Rodrigo Londoño Echeverri –"Timochenko"- y Luciano Marín Arango –"Iván Márquez"- son los dos principales líderes de la extinta guerrilla FARC. Dos hombres que representan hoy posturas diametralmente opuestas: los intentos de mantener al grueso de la tropa en el proceso de paz liderados por el primero y el rearme de una facción de las antiguas FARC comandadas por el segundo.
Timochenko, presidente del partido político en que se transformó las FARC y último Comandante en Jefe de la guerrilla antes de dejar las armas, es el ancla de los exguerrilleros con el proceso de paz. Sus posiciones claras frente al respeto de lo pactado le han dado voz al 90% de los desmovilizados que se mantienen firmes en sus ánimos de reincorporación a la vida civil, pero lo han alejado de varios mandos medios que ven en su defensa al Acuerdo de Paz una posición débil frente a un Estado que aún consideran enemigo y que ha incumplido gran parte de lo pactado.
Dentro de esa corriente se inscribe Iván Márquez, segundo al mando de la extinta guerrilla, quien pese a ser jefe negociador en La Habana y uno de los principales responsables de alcanzar el logro histórico de una salida negociada a un conflicto que duró 56 años, también fue el primer alto mando en desertar del acuerdo, fugarse a un país vecino y el pasado jueves anunciar la creación de una "nueva guerrilla", que busca retomar las banderas de lo que alguna vez fueron las FARC-EP.
La historia de desencuentros entre los dos líderes insurgentes no es nueva y viene desde el momento en que Timochenko fue nombrado jefe máximo de las FARC en 2011, después de que se produjera la muerte de Alfonso Cano, entonces Comandante en Jefe, en medio de los diálogos secretos con el gobierno de Juan Manuel Santos para iniciar un proceso de paz.
En ese momento se rumoreaba que el siguiente en la línea de sucesión era Iván Márquez, quien había asumido las funciones políticas y de relacionamiento internacional que tenía Raúl Reyes, dado de baja por el gobierno de Álvaro Uribe en medio de un bombardeo a territorio ecuatoriano en 2008.
Pero el Secretariado de las FARC, máximo órgano de dirigencia de esa guerrilla, integrado por los siete principales cabecillas de los bloques armados, decidió unánimemente elegir a Londoño, quien también es conocido como Timoleón Jiménez.
Esa decisión estuvo basada no solo en la ascendencia política y militar de Timochenko, quien era el comandante del Bloque Magdalena Medio, que había dado importantes golpes y hecho frente a la embestida militar que terminó produciendo la muerte de Cano, sino porque garantizaba la continuación del diálogo secreto con el Gobierno, el cual eventualmente desembocaría en el proceso de paz de La Habana y del que Márquez era más crítico.
Con la agenda de diálogos públicos definida y la mesa ad portas de ser instalada, las FARC presenta a Márquez como su jefe negociador, en una apuesta por vincular a los sectores más reacios a terminar el conflicto por la vía negociada. Basta recordar el sarcástico "quizás, quizás, quizás" de Jesús Santrich, mano derecha de Márquez, al momento de instalar la mesa de conversaciones en Oslo, Noruega, cuando fue preguntado si las FARC pediría perdón a las víctimas.
En las conversaciones se definieron dos claros bloques: por un lado, los críticos al proceso Iván Márquez, Jesús Santrich, Romaña y "el Paisa", quienes terminaron anunciando su regreso a las armas el pasado jueves; y los más afines a Timochenko como Pastor Alape, Pablo Catatumbo y Carlos Antonio Lozada, que siguen hoy defendiendo la palabra empeñada.
El Congreso de la discordia
Las reales diferencias quedaron más claras una vez firmado el acuerdo e iniciado el tránsito a convertirse en un movimiento político. Así lo explica el profesor de la Universidad del Norte, Luis Fernando Trejos.
"Las FARC siempre se mostraron ante el país como una estructura cohesionada y jerárquica, en su historia solo tuvieron una disidencia, pero lo que vino a demostrar la paz fue que los bloques tenían liderazgo más fuerte de lo que se pensaba, y lo que diga el líder del bloque es lo que está haciendo la tropa", afirma el experto.
Durante el Congreso Fundacional del Partido FARC esto quedó más que claro. Ahí se escogieron a los miembros de la dirección nacional del nuevo partido y el nombre del mismo. Timochenko promovía que el partido se denominara "Nueva Colombia", mientras que Márquez quería que mantuviera el nombre FARC pero que sus siglas pasaran de ser Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, a Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
Márquez ganó la puja por el nombre con 682 votos de los 1.200 posibles, y también fue el más votado para conformar la dirección del partido, con 888 votos, aventajando a Timochenko por 68 votos.
En ese momento, quien fuera el último Comandante en Jefe de las FARC emitió una carta en donde señalaba que había una "campaña sistemática" para cuestionar su "idoneidad" para "seguir siendo el jefe de las FARC".
