En cruce de trinos la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, tuvo una airada respuesta al periodista Félix De Bedout que se hizo viral por cuestionar a la cacerola y calificarla como un instrumento de “destrucción”, que en las manifestaciones ciudadanas que iniciaron desde el 21 de noviembre se ha convertido en el símbolo del descontento de los colombianos con el gobierno de Iván Duque.
Todo comenzó cuando Ramírez puso un trino en rechazo al asesinato de la lideresa social Lucy Villarreal, quien murió en Tumaco (Nariño) en vísperas de la navidad. La vicepresidenta hizo una serie de cuestionamientos sobre el trágico suceso junto con un reclamo a la Fuerza Pública: “¿Quién asesinó antier a Lucy Villareal mientras sus hijos la esperaban para la navidad? Qué muestran las cámaras? Porqué la gente tiene miedo a hablar? Fuerza pública y justicia deben redoblar esfuerzos en Tumaco donde el narcotráfico que trae violencia creció exponencialmente”, escribió.
A esto, el periodista Félix De Bedout, citando el trino de la vicepresidenta, dijo sarcásticamente y en alusión al tono airado del reclamo de Ramírez: “La vicepresidenta está a un paso de salir al balcón a darle a la cacerola”.
Ramírez respondió escalando la discusión y afirmó que a ella nunca la verían con una cacerola en la calle porque “lo único” que quiere "es el progreso y no la destrucción de Colombia”.
Además afirmó que, “tal como lo ha planteado Iván Duque, la legalidad y la conversación constructiva permiten solucionar entre todos lo que hay que corregir”.
Las dos implicaciones de su trino no cayeron para nada bien en los usuarios de Twitter, que le recordaron a la vicepresidenta no solo que la protesta es un derecho constitucional, por lo que no tiene nada de ilegal, sino que ella misma ha apoyado en el pasado los cacerolazos que se han dado en Venezuela contra el régimen chavista.
De Bedout cerró la discusión cuestionando a Ramírez sobre las falencias del Gobierno y la Fuerza Pública para responder a las denuncias de líderes sociales en Tumaco que la semana pasada habían lanzado alertas contra su seguridad y afirmando que una funcionaria del Gobierno como la vicepresidenta debería tener respuestas a los colombianos, no más preguntas.
Este último trino no fue contestado por Ramírez, que recibió también el descontento ciudadano por su descalificación a la cacerola.
El uso de este elemento como herramienta de protesta social era inédito en Colombia hasta el pasado 21 de noviembre cuando empezó el paro nacional, una serie de manifestaciones que se han sostenido en las calles hasta el día de hoy.
Las cacerolas empezaron a sonar de manera espontánea en Bogotá, después de que la jornada de protestas de ese día, en su gran mayoría masiva y pacífica, se tornara violenta en la noche, con desmanes protagonizados por grupos de vándalos y enfrentamientos de la Fuerza Pública que salió a reprimir a los manifestantes.
Una vez en sus casas los bogotanos sacaron sus cacerolas a las ventanas y empezaron a sonarlas en un acto que tomó por sorpresa a los propios organizadores del paro y líderes políticos de la oposición y que rápidamente se extendió no solo por toda la ciudad sino por todo el país. Desde ese día, los cacerolazos han sido cotidianos en las protestas, concentrando gente incluso a las afueras de la residencia del presidente Iván Duque sonando por horas sus cacerolas.