Desarmados y por la espalda, así fueron asesinados los ocho jóvenes universitarios que participaban en una fiesta el pasado mes de agosto en Samaniego, Nariño. Las declaraciones las habría dado uno de los sicarios que participó en la masacre, reveló uno de los fiscales del caso en una grabación a la que tuvo acceso el informativo Noticias Uno.
Durante la audiencia de legalización de captura de dos de los supuestos sicarios que acabaron con la vida de ocho jóvenes universitarios en una finca de la vereda Santa Catalina, en el municipio de Samaniego, a 117 kilómetros al occidente de Pasto, uno de los fiscales dio a conocer el testimonio de un tercer involucrado, quien se había entregado a las autoridades tras enterarse de que sus compañeros durante el ataque lo estaban buscando para asesinarlo.
El tercer hombre no solo confesó su participación en la llamada masacre de Samaniego, sino que dio detalles de cómo se llevó a cabo esa incursión armada, en la que murieron los estudiantes universitarios.
Según dio a conocer el fiscal del caso, el asesino narró cómo el grupo ingresó a la casa y uno de los sicarios, a quien llamó Kevin, le disparó a Bayron Patiño, de 25 años, con un fusil. “Yo miro que le da como de frente”, se asegura en el testimonio. Posteriormente, otro de los atacantes, a quien se identificó como Fercho, asesinó a otro de los jóvenes, a quien llamó Domeco, disparándole por la espalda.
Uno de los muchachos que se encontraban en la fiesta, Brayan Alexis Cuarán, de 25 años, trató de salir corriendo y Kevin le disparó por la espalda.
El fiscal continúa leyendo el testimonio del involucrado, en el cual se revela que uno de los sicarios, conocido como Pava, empujó a otro de los jóvenes y le disparó, también por la espalda, con un fusil. Posteriormente, el declarante, cuya identidad no se conoce, asegura que él mismo le disparó con una pistola a Joan Sebastián Quintero, de 23 años. “No sé si estuvo herido antes, lo que sé es que disparé en el piso”, asegura el asesino, de acuerdo con la lectura del fiscal.
Posteriormente, según el mismo recuento, “Kevin dispara al aire” y, hacia las 10 de la noche, todos salen rápidamente hacia la carretera. En el camino, revela el testimonio, quienes identifica como Kevin y Pava estuvieron a punto de asesinar a un hombre y otra joven que venían por el camino en una motocicleta. “Los devolvieron amenazándolos, dándoles patadas y amenazándolos con un fusil”.
Tras ser recogidos en una camioneta, los asesinos regresaron a una finca a un kilómetro del lugar de los hechos donde prepararon la masacre, se cambiaron de ropa y se fueron a un lugar que el declarante identificó como la “casa de Franco”, donde, de acuerdo con el testimonio leído por el fiscal, Pava le reclamó a Kevin por no haber matado a Camila “porque ella nos reconoció”.
El confeso asesinó relata que Kevin lo envió de regreso al lugar de la masacre para corroborar si Camila estaba muerta o viva. “Cuando yo llegué hablé con una muchacha que resultó ser la hermana de Vargas, y le dije que si había visto a mi hermana y me respondió que no; le pregunté que quién era la muerta, y ella me respondió que Michelle Riascos (19 años)”.
Los atacantes, según la confesión del involucrado, conocían a las víctimas y, afirmó, algunos forman parte de la estructura local del ELN. "Arcángel era otro de los que me estaba buscando. Él trabaja con Pava y Kevin, ellos dos sí son del ELN, ellos tres trabajan haciendo vueltas para Franco y el ELN.
Los otros dos presuntos involucrados en la masacre capturados por las autoridades la semana pasada, según informaron el presidente Iván Duque y el fiscal general Francisco Barbosa, son Andrés Fernando Moriano Caicedo, alias Fercho, y Yeiron Alexánder Pantoja Rodríguez, alias Conductor o Mono, quienes no aceptaron los cargos.
“Estos dos criminales son de altísima peligrosidad, uno de ellos, alias Fercho, delinque en organizaciones que tienen vínculos con el ELN. También podemos ver los claros nexos de estos criminales con el negocio del narcotráfico”, aseguró el presidente Duque.
La masacre de Samaniego
El 15 de agosto, a las 9:30 de la noche, cuatro hombres encapuchados llegaron a una finca en la vereda Santa Catalina, en el municipio de Samaniego, Nariño, donde se encontraban, al menos 50 jóvenes, disfrutando de una celebración y comenzaron a disparar en contra de los asistentes, muchos de ellos estudiantes universitarios que habían regresado a la región debido a la suspensión de la clases motivada por la pandemia del covid-19.
Uno de los sobrevivientes le narró a la revista Semana que los hombres, que llevaban chalecos negros, fusiles de asalto y pistolas automáticas, encerraron a la mayoría de las mujeres y obligaron a los hombres a tenderse en el suelo, boca abajo.
De acuerdo con el testimonio del sobreviviente, los asesinos eligieron a tres de los muchachos, los llevaron al centro del lugar donde estaban conversando antes del ataque, los hicieron arrodillar y les dispararon a quemarropa.
Los primeros en morir, según la narración del testigo, fue Byron Danilo Patiño, de 25 años, quien recién había terminado su carrera como contador público; después, Brayan Alexis Cuarán, también de 25 años, quien quería ser futbolista profesional, y Daniel Steven Vargas Jurado, de 22 años y estudiante de Radiología.
Esa noche también fueron asesinados, Rubén Darío Ibarra (23 años, estudiante de enfermería), Campo Elián Benavides (estudiante de secundaria, 17 años), Óscar Andrés Obando (24 años, estudiante de Administración Deportiva); Laura Mishel Melo Riascos (19 años, estudiante de Medicina) y Jhon Sebastián Quintero ( 23 años, estudiante de Administración de Productos).
De acuerdo con el relato del sobreviviente a la revista Semana, antes de irse, los asesinos sacaron a las mujeres del cuarto donde las habían encerrado y les ordenaron a todos correr, algunos escaparon entre la vegetación, y otros, incluso, se lanzaron a alas aguas del río Pacual, que pasa a 50 metros del sitio.