Pablo Escobar llegó a facturar cientos de millones de euros por semana con el negocio del narcotráfico. Para ello, fue pionero de varios métodos de tráfico con los que enviaba cocaína al exterior. Un submarino, procesos químicos, flota de aviones, mulas, maletas doble fondo, barcos pesqueros son solo algunos medios que usaba para llenar de droga a Estados Unidos. Actualmente, las bandas criminales colombianas han retomado algunas de esas estrategias y sofisticado otras.
Quizás, el mayor misterio sobre el negocio ilícito que ha suscitado el extinto líder del cártel de Medellín es un supuesto submarino que dos exagentes de la CIA dijeron haber encontrado. Doug Lax y Ben Smith hicieron una inspección en los mares de Colombia donde ubicaron los restos de la nave que, además, se decía que llevaba oculta una guaca con unos 70 millones de dólares.
La expedición fue televisada por el programa Finding Escobar's Millions del canal de Discovery UK. En el documental se registra cuando los buzos profesionales encuentran restos de metal de la nave, y una caja que parece ser una batería. Pero nunca hallan el supuesto dinero o la droga que se decía permanecía ahí. Pocos dan crédito a que Escobar realmente haya tenido un submarino.
El capo tuvo un intento fallido de comprar un submarino a los soviéticos con ayuda del entonces presidente de Cuba, el fallecido Fidel Castro. Y, la verdad, en el mercado negro internacional es imposible conseguir uno, por eso los nuevos capos han optado por fabricarlos con sus propios medios. Así lo ha podido confirmar la Fuerza Pública colombiana, que ya ha incautado naves de este tipo.
En 2017, la Armada de Colombia encontró el primer submarino eléctrico usado para transportar cocaína en la cuenca de los ríos San Juan y Baudó, zona rural del departamento de Chocó, fronterizo con Panamá. Fue una enorme embarcación de 11 metros color verde, que contenía, que gracias a su propulsión eléctrica podía navegar a tres metros bajo la superficie, hasta con tres toneladas de coca.
El sumergible fue construido de forma manual con láminas de acero naval, formado con cuatro aletas estabilizadoras, radares y cámaras de navegación, y más de 100 baterías que alimentaban los dos motores eléctricos que operaban para la inmersión. Su construcción, que debió tardar entre cinco y seis meses, costó más de 1,5 millones de dólares según estimaciones de las autoridades.
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— Armada de Colombia (@ArmadaColombia) July 27, 2017
"Las baterías que alimentan la máquina no producen gases y permiten la navegación en inmersión, lo que hace difícil su detección", informó la Armada en ese momento. Explicaron que no aparece en los radares, sino como un puntico con el que también se señalan las olas. Su fabricación fue tan elaborada que las autoridades suponen que quién lo hizo trabajó en la Armada, porque casi nadie tiene esa especialidad. Y según la investigación, podía pertenecer a una alianza entre el Clan del Golfo y el ELN.
Con este submarino descubrieron una nueva estrategia para transportar droga al exterior, que materializó la idea que alguna vez tuvo el narcotraficante más grande que ha habido en Colombia, sin poder nunca cumplirla. Y, de la misma forma, las bandas criminales dedicadas al negocio ilícito han sofisticado métodos usados por Escobar y retomado otros que en la década de los 80 convirtieron a Colombia en el mayor exportador de cocaína a Estados Unidos.
Otros métodos de Escobar
Pablo Escobar tenía una flota de 15 aviones y 6 helicópteros con rutas clandestinas en distintas partes de la selva colombiana y en otros países para transportar la cocaína directo a Estados Unidos. Pero también tenía otros métodos de distribución variados que, si bien desde entonces han sido utilizados por distintos narcotraficantes, en los últimos años se ha registrado un inusual regreso a dichas estrategias.
