El reportaje se la revista Semana ‘Los niños perdidos que habían sobrevivido a la catástrofe de Armero’ relata las historias de varias madres que aún buscan a sus hijos luego de la catástrofe de Armero. Fueron alrededor de 8.000 niños los que quedaron sepultados por la avalancha de 35 millones de toneladas de material volcánico. En total, más de 23.000 muertos dejó la catástrofe. Hoy, estas madres buscan a los hijos perdidos de Armero.
Hilda Pedroza recuerda que vio “una montaña negra e inmensa” que se abalanzaba la noche del miércoles 13 de noviembre. Corrió de la mano de su hijo Ricardo, de cinco años. Encontraron una casa con las puertas abiertas e intentó trepar a Ricardo para salvar su vida. Pero, entre la violencia del lodo y la fuerza de la naturaleza, sus manos se soltaron para siempre. Un objeto desconocido le partió una de sus piernas.
Flor María Vargas también recuerda lo sucedido aquella noche. Corrió con su bebé de tres meses en brazos, sus otros tres hijos y su esposo. Encontraron la casa de su cuñada y entraron para protegerse de la avalancha que los perseguía. Su esposo, luego de asomarse a la calle, dijo: “mija, viene de todo”. Flor y sus cuatro hijos recibieron, juntos, la ola intempestiva.
María Gladys Primo, otra de las madres, corrió junto a su esposo, su hermano, y sus hijos Nubia, de 6 años y Jesús, de 7. Buscaron amparo en un según piso, pues la avalancha arrastraba carros y todo a su paso. María sostuvo la mano de su esposo, su hermano se aferró a Nubia y a Jesús, pero la ola arrastró la casa, con ellos dentro. “Comenzó a molernos como caña”. Yo salía y me hundía y volvía a salir y me hundía", aseguró.
Quedó atrapada en un hueco de tierra, con otras nueve personas, bajo unas tejas de zinc. Estaba totalmente cubierta por el lodo. Dos días después, los rescatistas los encontraron. Solo dos personas más sobrevivieron. Estuvo en coma tres meses.
Hila, Flor y María, desde ese día, buscan incansablemente a sus hijos. Hilda aseguró que reconoció a su hijo Ricardo en un noticiero de televisión. También, en una transmisión desde Cambao, pueblo vecino, escuchó a un hombre decir: “Don Jaime Cárdenas, yo tengo a su hijo Ricardo Andrés. Está bien”. Estas transmisiones eran frecuentes luego de la catástrofe, pues eran espacios dados a los pobladores para buscar a sus familiares.
Hila Pedroza se dirigió a Cambao, junto con su hermano, pero les dijeron que Ricardo había sido trasladado a Ibagué. Nunca apareció.
Daniel, hijo de Flor María Vargas, apareció en televisión. Lo reconoció gracias a la pijama que tenía puesta, pues era de su hermana mayor, Gloria, y le quedaba grande. Ella también sobrevivió según una lista de sobrevivientes que consignaba que estaba ilesa con algunas raspaduras.
Gladys Primo vio a su hijo Jesús en 2012. Apareció en una nota de Noticias Uno sobre la tragedia de Armero. Las imágenes de archivo proyectaron el rescate de Jesús. El niño aparece cubierto de barro y abrigado por una manta. Lo llevan a un helicóptero. Según su hermano Jorge, la avalancha los arrojó al sector de San Jorge, a un pastizal donde él se golpeó con una piedra y quedó inconsciente. El video emitido por Noticias Uno se grabó cerca de esta zona.
Armando Armero
Francisco González viajó a Bogotá a buscar a su hermano y a su papá. Revisó cuerpo por cuerpo, hasta que se dio cuenta que debía asumir la muerte de sus seres queridos. Volvió a Armero 10 años después, como periodista cultural. Entrevistó a sobrevivientes y organizó conversatorios. En estos encuentros muchas madres le pedían ayuda para encontrar a sus hijos y familiares. Conoció tantos casos que decidió dedicarse a encontrar a los hijos perdidos de Armero.
Fue así como nació la Fundación Armando Armero, para investigar las denuncias y dar con el paradero de los desaparecidos. Recibió la donación de 100 millones para realizar pruebas de ADN. Estableció un banco de sangre con más de 300 pruebas, ha documentado 500 casos y, gracias a la Fundación, se reencontraron cinco familias.
González asegura que muchos niños fueron embarcados hacia los terminales de transporte del país. Luego, fueron dados en adopción en Estados Unidos, Holanda, Ecuador, Venezuela y Colombia. Se cree que hubo irregularidades en estos procesos, pues algunos expedientes no cuentan ni siquiera con foto de los niños.