En septiembre del año pasado, el Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC tuvo el mayor revés desde su firma, cuando un grupo de ex comandantes de la extinta guerrilla anunció su regreso a las armas. En medio de la incertidumbre de los excombatientes en los territorios, un ex miliciano creó una iniciativa para comercializar productos elaborados por sus compañeros y sus víctimas para evitar que la violencia volviera a reinar. Y hoy distintas marcas de café, de cervezas y varios productos orgánicos elaborados por ellos pueden llegar a la casa de los colombianos en cualquier parte del país.
“Era un momento de desesperanza grande. Todo era un remolino, nadie sabía qué hacer, qué iba a pasar, y estábamos pasando por circunstancias económicas muy difíciles”, cuenta Julio Pulido, quien fue militante clandestino de las FARC en Bogotá por 14 años. Aunque nunca empuñó un arma, él sabía lo que pasaba en los espacios territoriales (ETCR) -que estableció el Acuerdo para el regreso de los exguerrilleros a la vida civil-, y entendía que las probabilidades de que algunos optaran por regresar a la guerra eran mayores de las que todos querían. La única manera (que vio) de evitarlo era mostrarles que era posible otro camino.
A Julio siempre le sorprendió que en la ciudad era fácil encontrar una palabra de aliento, de ánimo y de deseo de paz entre la ciudadanía alejada de la guerra, pero esos “abrazos” -como le llama- no llegaban hasta las poblaciones más alejadas y de mayor conflicto, donde se encontraban sus compañeros. “Ellos necesitaban sentir ese amor también, saber que la gente creía en el proceso, y debía ser ya antes de que decidieran hacer otra cosa. Así nació ‘Amor a Tiempo’”, expresa Julio. El proyecto lo inició con una compañera -de quién prefiere omitir el nombre- que estuvo 12 años en la parte armada de las FARC, en el Bloque Oriental.
Dentro del marco de los acuerdos se crearon unas economías solidarias, a través de las cuales se generan proyectos productivos para que los excombatientes tengan salidas económicas para continuar el proceso de reincorporación. La mayoría empezó con financiación propia y con el tiempo han recibido apoyo financiero del Estado y, sobre todo, de organizaciones internacionales. Los proyectos incluyen desde productos de alimentación hasta artesanías, confecciones y deportes extremos.
En septiembre de 2019, el consejero para la Estabilización, Emilio Archila, dio a conocer que en ese momento se encontraban en ejecución 29 proyectos productivos colectivos de excombatientes, y más de 350 individuales. Es decir; se constituyeron más de 400 empresas, y en ellas se han invertido 24.836 millones de pesos según cifras de la Agencia de Reincorporación, resaltó el diario El Tiempo.
“Nosotros nos enfocamos en los productos alimenticios que muchas veces se quedaban en un pequeño mercado local, sin mayores ganancias o incluso con pérdidas de producción”, explica Julio. Algunos de esos productos son elaborados por excombatientes, otros por víctimas y otros por ambos. “Hay un proceso de perdón y reconciliación muy bonito y queríamos que la gente lo conociera. Con esos productos se beneficiaban familias de excombatientes pero también campesinos de comunidades que sufrieron la guerra”.
‘Amor a Tiempo’ comenzó con una ancheta de dos marcas de cerveza, una de café y un jamón ahumado de cerdo, ofreciendo 30 cajas en una cuenta de Instagram que a los pocos días tenía más de 300 seguidores. Los pedidos, en una semana, sobrepasaron los 50 y los suministros existentes. “Todos se sorprendieron, no creían que la gente fuera a comprar productos si sabían que los habían hecho excombatientes de las FARC, pero eso fue lo que tuvo mayor impacto, querían apoyar la paz”, comenta Julio.