Las razones son variadas, según explicó una fuente de la Policía al diario El Espectador. Una de ellas tiene que ver con los decomisos de las autoridades, pues cuando se cae un gran cargamento los narcos pierden mucho dinero. Esto ha obligado a los criminales a traficar en cantidades más reducidas, que signifiquen menos pérdidas si llegan a ser descubiertas, y que, además, hace más difícil su detección. Esa estrategia se conoce como 'pitufeo'.
En los 80, el cartel de Medellín sobornaba compañías aéreas y embarcaciones turísticas para enviar en ellas pequeñas cantidades doga. Escobar lograba sacar hasta dos toneladas de cocaína en pequeños veleros desde el Urabá hasta Centroamérica. La modalidad ha resurgido pero en jets de lujo. El año pasado las autoridades británicas descubrieron un vuelo chárter que había salido desde Bogotá con 500 kilos de clorhidrato.
Así descubrieron una gran red que usaba aerolíneas de servicios VIP para contratar aviones de lujo donde se camuflaban falsos empresarios que llegan a hacer "negocios" a Colombia y se embarcaban con sus maletas de diseñador llenas de pasta de coca. Ese método lo hizo Escobar con su socio Carlos Lehder, que compró una isla en las Bahamas para que aterrizaran las aeronaves.
Fueron ellos también los que instauraron las llamadas 'mulas', personas que ingieren cápsulas de droga o las llevan adheridas a su cuerpo, o en sus maletas de doble fondo, para viajar a otros países. Sigue siendo una estrategia muy utilizada, ahora incluso las cápsulas también llevan dinero, es la forma de transportar las ganancias de la actividad ilegal de un país a otro.
Otro método que ha sido perfeccionado es el que usaba Escobar dejando caer en mar abierto la mercancía que iba en aviones, y que posteriormente era recogida por lanchas rápidas para transportarla hasta Miami. El sistema fue descubierto por la DEA y se dejó de usar. Pero los capos colombianos la transformaron en lo que llaman 'parásitos'.
La Armada Nacional explica que los 'parásitos' son tubos rellenos de cocaína que son enganchados en buques mercantes, con su complicidad o sin ella, que llevan una boya con un localizador. Si la embarcación en interceptada de alguna manera por las autoridades, los narcos sueltan los parásitos, que se alejan rápidamente a tres o cuatro millas marinas. Cuando el operativo acaba, recuperan el cargamento que es ubicado con exactitud vía satelital.
Entre las estrategias que han regresado está una de las más famosas de Escobar, por su osadía: impregnar prendas de vestir con cocaína líquida, que tras un proceso químico era recuperada. El capo usaba jeans, pero cuando las autoridades lo descubrieron, empezaron a revisar cada encomienda de ropa enviaban al exterior.
Así que el cabecilla del Cartel de Medellín decidió empezar a impregnar las cajas de cartón en las que iban los jeans. Si era interceptado un cargamento, las autoridades se quedaban con la ropa para revisarla y botaban las cajas, que entonces eran recogidas por los narcos y recuperaban la droga.
Ese mismo método es utilizado ahora pero no solo usando ropa, sino ocultando la cocaína mediante un proceso químico en cremas, geles, exfoliantes, adheridos en plástico, mezclados con carbón, pulpa de fruta. Incluso, le cambian la apariencia de la droga, como el color y el olor, para que pase desapercibida en los controles regulares de los aeropuertos.
El año pasado la Policía Antinarcóticos del aeropuerto internacional El Dorado, de Bogotá, decomisó una pintura de 90 centímetros de la Virgen María donde escondieron 10 kilos de cocaína rosada, más conocida como 2CB, entre la tinta y el marco del cuadro. El cargamento tendría un valor de 35 mil dólares en el mercado negro en Estados Unidos.
40 años después de que estos métodos hayan sido inventados por Pablo Escobar y sus socios del cartel de Medellín, los narcos actuales los vuelven a utilizar. Y las autoridades -detalla El Espectador- investigan si otra de las razones de este cambio es el regreso de viejos y poderosos narcotraficantes de aquella época que han regresado al país tras haber cumplido su condena en Estados Unidos.
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