Este martes 20 de octubre de 2020 se firmará el acta de inicio del contrato de concesión para realizar la Primera Línea del Metro de Bogotá, un proyecto que estaba en proceso desde 2019.
“Con el inicio de funciones de la interventoría terminamos tareas y cumplimos la última de nuestras obligaciones previas al inicio del desarrollo de la primera línea del metro”, afirmó el gerente de la empresa Metro, Andrés Escobar Uribe, dando a entender que, ahora sí, Bogotá está en camino a tener metro, una historia que comenzó en 1944, cuando se hicieron los primeros estudios para la construcción de este proyecto.
En ese entonces el centro, la avenida Caracas y la carrera Séptima eran los sectores más concurridos y el tranvía transportaba a casi un tercio de la población bogotana. Durante la alcaldía de Carlos Sanz de Santamaría, que además era ingeniero civil y constructor de varios acueducto sen el país, se promovió la iniciativa. Sin embargo, debido a los costos económicos y, de común acuerdo con el gobierno presidido por Alfonso López Pumarejo, se desistió del proyecto y se creó la Empresa de Transporte Urbano de Bogotá, que implementó los icónicos “troles”, nombre derivado de los cables o plumas desde donde tomaban la energía eléctrica.
En 1948, el entonces alcalde Fernando Mazuera eliminó el sistema del tranvía y alcanzó a proponer un metro de norte a sur por la Avenida Caracas, con una concesión de 25 años, pero el monopolio de los buses truncó su realización.
Años después, el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla recibió propuestas para desarrollar un monorriel elevado y una firma de origen japonés trabajó en el planteamiento del metro, iniciativa que fue frenada por la oposición en 1957.
Para finales del mandato del alcalde de la capital Jorge Gaitan Cortés (1965), conocido como el “alcalde planificador” se impulsó nuevamente la idea pero el plan no dio frutos, al igual que los planes del burgomaestre Alfonso Palacio Rudas (1975), que buscó usar los rieles de las líneas férreas para su iniciativa.
Ante el estado crítico del tránsito capitalino, el alcalde Hernando Durán Dussán (1968) comenzó a materializar sus planes con la recién creada empresa Metro y con el apoyo de Fedesarrollo adelantó estudios y planteó la construcción de la primera línea en cinco años. No obstante, la lucha de poderes políticos en la ciudad, dio al traste con el proyecto.
Con el paso de los años y un sistema al borde del colapso, fueron varios los proyectos que se hundieron por errores de financiación y luchas de control político. Mientras tanto, Medellín se llevó todo el apoyo para la construcción del metro, que fue inaugurado el 30 de noviembre de 1995.
Cuatro años después, con la llegada de Enrique Peñalosa a la Alcaldía de la capital y ante la falta de recursos públicos, se estructuró el sistema Transmilenio, una alternativa que se convirtió en una solución a mediano plazo, que dio un respiro a la movilidad de Bogotá.
En mayo de 2013, y tras un largo trabajo ante el Banco Mundial, se determinó el costo estimado para la época (7.000 millones de dólares) de un metro subterráneo, eléctrico, con 27 estaciones.
Sin embargo, de nuevo el proyecto quedó en el tintero y con la reelección de Enrique Peñalosa se dio un giro que llevó a la iniciativa al punto cero: se cambió el metro subterráneo a uno elevado, alimentado por varias troncales de Transmilenio.
En septiembre de 2015 y luego de varios trámites, la Nación ratificó su respaldo al proyecto, que después de años de aplazamientos, luchas políticas y otros escándalos, tiene firmada, con una empresa china, la construcción de la primera línea.
<mark class="hl_orange"><b>VISIONES DEL METRO ELEVADO</b></mark>
Según César Granados, ingeniero civil de la Universidad de los Andes, la elección de metro elevado “fue ideal, ya que era perjudicial e impredecible el costo de un metro subterráneo, debido a la forma en cómo están compuestos los suelos de Bogotá. Además, la excavación del terreno llega a ser peligrosa”.
Granados ratificó que un metro, de cualquier forma, es vital para Bogotá porque alivia la movilidad, pero, “no debemos pensar que es el mesías, se necesita un transporte conjunto que lo acompañe”. Para esto, eran los proyectos del Transmilenio por la Avenida 68 y la Avenida Boyacá, que siguen en discusión por parte de la administración de la alcaldesa, Claudia López.
“Los metros en otros países generan pérdidas y no va a ser lo contrario en Colombia ya que existen retrasos en la fecha límite de entrega que pueden oscilar entre 1 a 2 años”, sentencia Granados.
Bogotá tiene prevista la entrega de la primera línea en 2028 pero, según el experto, los ciudadanos de la capital no podrán utilizarlo hasta finales de 2029.
Para la socióloga Juana Afanador, coautora del libro de investigación “Metro Elevado ¿Un nuevo Reficar u Odebrecht?”, la primera línea del metro “estuvo pensada en función del Transmilenio, no en función de la ciudadanía y sus necesidades y eso es un problema muy grande de cómo nos vamos a adaptar a un proyecto que no estuvo pensado para nosotros, sino para el sistema que ya existe”.
Ahora, la nueva apuesta de la Alcaldía de Bogotá es conectar el metro con el proyecto Red Metro Regional a través de la segunda línea que unirá las localidades de Suba y Engativá. Sin embargo, la iniciativa ya cuenta con fuertes críticas.