En un apartamento de El Poblado, uno de los barrios más lujosos de la ciudad de Medellín, se encondía uno de los jefes de Los Pachelly, una banda criminal al servicio de “La Oficina”- estructura heredera del Cartel de Medellín-, al que la policía llevaba dos años siguiéndole la pista: Alias “Albert”, un reconocido criminal del bajo mundo de Bello (Antioquia) cuya trayectoria se remonta a los tiempos de Pablo Escobar, y del que dicen es aliado de “Otoniel”, jefe de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), el hombre más buscado de Colombia.
La captura de “Albert” se logró en medio de una operación casi cinematográfica, en la que los agentes de inteligencia de la Policía emplearon tecnología de punta para cercar al bandolero que llevaba meses huyendo de las autoridades, cambiando de casa y de identidad, pero sobre todo, temeroso de contraer el virus pandémico cuya amenaza también asusta a los más terribles criminales.
No es la primera vez que Alber Antonio Henao Acevedo cae preso de la Policía, ya que, en su larga trayectoria de más de 25 años de vida criminal, ha sido capturado en varias ocasiones. La última vez que salió libre, en febrero de 2018, marcó un fuerte periodo de violencia en Bello, municipio de Antioquia donde Los Pachelly, la banda de Albert, tiene su centro de operaciones.
De esa confrontación en Bello hacen parte dos grandes bandas más, los Mesa y los Niquía Camacol, quienes disputan el control territorial de las rutas por donde se saca la droga en Antioquia.
De acuerdo con fuentes de la Policía que prefirieron mantenerse en el anonimato Albert es propietario de varias bodegas de gaseosas y bebidas, un detalle que pudiera parecer menor pero que resulta relevante pues entre sus actividades delictivas está el uso de la extorsión para forzar a sus bodegas como único proveedor de tiendas, supermercados y colegios.
Pero además, con los años se convirtió en la cara visible de su banda, la cual delinque en todo Antioquia y tiene tentáculos que llegan hasta la costa Caribe, trabajando en conjunto con otras bandas criminales como Los Pachencas.
Desde que empezó la cuarentena por el Covid-19, Albert empezó a reducir su cordón de seguridad, temeroso de contraer el virus que puede ser potencialmente mortal, esto permitió a la policía acercase cada vez más al quien señalan como uno de los narcos más poderosos de Bello.
Afirman quienes le siguieron la pista que, en los últimos meses Albert se estaba moviendo entre varias propiedades que tenía en sectores exclusivos de Medellín como Laureles, El Poblado y Belén, además de cambiar constantemente de celular y reducir al mínimo las comunicaciones con su familia.
El pasado domingo 9 de agosto cerca de las 2 de la tarde finalmente la Policía logró dar con su ubicación. Fue el fin de dos semanas de intensa persecución en el que el narco había logrado evadir a las autoridades. Lo encontraron en El Poblado, en un apartamento ubicado en el piso 27 de un exclusivo sector. El gran ventanal del lugar, que daba una vista privilegiada de la ciudad, fue la clave para dar con su paradero ya que un sobrevuelo de dron por el barrio logró por fin identificarlo.
De inmediato se desplegó la operación “San Rafael” y los agentes del CTI de la Policía procedieron a ingresar en el lugar.
Al momento de la captura “Albert” atinó a decirles a los agentes “no me toquen, tengo Covid”, junto a él estaban los restos de una prueba de coronavirus. Además, en el lugar encontraron varias pelucas, anteojos y otros elementos que usaba el narco para disfrazar su identidad y moverse entre las propiedades que tenía en Medellín en su intento de eludir a las autoridades. Tenía ubicada una cama en la sala junto a la que había varios tapabocas y mucho alcohol.
La policía deduce que el narco había estado guardando cuarentena en el lugar desde varios días antes de su captura.
Para ponerlo bajo custodia los policías le pusieron un traje de bioseguridad, unos guantes y una máscara. De acuerdo con la fuente consultada, se le realizó una prueba PCR para corroborar si estaba contagiado de coronavirus de la cual aún se espera el resultado.
En el transcurso de la semana un juez oficializó su captura y lo envió a la cárcel por los delitos de concierto para delinquir en calidad de cabecilla, cargos que el narco no aceptó pese a la evidencia en su contra.
