El 2 de diciembre de 1993 el capo de la droga Pablo Emilio Escobar Gaviria, jefe máximo del Cartel de Medellín y uno los criminales más sanguinarios que ha conocido el mundo, fue abatido en un tejado: tres balazos que terminaron con su vida.
Casi 30 años han pasado desde ese entonces y todavía la muerte del capo esgrime sobre sí un manto de duda por las distintas versiones que han surgido alrededor de ella. Y es que matar a Pablo Escobar fue una empresa que tomó una gran dedicación del Estado, en la que participaron agencias internacionales como la DEA y la CIA, además de un ejército paramilitar conformado por sus acérrimos enemigos del mundo criminal.
Las escenas de la muerte de Escobar huyendo por los tejados de su casa escondite en Medellín, han sido retratadas en numerosas películas, novelas y series, y cada vez que su figura vuelve a ser interpretada en la pantalla gran de o chica, las versiones sobre su final y los verdaderos determinadores de este vuelven a ser objeto de acalorado debate.
En Colombia volvió a resurgir una de esas versiones, bastante polémica y no tan conocida de cuál habría sido el factor determinante en la muerte del capo, a causa de una novela que por estos días se emite en Caracol Televisión y que está inspirada en la vida del General Óscar Naranjo, un prominente policía que llegó hasta los más altos rangos de esta institución, llegando a ser el primer general de cuatro soles del país, además de negociador de Paz del Gobierno con la Guerrilla de las FARC y vicepresidente de la República como segundo de Juan Manuel Santos.
Las dos primeras temporadas de la serie, producida por Fox Colombia, cuentan el ascenso de Naranjo en la Policía y su lucha frontal contra los carteles del narcotráfico, en especial del Cartel de Medellín, que lideraba Escobar. Al final de la segunda temporada, la última en ser grabada, Escobar está a punto de escapar de la cárcel La Catedral, en donde estuvo recluido entre el 19 de junio de 1991 hasta el 22 de julio de 1992. Cuando la serie vuelva al aire, deberá mostrar la muerte del capo, volviendo a abrir la especulación alrededor de las historias que sobre ella se han contado.
La versión oficial
Tras su fuga de la cárcel La Catedral inicia el último tramo de la vida criminal de Escobar, marcada por una guerra frontal contra el Estado colombiano, la traición de viejos colaboradores y el fuerte hostigamiento que sufrió su organización por parte de sus más grandes enemigos, el Cartel de Cali y sus aliados.
Los días antes de su muerte Escobar estaba totalmente acorralado y obligado a esconderse en una casa de dos pisos ubicada en la calle 79ª número 45D94, barrio Los Olivos, sector La América en Medellín.
Para encontrarlo, desde su fuga de la Catedral, se había confirmado un grupo élite de la Policía colombiana denominado “El Bloque de Búsqueda”, cuya misión era capturar al capo, vivo o muerto.
El Bloque de Búsqueda estaba integrado por los mejores hombres de la policía, y contaba con ayuda de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, como la DEA, la CIA, el FBI y la Fuerza Delta.
A diario, miembros de este grupo élite allanaban propiedades de Escobar, tratando de encontrarlo o de desmantelar en el proceso posibles escondites y negocios que aún alimentaban la organización criminal que dirigía.
El aislamiento al que fue obligado Escobar por fin hizo efecto en él ese 2 de diciembre, ya que contrario a las propias precauciones que siempre tuvo, hizo una llamada a su familia, la cual estaba en el Hotel Tequendama de Bogotá. Habló unos minutos con su hijo Juan Pablo, los suficientes para que los organismos de inteligencia interceptaran su llamada.
Gracias a la colaboración prestada por las agencias norteamericanas, la policía colombiana contaba con la tecnología para monitorear las telecomunicaciones en la ciudad, y determinar rápidamente el sector desde donde el capo de Medellín hizo la llamada.
Inmediatamente se desplegó al Bloque de Búsqueda hasta la residencia donde se escondía Escobar y este al darse cuenta intentó emprender la huida. Por eso subió al tejado, donde recibió el último de tres disparos que finalmente acabaron con su vida.
En la historia oficial, este tiro de gracia salió del comandante Hugo Aguilar, miembro del Bloque de Búsqueda, el cual informó por radio la muerte de Escobar con un grito de “Viva Colombia, Pablo Escobar está muerto!”.
"Los policías lo tenían bien ubicado gracias al Bloque de Búsqueda (la red tejida para atraparlo), y lo perdió la llamada telefónica a su hijo: el dato clave para confirmar su paradero", escribiría años después Richard Aguilar, hijo del comandante en el libro “El Hijo de al Guerra”.
Hugo Aguilar, que posó con el desbaratado cadáver de quien llegó a ser el hombre más buscado del mundo, fue graduado como héroe nacional, pero su historia a partir de ese momento se desvió mucho más hacia la de un villano.
Después de retirado de la Policía incursionó en la política, llegando a ser diputado y gobernador de Santander, pero terminó condenado por orden de la Corte Suprema de Justicia por colaborar con los paramilitares. Además, en su contra se suma una condena por lavado de dinero.