Después de muchas discusiones internas y que el propio Timochenko dijera estar dispuesto a dar un paso al costado, se definió que él seguiría liderando la organización ahora en la legalidad y que sería candidato presidencial -algo a lo que después renunció por problemas de salud-, mientras que Márquez encabezaría la lista al Congreso en las primeras elecciones que enfrentarían como partido político, terminando en una estrepitosa derrota en las urnas.
Las personalidades de ambos y las posturas que defienden quedaron claras en los discursos que pronunciaron al cierre de dicho Congreso. El de Timochenko llamó al compromiso con el fin de la lucha armada y a construir un partido moderno, a tono con las demandas sociales de los sectores más desfavorecidos de Colombia, lejos de dogmatismo o sectarismos, que fuera parte de una gran convergencia en favor de la paz.
El de Márquez fue más punzante, reivindicando la historia revolucionaria de la guerrilla y centrándose en los incumplimientos del Estado frente a lo pactado, que para ese entonces ya eran varios.
"Hay gente que tiene la necesidad de sentirse jefe, no importa de qué, y a veces actúa más por sus intereses que por los del colectivo", le contó a Infobae un miembro del partido FARC que prefirió guardar su identidad cuando se le pregunta por el carácter de Iván Márquez.
"El compañero Timo se le destaca que es un hombre de palabra y respetuoso de las decisiones del colectivo, lo he visto asumir posturas con las que ha veces no está de acuerdo porque fue la que se impuso en el colectivo", afirmó sobre Timochenko.
Santrich, la renuncia a la curul y el cruce de cartas
La captura de Jesús Santrich el 8 de abril de 2018 por presunto concierto para delinquir con fines de narcotráfico terminó de minar la voluntad de Márquez de mantenerse en el proceso.
Inmediatamente después de conocida esa captura, en la cual estaba implicado también el sobrino de Márquez Marlon Marín, el exjefe negociador se trasladó de Bogotá a la zona veredal que dirigía "El Paisa" y desde ahí afirmó que todo era parte de un montaje para deslegitimar a las FARC y capturar a sus líderes, incluyéndolo.
El 17 de julio Márquez renuncia públicamente a su curul en el Senado por mantener "diferencias insalvables" con el Gobierno y las modificaciones hechas al Acuerdo de Paz en el Congreso. Poco después de estas declaraciones el Paisa, Romaña y Zarco Aldinever renunciaron a su esquema de protección y se les perdió pista de su paradero. Todos ellos hoy hacen parte de la "nueva guerrilla" que anunció Iván Márquez.
Para marzo de 2019 una carta de Iván Márquez volvió a levantar polémica por las divisiones en la exguerrilla. Desde un paradero desconocido el líder insurgente afirmó en que había sido "un error entregar las armar" ante un gobierno que había hecho trampa a lo pactado mostrando que no tenía voluntad de cumplir.
Estas declaraciones causaron una reacción vehemente de Timochenko quien en otra misiva rechazó la postura de Márquez y los demás guerrilleros fugados.
"Creo que, si vamos a hablar de autocríticas, la primera que debería emanar de su parte es la de haber abandonado la responsabilidad que le otorgó nuestro partido, y en la que confió el país y la comunidad internacional. Desafortunadamente Iván no percibió la dimensión del puesto que nuestra larga lucha lo llevó a ocupar. Se fue, sin ningún tipo de explicación, y se negó a ocupar su curul en el Senado, dejando acéfala nuestra representación parlamentaria en el momento en el que más requería su presencia", decía Timochenko en su carta.
Las palabras de Timochenko levantaron ampollas y fueron respondidas desde la cárcel por Santrich estos términos: "Flaco favor le hace a la unidad del partido y a la conquista de los objetivos revolucionarios estigmatizar a quienes, desde una posición crítica y autocrítica, con desconfianza y por salvaguarda de sus propias vidas, hoy actúan desde la distancia en defensa de los fundamentos 'marulandistas' y bolivarianos".
Después de la fuga en julio de Santrich, que estuvo precedida de su liberación de la cárcel y su posesión como congresista, Timochenko volvió a manifestar su descontento: "Es una vergüenza por todo el esfuerzo que hicimos. No podemos estar engañando a la gente", dijo entonces.
Después de conocidas las imágenes de Márquez y Santrich de regreso a los fusiles y al camuflado y de los demás mandos de las antiguas FARC que han decidido junto con ellos conformar una "nueva guerrilla", ha sido Timochenko el más vocal líder fariano en rechazar esta nueva amenaza a la paz y la reincorporación de los excombatientes.
"Siento vergüenza por lo que hicieron los compañeros, pero es una decisión individual que no representa al resto", dijo el líder del partido, quien además de pedir perdón a los colombianos afirmó que con la decisión de sus antiguos compañeros se habían expulsado solos tanto del partido como de los beneficios del Acuerdo de Paz.
Timochenko y Márquez, dos hombres, dos líderes y dos ideas distintas del cambio político, uno le apuesta a la paz y otro a la guerra, abriendo nuevamente la pregunta eterna de la conflictiva historia colombiana. ¿Cuál de las dos se impondrá?