El cronómetro marcó ocho horas, ocho minutos y un segundo cuando Alejandro Rivas cruzó la meta. Había corrido dos maratones, es decir 84 kilómetros y 400 metros, casi la misma distancia que hay entre Bogotá y Chinauta, Cundinamarca. De esa manera cerró la tercera jornada de competencias del Ultraman de Florida 2020.
En el primer día, completó los diez kilómetros de natación y los 147 de bicicleta; en el segundo sumó otros 278 montado sobre su ‘caballito de acero’. Finalmente, ocupó la sexta casilla de la general con un registro de 24 horas, 27 minutos y 37 segundos, clasificó al World Ultraman Championship y se convirtió en el mejor colombiano en la historia de la competencia, también en el más joven.
Cuando llenó el formulario para inscribirse al evento, semanas atrás, expuso su trayectoria deportiva, también las razones personales que le dieron el boleto de entrada, como él mismo recuerda:
“Escribí con el corazón. Más allá del rendimiento y de las medallas está la esencia de cada persona. Al momento de pasar mi solicitud fui totalmente sincero, relaté una parte de mi vida en la que me equivoqué muchas veces: las fiestas de jueves a lunes, la bebida y los excesos, y en la que, gracias al deporte, pude afrontar las dificultades hasta llegar a ese día”.
Nació hace 26 años en Cajicá, municipio de Cundinamarca, y desde pequeño tuvo un vínculo con el deporte al ver competir a su papá, Yahirzhino Rivas, en los eventos ciclísticos más importantes, y a su mamá, Esperanza Venegas, en jornadas de entrenamiento a las cuatro o cinco de la mañana.
Jugó fútbol, le cogió amor a los ‘fierros’, como les dice a las pesas, y siempre disfrutó del trote; de hecho, su primera gran competencia fue la Allianz 15K, en 2017, cuando estaba en quinto semestre de la carrera universitaria de Cultura Física y uno de los exámenes era participar en el evento. Alejandro Rivas descubrió la pasión por las grandes distancias, por eso se enamoró de la disciplina que más sabe de ello, el triatlón:
“Es un deporte individual que te ayuda a tener confianza en uno mismo. Uno juega fútbol, juega tenis, juega béisbol, pero no triatlón. Entrenas día a día y te exige al 100%, a nivel físico y mental”.
Luego, Rivas corrió la Maratón de Medellín, también en 2017, y alimentó su deseo de ir más lejos. Ese mismo año se convirtió en Ironman, lo que quiere decir que cubrió tres distancias: 3.9 kilómetros de natación, 180 de bicicleta y 42.2 de trote en menos de 17 horas, en el evento que lleva ese nombre y que se disputó en Cozumel, México:
“Llegué al momento que soñé, entrar a los últimos 195 metros donde uno es proclamado como Ironman. Iba tan cansado que no pude llorar, pero solo pasaba por mi mente que quería repetirlo. Ver a mi familia, a mi mamá llorando, a mis hermanos y personas cercanas. Demostré que pude lograrlo y, sin temor a equivocarme, puedo decir que ha sido uno de los diez momentos más especiales; diez segundos de felicidad que representaron el trabajo duro y el esfuerzo que dediqué para poder lograrlo”.
Nacieron nuevos retos, y Rivas se especializó en la durísima prueba. Participó en el Ironman de Lanzarote, Islas Canarias, en 2018; dijo presente en el Ultraman de Florida, en el inicio de 2020, y lo espera el World Ultraman Championship, con sede en Hawái, donde buscará ser protagonista:
“Es la meca de todos los triatletas, ahí nació la disciplina y eso es motivante. A nivel deportivo, voy a trabajar, de la mano de Dios, para hacer una de las mejores presentaciones que haya logrado un latinoamericano. Quiero estar en los cinco primeros puestos, compitiendo con los mejores del mundo”.
Las leyendas del Dorado, el nuevo desafío de Alejandro Rivas
Cuatro años de preparación para las grandes competencias, y la complicidad de la amistad, le dieron vida a un reto local al que pocos se le miden: cruzar nadando el Embalse de Tominé, desde Guatavita hasta Sesquilé, un logro del que no se tiene registro hasta el momento, nadando junto a Santiago Lozano, con más de 15 años de experiencia como deportista. La cita será el próximo martes 13 de octubre para afrontar los 20 kilómetros en aguas abiertas.
Iniciaron actividades hace dos meses y medio, con un entrenamiento específico que consiste en nadar, dos o tres veces a la semana, entre seis y 14 kilómetros en cada jornada. Esto les permite identificar las corrientes del agua, la dirección del viento y familiarizarse con el Embalse, donde se enfrentarán a una temperatura entre 8 y 10 grados centígrados.
Una vez finalizado el desafío, Alejandro Rivas ya estará pensando en buscar su límite, guiado por la testarudez que lo ha acompañado desde siempre. El reto que le espera será completar las cinco pruebas de ultra distancia más importantes del mundo: Ironman, Ultraman, Epic 5, la Titan Desert y el Maratón de Sables. Participó en las dos primeras y hará lo mismo en las que le restan:
“Encontraré mi límite en el Desierto del Sahara, corriendo la Maratón de Sables; va a ser la competencia que marque mi vida deportiva como atleta. Tendré que enfrentarme a todos mis miedos y sobrevivir en esos siete días, con 250 kilómetros por delante, las altas temperaturas y lo que conlleva una preparación de tal magnitud”.