A las 11 de la mañana, los mingueros que salían después de una ducha comunal con manguera a las afueras del coliseo El Pueblo, que desató la crítica de algunos sectores por el riesgo de bioseguridad que esto representa, dejaban atrás al Cristo Rey que con sus brazos abiertos les había dado la bienvenida a la “sucursal del cielo” días atrás.
Los indígenas habían llegado a esta ciudad con la intención de reunirse con el presidente de la República, Iván Duque, por la defensa de la vida, el respeto a los territorios y la escandalosa cifra de asesinatos contra líderes sociales e integrantes de los colectivos indígenas. Tras la ausencia de Duque en la mesa de conversación propuesta, y ante el desacuerdo con los delegados del gobierno, la minga decidió dirigirse a la capital.
“Si Duque no viene a la minga, la minga va a donde Duque”, dijo el senador de la República de la etnia Nasa, Feliciano Valencia.
En una caravana de chivas, camionetas y monteros, la minga indígena atravesó el departamento del Valle del Cauca, junto al río que le da su nombre y que le hace compañía a la distancia a una carretera poco sinuosa.
Cañaduzales, hondonadas fértiles, verdes exuberantes y árboles centenarios que inspiraron a Jorge Isaac hace más de un siglo y medio, fueron el telón de fondo de una tromba decidida, que con pitos y clamores busca ser escuchada.
“Los pueblos que caminamos la palabra, estamos siendo víctimas de un modelo de muerte, guerra y destrucción, este, que quiere despojarnos de la vida y el territorio. Es triste ver constantemente asesinatos, masacres, estigmatización a las comunidades y un olvido histórico por parte de la ciudadanía en general, pero, en especial del Gobierno Nacional”, menciona un comunicado del Concejo Regional Indígena del Cauca.
Alrededor de 7.000 mingueros entraron por el sur del Quindío, tierra precolombina de los Quimbayas -grupo indígena que como pocos entendieron el arte del oro y de la prevalencia-, tras poco más de cuatro horas que duraron los caminantes en recorrer los 180 kilómetros que separan a Cali con estas tierras de onduladas montañas.
Pieles pardas, pelos negros, bastones, cintas rojo y verde, banderas de Colombia, sombreros tejidos y tapabocas, atiborraban los inmensos carros coloridos que entraban a las tierras del café en Armenia en las faldas de un gigante que mañana les dará permiso, quizá, de atravesar sus pendientes.
En Armenia, la minga reunida, se dio paso hasta la Plaza de Bolívar entre arengas y música, donde poco a poco se fueron sumando representantes de otros movimientos sociales como campesinos, afrodescendientes y líderes de organizaciones sociales, que protagonizaron una manifestación hasta entrada la noche.
“Pero no han querido atendernos, lo que yo veo es que están dilatando para no atender al pueblo. Si me dicen llego a Armenia y hablaré con los mingueros, los migueros diremos listo, llegamos aquí, pero, así como vamos, vamos a llegar a Bogotá”, mencionó el consejero mayo de la CRIC, Hermes Pete, en la manifestación de la Plaza central.
La minga pasará la noche en el coliseo del vecino municipio de Calarcá, bajo las faldas de la cordillera central de los Andes, que mañana tendrán que atravesar desde tempranas horas para alcanzar el segundo destino del recorrido, la capital del departamento de Tolima, Ibagué.