Una vida en el crimen
La historia de Alber Antonio Henao Acevedo se remonta a los tiempos de Pablo Escobar, cuando el capo del Cartel de Medellín creó La Oficina de Envigado, una estructura criminal que en principio funcionó como una red de sicariato al servicio de Escobar para el cobro de deudas y el ajuste de cuentas contra la Policía en el peor momento de su guerra contra el Estado.
Los Pachelly hacen parte de esta estructura y son una de las bandas criminales más antiguas de Bello, su nombre responde a uno de los barrios de este municipio de Antioquia.
De acuerdo con el CTI de la Fiscalía alias Albert es uno de sus fundadores históricos, junto con los hermanos Rodrigo Henao Acevedo, alias Perica; Antonio Henao Acevedo, alias Abelito y Nelson de Jesús Henao Acevedo, alias Nelson.
Aunque la mayoría de bandas que funcionaban en Bello durante la década de los 90 eran reclutadas por La Terraza, una poderosa banda más arriba en el escalafón de la criminalidad de Antioquia, Albert, quien ya había escalado en el crimen de Bello terminaría integrando el Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la organización paramilitar más grande que operó en el país.
Dicho Bloque estuvo comandado por Miguel Arroyabe, alias Arcángel, y también lo integró Darío Antonio Úsuga, alias Otoniel, hoy jefe de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia - conocida por las autoridades colombianas como el Clan del Golfo- quien es hoy el hombre más buscado de Colombia por el cual Estados Unidos ofrece una recompensa de cinco millones de dólares.
Aunque no hay pruebas de un vínculo directo entre Otoniel y Albert, la presencia del Clan del Golfo en Antioquia es referenciada por varias fuentes en terreno y por una parte de la institucionalidad colombiana. Durante el 2019 por ejemplo, miembros de las AGC han sido capturados junto con integrantes de Los Pachelly con los cuales realizaban actividades de narcotráfico y extorsión en conjunto.
También existen indicios de activos de las AGC ayudando a Los Pachelly en la guerra que mantienen con otras bandas de Bello como El Mesa y Niquía Camacol.
Hay otro hecho que vincula a Albert con Otoniel, ya que ambos se desmovilizaron como miembros del Bloque Centauro de las AUC en el proceso de paz que lideró el expresiente Álvaro Uribe Vélez con los paramilitares durante sus años como presidente Colombia.
Es claro que ninguno cumplió con esa desmovilización, como muchos otros mandos medios de las antiguas Autodefensas, que mantuvieron su poder y control sobre el negocio del narcotráfico aún se mantienen delinquiendo.
Albert, como lo establecieron los agentes que lideraron la operación San Rafael que logró su captura, presuntamente lideraba actividades de narcotráfico, extorsiones, minería ilegal y homicidios selectivos en el Bajo Cauca antioqueño y en el Nordeste del departamento. Afirman además que durante su tiempo en prisión, entre 2013 y 2018, seguía coordinando parte de las actividades de Los Pachelly.
Además, este narco aparece referenciado con circular azul de la Interpol por sus actividades extorsivas y de narcotráfico y por las autoridades de Estados Unidos como miembro de “La Oficina”. Por él se ofrecía una recompensa de 50 millones de pesos (USD 13.294).
Los Pachelly: un tentáculo de la invisible “Oficina”
Aunque la captura de alias Albert ha sido presentada por las autoridades colombianas como un gran golpe contra Los Pachelly, banda que señalan de ser una de las más grandes y peligrosas de todo Antioquia, existen voces que afirman que el este grupo como su presunto líder solo son un pequeño tentáculo en una estructura criminal mucho más grande y compleja de lo que la propia institucionalidad colombiana quiere reconocer: La Oficina.
Esta organización, hace mucho tiempo dejó de ser la sucursal de Envigado que usaba Escobar para el cobro de deudas y actividades sicariales y sería en la actualidad la que concentra todo el poderío mafioso que una vez tuvo el Cartel de Medellín.
“Para mí la oficina es la fachada del Cartel de Medellín, el Cartel no se ha acabado”, afirma Fernando Quijano, presidente de la Corporación de Paz y Desarrollo social de Medellín (Corpades) una ONG que se dedica al estudio del conflicto y la criminalidad del departamento de Antioquia.
Defiende Quijano que la muerte de Escobar no se puede tomar como el fin del cartel pues este era una organización de muchos grupos dedicados al crimen, cada uno con sus mandos y estructuras que siguieron operando así halla muerto “El Patrón”.
