Además de los asesinatos que asedian al municipio de Bello, en el departamento colombiano de Antioquia, la comunidad ahora permanece en zozobra también por panfletos, videos y audios amenazantes que circulan en internet. Esa es la nueva estrategia de las bandas criminales en medio de las disputas territoriales que protagonizan para quedarse con las rentas ilícitas.
Los grupos delincuenciales "Pachelly", "el Mesa" y "Niquía Camacol" son los señalados de enviar los mensajes intimidantes que perjudican a dos de las diez comunas del municipio, detalla una investigación del diario local El Colombiano. Ello, en medio de enfrentamientos por el control del narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal de oro.
Otras razones que señala el medio local sobre las disputas son la reorganización jerárquica de las bandas por las recientes capturas de sus cabecillas por parte de las autoridades, y venganzas por cuentas pendientes. La situación ha incrementado la violencia y los índices de homicidio en la región.
Hasta el 29 de mayo de 2019, se habían registrado 65 asesinatos en Bello, un aumento significativo teniendo en cuenta que en el mismo periodo de tiempo en 2018 se presentaron 29 casos. La situación ha afectado al comercio, la movilidad y hasta la educación de los niños, pues sus familias temen enviarlos al colegio.
En redes sociales y a través de aplicaciones como whatsapp -de acuerdo con El Colombiano– se realizan amenazas entre bandas donde declaran objetivos militares con lista en mano e incluso fotos de familiares de los "enemigos". También intimidan a dueños de empresas, hoteles, supermercados, urbanizaciones y otros establecimientos comerciales.
Otros afectados por las amenazas son las mismas autoridades e investigadores, e incluso los periodistas y organizaciones sociales. En los mensajes incluso publican fotografías de asesinatos ya cometidos como una advertencia. Pero también imágenes y videos de crímenes de otras ciudades y países para generar miedo.
Todo esto ha generado una percepción de inseguridad en Bello por la que sus habitantes no quieren ni salir de sus casas, afirma El Colombiano. Las autoridades califican este accionar como ciberterrorismo, al cual lo acompaña un "terrorismo psicológico" -como lo llama el medio nacional- en el que los grupos hacen graffitis con sus nombres en fachadas de la infraestructura del municipio.
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