía, apuntan a la suspensión, en 2015, de las campañas de aspersión con glifosato, la devaluación del peso frente al dólar y los posibles efectos perversos de la creación del programa de sustitución de cultivos ilícitos. El anuncio de la creación e implementación del programa de erradicación trajo consigo el aumento desmedido de los cultivos, pues “generó un inventivo perverso (…) bajo la expectativa de recibir recursos en el futuro”, señala Mejía.

El medio también señala que los estudios académicos muestran la poca o nula efectividad de la aspersión con glifosato. Además, el costo de aspersión por hectárea puede alcanzar los $2.400 millones de dólares.