Argentinos Juniors llegó a Colombia en 1980 para disputar un cuadrangular amistoso con Deportivo Pereira, Deportivo Cali y América de Cali. En su nómina estaba un tal Diego Armando Maradona, el pibe de Villa Fiorito que hacía magia con el balón pegado a su pierna izquierda, y que ya había probado el sabor de la gloria con la camiseta albiceleste en la Copa del Mundo Sub 20 de 1979 de Japón, campeonato en el que Argentina venció 3-1 en la final a la Unión Soviética.
En el primer encuentro del cuadro de La Paternal, ante el conjunto ‘matecaña’, Diego Armando Maradona dio muestra, una vez más, de su talento; anotó un gol fantástico, similar al que le convirtió a Inglaterra seis años después en la cita orbital de México; el ‘barrilete cósmico’ eludió a ocho rivales y la mandó a guardar. El partido finalizó 4-4 en el estadio Hernán Ramírez Villegas.
Argentinos Juniors viajó a la capital vallecaucana para enfrentar a los dos cuadros tradicionales de la ciudad. Las actuaciones de Maradona no habían pasado desapercibidas para los directivos del América, entre los que estaba el narcotraficante y fundador del Cartel de Cali, Miguel Rodríguez Orejuela, para la fecha solo un ‘empresario’. Pero especialmente cautivó a Gabriel Ochoa Uribe, entrenador del equipo. Sin perder tiempo, pusieron en marcha el plan para contratarlo y pactaron un encuentro con el joven futbolista y su representante Jorge Cyterszpiler, el 20 de febrero de ese año.
“A papá siempre le gustó ese jugador desde que lo vio por primera vez y hubo una reunión en el Hotel Intercontinental, después del partido en el Pascual Guerrero, en la que estuvieron también Pepino Sangiovanni y Miguel Rodríguez Orejuela (dirigentes del cuadro ‘escarlata’). Papá le regaló la camiseta del América a Maradona y él se la puso. Quería que Diego se quedara madurando como jugador y le hicieron una oferta”, señala un apartado del libro titulado Gabriel Ochoa Uribe, en el que el hijo del doctor, Germán Alberto Ochoa, cuenta la anécdota.
Los aficionados de la ‘mechita’ soñaron con ver al ‘pelusa’ en el escenario del barrio San Fernando, pero la ilusión fue efímera; el mismo Maradona llamó a Rodríguez Orejuela, días después, para comunicarle que jugaría con la azul y oro de Boca Juniors. El exfutbolista, que el pasado viernes cumplió 60 años, consiguió el título de Copa del Mundo de México 86 y se convirtió en leyenda en su país y en Nápoles, club donde alcanzó el pico de su rendimiento que lo convirtió en una de las figuras más importantes en la historia del fútbol.
América de Cali estuvo a una firma de tener al ‘barrilete cósmico’, pero la ilusión se convirtió en frustración; años más tarde, en 1993, le sucedió algo similar, esta vez con la figura naciente de Ronaldo Nazario. El delantero brasileño de 17 años, en ese entonces, fue a la ‘sucursal del cielo’ para disputar un torneo juvenil amistoso con la camiseta de Cruzeiro y las intenciones de tenerlo en el cuadro vallecaucano no lograron materializarse.
Después, dio el paso al fútbol del ‘viejo continente’ y escribió una historia de goles con grandes clubes como el PSV Eindhoven, el F.C. Barcelona, el Inter de Milán, el Real Madrid y el A.C. Milan, igual que con el seleccionado de Brasil.