La noticia del éxito se extendió por todos los espacios territoriales y sus comunidades aledañas. Los productores empezaron a llamar a Julio para comercializar sus emprendimientos, y hasta grupos de víctimas se acercaron. Comenzó así una “red de apoyo” entre negocios que no competían entre sí, sino que se apoyaban, incluso a quienes fueron una vez víctimas de sus peores actos. Ahora, a través de un catálogo por internet, ‘Amor a Tiempo’ ofrece una lista de productos que incluye café, cervezas y los cultivos orgánicos más variados, que se entregan puerta a puerta.
Cervezas
Son cuatro las marcas de cerveza, que incluso han logrado una distribución en algunos bares de Bogotá. La Roja es quizás una de las más conocidas. Se gestó en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Antonio Nariño, ubicado en zona rural de Icononzo, Tolima, con la ayuda de un viejo compañero de escuela de origen irlandés de uno de los ex guerrilleros. Tenían algo más de 15 años años de haber ido al mismo colegio privado de Bogotá, cuando Wally Broderick supo de Carlos Alberto, quien pagaba 11 años de cárcel en ese momento.
Broderick ofreció su conocimiento para dar clases en el ETCR y allá se reencontraron, pues al pagar su condena y recobrar su libertad Carlos Alberto regresó a las filas de las FARC, que por ese tiempo ya esperaban la firma de la paz. Él les entregó la receta de una cerveza ale roja, de color rojo y sabor amargo, y aprendieron la producción artesanal, que por su levadura requería pocos días de fermentación.
En este mismo municipio tolimense se gestó también la cerveza tipo Belgian Ale Pale, con 5% de alcohol, llamada Cazique Icononzue, que a diferencia de la anterior, fue creación de víctimas de las Farc que decidieron vincular a sus antiguos victimarios al proyecto. “Fue un proceso de perdón grande. Por ejemplo, la hija del dueño casi queda paralítica por una bala perdida en un enfrentamiento de las FARC”, cuenta Julio Pulido.
La Trocha, por su parte, es una porter ale con 5.5 grados de alcohol y que nació en Bogotá con el acompañamiento de profesores de la Universidad Nacional, y se fabrica en el municipio de Ubaté, en Cundinamarca, por 11 excombatientes. Y por último está la cerveza Natural.
Además de estas bebidas alicoradas, ‘Amor a Tiempo’ pronto distribuirá una crema de whisky elaborada en el ETCR Héctor Ramírez, ubicado en la vereda de Agua Bonita, del municipio de La Montañita (Caquetá). Este emprendimiento inició con la construcción de una despulpadora de frutas financiada por el Fondo Europeo para la Paz. Con ella se benefician también muchos campesinos de la zona que cultivan piña, maracuyá y guanábana, y crean productos como arequipe y la crema de whisky.
El producto símbolo de Colombia
El café, que en el siglo XX era el producto estrella de exportación de Colombia, hoy también es símbolo de esperanza para excombatientes y sus víctimas, que han reemplazado los cultivos de uso ilícito por la siembra del grano. Son varias las marcas que se han creado bajo los proyectos productivos en el marco del Acuerdo, y algunas incluso han traspasado fronteras. En junio de 2019 se realizó la primera exportación de café procesado por exguerrilleros, hacia Estados Unidos.
Además, el gobierno anunció el año pasado que el 20% de las compras públicas a nivel nacional deben incluir procesos de personas reincorporadas, y así se empezó a tomar café de excombatientes y víctimas en el Congreso. Para Julio esta es la mejor forma de construir paz, y por eso en su catálogo añadió un mug con la consigna “Tómese un tinto con quien piensa distinto”.
Las marcas incluyen dos realizadas en conjunto por ex guerrilleros y campesinos víctimas del conflicto. Una se llama San Pedro, sembrada a 1.600 metros sobre el nivel del mar en la finca Esperanza, en Ataco, Tolima; es de fragancia dulce, sabor a vainilla y almendra, y cremoso. El otro se llama Alto, y es elaborado en el Macizo colombiano con almendras seleccionadas y bajo un proceso agroambiental.