Para el experto “La Oficina” no solo se puede circunscribir a Envigado, sino como mínimo a todo el Valle de Aburrá, pues sus tentáculos alcanzan toda la región y desde allí atraviesan fronteras en alianza con otros grupos que incluso llegan hasta países como Argentina, Ecuador, Chile, México y parte de Europa.
Los Pachelly, dice Quijano, representarían como mucho el 5% de toda la estructura y el andamiaje de “La Oficina”, una organización que ni siquiera está reconocida como un Grupo Delictivo Organizado (GDO) o un Grupo Armado Organizado (GAO), las denominaciones oficiales que tiene el Estado Colombiano para catalogar al crimen.
“La oficina hace presencia en Argentina, controla el sur de Chile en el pagadario (gota a gota), y está en Brasil en alianzas con otros grupos. Están metidos controlando parte de Costa Rica, están metidos en Paraguay Uruguay en Santa cruz de la Sierra”, dice Quijano.
Sobre los Pachelly dice que esta banda tiene en su cúpula un grupo de jefes, de los que actualmente podría hacer o no parte Albert, y que no se puede afirmar que él sea el principal cabecilla.
“Hay unos personajes que estén o no estén activos siempre los van a referenciar y hay unos jefes que están ahí y nadie sabe quiénes son o están muy protegidos y no los dejan mostrar. Albert es uno de esos que cae preso y sale. Si fuera ese jefe tan poderoso, esas entradas y salidas desestabilizarían la estructura, pero lo que uno ve es que esa estructura tiene otra gente”, explica.
Las investigaciones de Corpades han arrojado luces sobre el verdadero poder de “La Ofinica”, cuyos jefes se esconden en el anonimato y hacen parte de ese grupo de “narcos invisibles” de los que poco se conoce.
Este año, por ejemplo, dos de esos narcos invisibles o “patrones de patrones” como los denomina Copades, fueron identificados por investigaciones periodísticas, como la de Isight Crime que develó la identidad de “Memo Fantasma”; o por hechos aislados, como el caso de Señor T, que fue delatado por su propio hijo en venganza porque su padre le quitó la mujer.
Infobae logró hablar con una fuente que se mueve en el bajo mundo del crimen en Antioquia, quien explicó que, para mantener el anonimato, estos “narcos invisibles” obligan a los capos de más bajo rango a entregarse cuando “están muy quemados”, cuando obtienen mucha visibilidad.
“Muchas de las personas que se han entregado en los Estados Unidos que aparecen como jefes de la oficina fueron obligados a entregarse. Les dicen que reconozcan que son jefes, pero nunca van a decir quienes son los verdaderos jefes”, afirmó pidiendo guardar su identidad.
Según Corpades, la “Oficina del Valle de Aburrá” o simplemente “La Oficina” tiene dos líneas militares y agrupa solo en Medellín unas 350 bandas, en todo el Valle de Aburrá serían unas 500.
La línea más grande la denominan Línea 60, línea mayoritaria o “Alianza Criminal del Norte”. De ella hacen parte las bandas más poderosas y sería en esta línea donde se ubican Los Pachelly.
La otra sería la Línea 40, línea minoritaria o “Confederación Criminal de Medellín”. De esta haría parte “La Terraza” una banda con 35 años de existencia y sería la más dura de este grupo. Además habrían otras a destacar como Los Pecebreros o La Oficina de San Pablo, que tienen alianzas con las bandas más fuertes de la línea 60.
Quijano explica toda esta red mafiosa y criminal como una gran pirámide: En la base están las bandas, encima de ellas los coordinadores de bandas –”que no son los mismo que un jefe”, después irían los subjefes, siguen los jefes –”que tienen un nivel muy poderoso”, continúa la llamada “Junta Directiva” o “Mesa Directiva”, siguen “Los Patrones”, y “hay un concepto que es el de Patrón de Patrones que están en la cúspide de La Oficina, esos son los narcos invisibles, los intocables”.
“Nosotros manejamos una referencia de unos 25 patrones y unos 10 patrones de patrones”, afirma el experto.
Así la reciente captura de “Albert” pese a su espectacularidad y despliegue por parte de las Policía podría representar una pequeñísima parte de la gran mafia que se mantiene oculta y delinque impune en Antioquia. Una que a diferencia del narco capturado poco le teme a las autoridades, o al coronavirus.
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