Miembro de las Farc aceptó el ingreso de menores e 15 años a sus filas

El excombatiente afirmó que las pruebas de estos reclutamientos e informes de personas que hacían parte de las Farc fueron destruidas, antes de los diálogos de paz.

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El excombatiente afirmó que las
El excombatiente afirmó que las pruebas de estos reclutamientos e informes de personas que hacían parte de las Farc fueron destruidas, antes de los diálogos de paz. Foto - JEP

Martín Cruz Vega alias Rubín Morro, comandante del frente 5 y fundador del frente 25 de las extintas Farc, rindió versión, este viernes 9 de octubre, ante la JEP y admitió el ingreso de menores de 15 años a las filas guerrilleras, aunque fuera en contra de las normas internas de la organización, recoge El Espectador.

“Eso se hacía bajo algunas condiciones como, por ejemplo, porque ya iban a cumplir los 15 años o también se dio en algunas ocasiones cuando había condiciones de orfandad o dificultades económicas al interior de las familias, entonces normalmente se hacía el ingreso a la guerrilla. Reconocemos que fue un error gravísimo”.

El excombatiente, quien también estuvo involucrado en la guerra desde su infancia, pues su padre, alias Morro Pelado, se unió a la lucha armada y participó en la fundación de las Farc.

Cruz contó que nunca estuvo dentro de sus planes formar parte de la guerrilla, pero comenzó a ser víctima de señalamientos y estereotipos debido a que su padre sí hacía parte de las Farc. “Yo nunca quise ser guerrillero, pero cuando me dijeron que me iban a perseguir y a detener por mi padre, me tocó ser guerrillero”.

Aclaró que, durante su tiempo en las filas dirigió el Bloque Efraín Guzmán e hizo parte del Bloque Noroccidental José María Córdova y , siempre hubo dificultad para ampliar el número de combatientes en zonas de Córdoba, Antioquia y Risaralda, pero insistió que nunca entró nadie bajo presión a la guerrilla.

“Nunca vi que se obligara a una persona a permanecer en la guerrilla, ya fuera sobre los 15 años o menos, siempre los ingresos se dieron por voluntad, pero nunca bajo presión”.

Negó además que dentro de las Farc existiera una política para reclutar menores de edad, incluso dijo que el mínimo permitido eran los 5 años, por motivos de seguridad; pero reconoció que esta norma sí se violó en muchos casos.

“Nunca fue una norma general ingresar niños menores de esa edad, ni siquiera los mismos hijos o hijas de exguerrilleros que nacían allí con nosotros, porque muchos de ellos nacían, crecían y se iban”.

Cuando el magistrado Iván González preguntó a Cruz Vega sí se consideraba cómplice de este delito, dijo que “siempre pensó que la madurez era muy importante para los combatientes, porque los jóvenes suelen ser volátiles, por eso consideraba que era mejor desde los 18 años”.

Evidencias destruidas

La importancia de este testimonio radica en que, a diferencia de otros excomandantes como Antonio Lozada y Joaquín Gómez, que dijeron no tener conocimiento del reclutamiento de menores, alias Rubín Morro aceptó el hecho y dijo que “el jefe de personal de cada bloque o quien hiciera el ingreso era el responsable de llevar esos documentos al Estado Mayor del Bloque y luego eso se iba para el Estado Mayor Nacional”.

“Eran carpetas enormes que se hacían escritas o en computador y se enviaban los informes donde decía quién lo reclutó, quién lo admitió, quién lo ingresó, la fecha de ingreso y todo eso llegaba a los comandantes nacionales. Estaba sistematizado de esa manera”.

Rubín Morro agregó que en los casos de menores de edad que llegaban solicitando el ingreso, ocurrió en reiteradas ocasiones, que llegaran las familias pidiendo el regreso de sus hijos a sus hogares.

“Hubo más de un muchacho que se devolvía, eso era muy frecuente”, pero según Rubín Morro estas decisiones las tomaba el comandante. De acuerdo con la versión del exjefe guerrillero, confesó que en 2014, en medio de los diálogos de paz en La Habana, los documentos de estos casos fueron destruidos.

“Todos esos documentos existían, teníamos archivos suficientes pero como en la clandestinidad la orden siempre es no dejar huella de nada por los riesgos que eso implica, los destruimos. Yo, por ejemplo, viajé a La Habana en 2014 y no sabía qué hacer con todo ese material así que lo destruí porque además nunca se nos pasó que existiría una justicia, como esta, en la que fueran importantes esas evidencias”.

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