Otra de las marcas se llama Maru, nombre que recibe por Manuel Marulanda, uno de los fundadores de las FARC, pues fue idea de uno de sus hijos, Rigo. Se elabora en Mesetas, Meta, por ex combatientes que fueron capacitados por campesinos de la región para aprender sobre semillas, el proceso de secado y todo lo referente al grano. Es cultivado 100% con abonos y de él se benefician familias tanto de reincorporados como de campesinos.
Y la última marca es Paramillo, que se produce en una finca en Ituango, Antioquia, que fue adquirida para tal fin por Dipaz (Diálogo Intereclesial por la Paz), la Confraternidad Carcelaria de Colombia y la fundación alemana Hoffnungs Träger. Es uno de los que más gusta por su sabor acaramelado y chocolatoso; sin embargo, por los problemas de violencia que se presentan en la zona los productores tuvieron que abandonar sus cultivos y el café está agotado; cuenta Julio.
Actualmente, este municipio del norte de Antioquia vive una difícil situación de orden público por los enfrentamientos entre las disidencias de las FARC, el Clan del Golfo y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), quienes se pelean el territorio dominado por cultivos de uso ilícito. La semana pasada más de 800 personas fueron desplazadas de sus hogares por los combates, en la que es la crisis humanitaria más grave de este año en la región.
Productos orgánicos
Hay una variedad de productos orgánicos en los que trabajan los exguerrilleros y sus víctimas, pero quizás uno de los que llama más la atención es el Sacha Inchi, con el que se elabora en el ETCR de Filipinas, Arauca, aceite extravirgen, nueces neutras y nueces cubiertas de cacao. Este fruto en forma de estrella, originario de la selva amazónica, contiene omega 3, 6 y 9, y vitaminas A y E.
Así lo afirma Wladislaw, quien militó en las filas armadas de las FARC, donde era uno de los médicos. Por eso, siempre resalta las propiedades para la salud de su producto, pues -dice- el aceite es uno de los que mayor nutrientes tiene en el mercado. El Sacha Inchi le hace frente a los cultivos de coca, pues su rentabilidad es similar.
Otro de los cultivos orgánicos es la miel Apiario de Amor, elaborada en Sumapaz (Bogotá) por una familia víctima de desplazamiento que ha transmitido de generación en generación el trabajo de apicultura por más de 30 años.
“Con ellos tenemos una historia particular. Cuando nos contactaron para vender su producto lo dieron a un precio tan bajo que pensamos que era una miel mala, porque ese precio no era sostenible. Les dijimos y nos contaron que preferían vender barato, sin ganar nada, para que no se perdiera la producción. Nos negamos, les dijimos que la idea era tener una competencia justa y que ellos tuvieran ingresos. Aceptaron bastante escépticos. Y cuando vieron que se quedó corta la producción se pusieron muy felices, le contaron a todo el mundo y nos llamaron más campesinos a ofrecer sus cultivos”, cuenta Julio.
Así que como ellos, reciben productos de muchas otras partes del país. Está la marca de jamones Estrella Dorada, que es de un ex miembro de la milicia urbana de las FARC en Bogotá; otra miel de Chalán, Sucre; frutas deshidratadas del Valle del Cauca; encurtidos Ikra, de Cundinamarca. Y se preparan para empezar con productos de cosechas orgánicas de víctimas como quinua, chía, macadamia, vinagre, aceite de coco, cacao, té verde, té de coca y panela.
“Esta es una red de afecto. Cada vez que llevamos una ancheta le decimos a la gente que con eso está ayudando a que la paz sea una realidad. Asumir una compra es brindar apoyo a las personas que están en los territorios, exguerrilleros y campesinos y víctimas. Siempre se los decimos, y la gente lo sabe. Una señora una vez nos dijo “cada vez que les compro a ustedes siento que ayudo a que alguien no vuelva a empuñar las armas”, expresa Julio.
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