Esta versión además recoge los resultados de la autopsia, los cuales determinan que a Escobar lo matan de tres disparos: uno en la pierna derecha, otro en el tórax, y uno que le perforó el oído, lanzado desde un fusil R-15.
La traición que le costó la vida al capo
En todas las versiones de la muerte de Escobar la gran polémica siempre gira en torno a quién disparó. Ese fatídico balazo ha sido adjudicado a las Fuerzas Delta norteamericanas, a otros miembros del Bloque de Búsqueda diferentes al comandante Aguilar, a integrantes de Los Pepes, como el hermano de “Don Berna” -quien asumiría la jefatura de la Oficina de Envigado- o el mismo Carlos Castaño, que luego comandaría las Autodefensas Unidas de Colombia.
También se ha barajado la teoría de que Pablo se haya suicidado, ya sea porque el tiro se lo pegó él mismo o porque ese día hizo todo para ser atrapado. “Hay más de una forma de suicidarse” diría su hijo años después.
Todas estas versiones coinciden en algo, la llamada que Pablo hizo a su familia fue el factor determinante en dar con su paradero. Todas menos una.
En esta versión no tan difundida, la llamada en la que el capo colombiano habló con su hijo solo fue un elemento más para confirmar su escondite, el cual ya habría sido descubierto por sus enemigos a causa de la traición de un familiar muy cercano, Gustavito Gaviria, el hijo de su primo Gustavo Gaviria, su socio de más confianza que años antes había muerto en un operativo de la Policía.
Esta versión aparece en el libro “Ya no quiero callar”, de la exreina de belleza Aura Rocío Restrepo quien por ocho años fue amante de Gilberto Rodríguez Orejuela, el capo de capos del Cartel de Cali, con quien Escobar estaba en abierta guerra para el tiempo de su muerte.
Fue Gilberto, en compañía de su hermano Miguel, y Helmer “Pacho” Herrera y “Chepe” Santacruz-todos miembros del Cartel de Cali- quienes financiaron la vendetta de Fidel y Carlos Castaño y Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, contra Escobar, aportando 1.200 millones de pesos cada uno para la causa (USD 318.142).
Los Castaño, antiguos aliados de Pablo se sintieron traicionados cuando este le contó a Bernardo Jaramillo, un prominente líder de la izquierda de la época, los planes que tenían para asesinarlo. Don Berna, por su parte, buscaba vengar la muerte de su patrón Fernando Galeano, quien fue asesinado por el propio Escobar junto con Gerardo Moncada en la cárcel La Catedral. Esas muertes fueron el punto de inflexión de muchos aliados del capo para considerarse ellos mismos como sus siguientes víctimas y motivarse a unir fuerzas en su contra.
Así nacieron Los Pepes o Perseguidos Por Pablo Escobar, un grupo paramilitar que se dedicó a dar cacería a todo aquel que le ayudara al capo de Medellín, desangrando poco a poco su organización y acorralando a Escobar.
En la versión de Aura Rocío Restrepo Los Pepes lograron interceptar y capturar a Gustavito Gaviria antes de que saliera del país y después de torturarlo este habría revelado el escondite de Escobar.
“Según me dijo Gilberto, el hijo de Gaviria había llegado del exterior un par de días atrás, se había reunido con Escobar y se proponía salir nuevamente del país cuando fue retenido por los Pepes. El ingreso a Colombia fue detectado por agentes de inmigración del DAS, que lo reportaron de inmediato. El capo estaba tan desesperado y aislado que cometió el error de llevar a Gaviria a la casa donde se escondía”, asegura la exreina en su libro.
Esa confesión hecha por el propio Gilberto Rodríguez Orejuela controvierte directamente la historia oficial y le da un rol mucho más relevante a Los Pepes en la muerte de Escobar, incluso daría crédito a las versiones que afirman que el tiro de gracia fue del hermano de “Don Berna” o de Castaño, pues habrían sido los primeros en enterarse del paradero de Pablo.
“Gustavito Gaviria, el hijo de Gustavo, primo de Pablo, fue quien suministró la ubicación del escondite de Pablo. Lo demás ya se sabe”, se lee párrafos después en el libro.
La exreina en su relato matiza: “No tengo cómo probar nada, pero sí puedo dar fe de lo que mi pareja me contó y su relato coincide en su totalidad con lo que él les contó a su vez a algunos de sus escoltas, que veinte años después hablaron conmigo para este libro”.
Lo cierto es que ese jueves 2 de diciembre, horas antes de que Pablo Emilio Escobar Gaviria fuera abatido por un disparo del que aún existen dudas de su procedencia, el cuerpo baleado de Gustavito Gaviria fue encontrado por la policía en Medellín.
Tal vez las preguntas sobre la muerte de Escobar nunca sean resueltas del todo, haciendo que su mito siga creciendo con el pasar de los años. Lo que sí resolveremos es con qué versión de la historia se casará El General Naranjo, la última de una larguísima lista de producciones que evocan la vida del capo, aunque para eso toque esperar que pase la pandemia y se siga rodando la serie.
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