Luego de la fatídica madrugada del 9 de septiembre en la que el asesinato de Javier Ordóñez por parte de uniformados de la Policía provocó una ola de protestas en Bogotá con un saldo de 10 muertos, la expareja del ingeniero y estudiante de derecho se pronunció ante los medios.
Angélica Garzón, expareja de Ordóñez, le confesó al canal City TV que se había mantenido al margen de declarar algo ante la opinión pública por respeto a la familia de Javier, además de no querer interferir en el caso judicial contra los policías acusados como responsables de la muerte.
El 8 de octubre, Francisco José Calle, médico forense encargado de realizar la necropsia al cadáver de Ordóñez, explicó se encontraron esquirlas de plomo de un proyectil de arma de fuego y que las lesiones que presentaba el cuerpo obedecían a múltiples traumas contundentes que, por su naturaleza, no son auto infligidos sino producidos por terceros.
Ante estas declaraciones la exesposa de Ordóñez, Angélica Garzón, comentó: “Lo que pasó fue una brutalidad, no fue que se les pasó la mano o un accidente, lo que hicieron contra Javier fue un asesinato, el informe dice que fue una muerte violenta. Los hechos muestran que hubo sevicia en lo que ellos hicieron y para la familia no deja de ser doloroso, no deja de ser una tortura. Javier ya está descansando, pero los que quedamos acá somos los que estamos torturados ahora sabiendo todo lo que le pasó a él, sin poderse defender de ninguna manera”.
Hace un mes que sucedieron los hechos de abuso policial en el barrio Villa Luz de la localidad de Engativá en Bogotá, mientras tanto la expareja y madre de dos hijos de Ordóñez continúa pidiéndoles a las autoridades que se haga justicia y se esclarezca la verdad de los nuevos hechos que se han conocido. Ella le solicita a la justicia que actúe de manera rápida porque pese a todas las evidencias sobre el caso el proceso ha sido demasiado lento.
El duelo
Angélica cuenta que luego de la muerte apenas podía contener el llanto, pues muchos recuerdos se le venían a la mente, como el de un plan que tenían de viajar a España para que Javier hiciera una especialización y visitara a su madre, residente en Barcelona. Recuerda a Javier como “un niño en el cuerpo de un hombre”, resalta su alegría y la risa que lo caracterizaba porque siempre se podía escuchar su carcajada desde lejos. De cariño sus familiares y amigos más cercanos lo llamaban ‘Ñeñé’.
Ocho días después de la muerte, 20 personas allegadas a Ordóñez se pusieron cita en un restaurante vistiendo camisetas blancas estampadas con el mensaje ‘Justicia para Javier’. Acompañaron el momento con oraciones y música de Enrique Bunbury y Rafael Orozco, artistas favoritos del fallecido.
Fue así como entre los seres queridos de Javier decidieron rendir homenaje a su memoria y contactaron a un artista urbano para que pintara un grafiti en el parque Santa Cecilia, el lugar donde solía reunirse con sus amigos y donde finalmente inmortalizaron su rostro en una pared.
Otra de las personas allegadas a Javier era Lorena Segura, amiga de años que lo describió como un hombre muy apasionado por el derecho, que su vida giraba en torno a sus hijos, el estudio y a ‘la mona’, refiriéndose a Angélica Garzón.
Lorena lo recordaba como alguien con una empatía singular por los niños, pues lo vio llorar algunas veces por hechos de injusticia contra ellos y una de las razones por las que estudiaba derecho era para detener esas arbitrariedades.
Después de la trágica muerte del estudiante de derecho de 42 años, el barrio Santa Cecilia, donde residía Ordóñez, permanece en una especie de tensa calma, como si estuviera dividido en dos bandos, pues es un sector en el que viven muchos oficiales y exoficiales de la Policía.
“Gran parte de nosotros, los amigos de Javier, somos hijos de policías y por la policía tenemos un profundo respeto, pero estamos muy dolidos”, confiesa Lorena.
Mientras las investigaciones avanzan y se conocen nuevas evidencias y detalles de lo ocurrido, el entorno más íntimo de Ordóñez está a la espera de las novedades que sucedan mientras avanzan los juicios disciplinarios contra los patrulleros de la Policía Harby Damián Rodríguez y Juan Camilo Lloreda, a quienes se les imputan los cargos de abuso de autoridad y homicidio.