A lo largo del la jornada de huela nacional en Colombia hubo disturbios en distintas partes del país, pero al caer la tarde, cuando las multitudes se dispersaban, entraron en acción agitadores que se enfrentaron con piedras a la Policía, que respondió con gases lacrimógenos, y vándalos que aprovecharon el desorden para saquear oficinas públicas y comercios.
El mayor foco de violencia se vivió en Cali, la tercera ciudad de Colombia, donde el alcalde Maurice Armitage decretó toque de queda durante toda la noche para contener los saqueos a establecimientos comerciales.
El toque de queda también fue implantado en los municipios de Candelaria y Jamundí, cercanos a Cali, debido a los saqueos, al igual que en Facatativá, una localidad que está ubicada a menos de 50 kilómetros de Bogotá.
Pese a esta medida, en algunos barrios de la zona sur de Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, vándalos ingresaron a conjuntos de apartamentos a robar, lo que obligó a sus moradores a armarse con palos y otros objetos para defender sus propiedades.
En la capital colombiana, vándalos encapuchados reunidos en la Plaza de Bolívar atacaron a los policías que custodiaban el Capitolio, el Palacio de Justicia y el Palacio Liévano, sede de la Alcaldía.
Policías y encapuchados libraron una batalla campal por cerca de una hora en la zona al caer la tarde hasta que la fuerza pública logró dispersar a los agitadores.
Un desorden similar ocurrió en el populoso sector de Suba donde delincuentes destrozaron la principal estación de autobuses del barrio así como una oficina de atención de los servicios públicos, y además de saquear comercios incendiaron una moto de la Policía.
Al respecto, Duque aseguró esta noche en una alocución al país que lo ocurrido tras las manifestaciones son “vandalismo puro y no obedecen a una expresión de la voluntad popular, ni serán legitimados por el derecho a la protesta”.
“He dado unas instrucciones muy precisas para que la Fuerza Pública garantice la seguridad, que está siendo afectada por vándalos y criminales que quieren aterrorizar a nuestros ciudadanos”, dijo.
El impacto del cacerolazo
Cuando la jornada parecía que había terminado un súbito cacerolazo en barrios residenciales de Bogotá y otras ciudades del país prolongó las protestas contra Duque.
El movimiento comenzó en el tradicional barrio de Chapinero y se regó como pólvora por otros sectores de la ciudad donde esta forma de manifestación se alargó por horas bajo el grito de “resistencia, resistencia”.
El golpeteo de las cacerolas llegó hasta el norte de la capital, donde una multitud se hizo sentir en frente del condominio donde tiene su residencia particular el mandatario.
El cacerolazo, símbolo de las protestas en otros países latinoamericanos, era hasta hoy algo casi inusual en Colombia donde el único antecedente de esta manifestación popular se remonta a mediados de la década del noventa contra el entonces presidente Ernesto Samper por el escándalo de filtración de dineros del narcotráfico en la campaña electoral que lo llevó al poder.
El deterioro de las pensiones y los salarios, el incumplimiento de los acuerdos con los estudiantes, y la perenne situación de violencia que vive el país -más de 160 dirigentes sociales y sindicales han sido asesinados en lo que va de año-, así como el intento del Gobierno de modificar el acuerdo de paz con las FARC en 2016, son los principales puntos de las movilizaciones que se han registrado este jueves en varios puntos de Colombia.
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