La última semana, dos cantantes del tradicional género del vallenato se vieron envueltos en investigaciones relacionadas con homicidios que, por supuesto, se convirtieron en un tema de trascendencia nacional. Se trata de Andrés Alfonso Zuleta, hijo de Poncho Zuleta, y Alberto 'Beto' Zabaleta. Sus casos recuerdan líos judiciales similares que vivieron otros ídolos de la música popular colombiana, algunos de los cuales terminaron condenados.
Días después de celebrarse el Festival de la Leyenda Vallenata, el más reconocido de este género y Patrimonio Cultural de la Nación, la Policía de Cesar confirmó el asesinato de Ilina Guerra, de 38 años. La mujer se dirigía a su casa luego de salir de un gimnasio de su propiedad, cuando fue interceptada por un motociclista que la atacó a tiros. El crimen conmocionó a la ciudad, y mucho más después de que acusaran a un Zuleta.
Después de que se difundiera la noticia, el periodista Gonzalo Guillén escribió en su cuenta de Twitter que Andrés Alfonso Zuleta, hijo del cantante Poncho Zuleta, había amenazado de muerte a Guerra durante el Festival, de manera pública, acusándola de infidelidad. Varios medios nacionales afirman que ambos tuvieron una relación sentimental, aunque el señalado lo niega y dice estar dispuesto a colaborar con las autoridades.
Por otra parte, hace un par de semanas se conoció sobre el asesinato del ganadero y empresario José 'Ñeñe' Hernández, esposo de la recordada la exseñorita Colombia María Mónica Urbina, en Brasil. La Policía de ese país afirma que el crimen se dio en medio de un atraco por robarle un reloj Rolex, en el que el hombre de 53 años de edad fue impactado por una bala en su abdomen.
Pero esta no era la única vez que Hernández sufría una situación similar, en tres ocasiones previas había sobrevivido a tres atentados en septiembre de 2011, antes de casarse con urbina. Y aunque la pareja ya había sido víctima de ladrones de Rolex en Bogotá, las autoridades colombianas analizan otra hipótesis, en el que tanto él como el cantante Alberto 'Beto' Zabaleta aparecen investigados por el asesinato de Óscar Rodríguez, hijo del prestamista de Valledupar Carlos Rodríguez.
"Hay personas que se conocen entre ellos y que casualmente me debían a mí, son personas oriundas del Cesar y La Guajira, sus nombres son José Hernández, alias el Ñeñe; Alberto López; y el señor Alberto 'Beto' Zabaleta", testificó Rodríguez a la Fiscalía según el diario El Heraldo. En el mismo caso es señalado el capo Marquitos Figueroa, que dirigía la banda contratada para matar al prestamista, y que por error mató fue a su hijo.
Estos casos recuerdan otras investigaciones judiciales por homicidio en la que se han visto involucrados tanto cantantes de vallenato, como Jorge Oñate y Diomedes Díaz, como de otros géneros populares colombianos, como Lisandro Meza y Carlos Humberto Valencia.
Diomedes Díaz
Quizás el caso más polémico, y más recordado, es el de la muerte de la joven Doris Adriana Niño en 1997, una de las varias parejas del fallecido cantante Diomedes Díaz, que por la época ya era uno de los artistas colombianos que más discos había vendido en la historia del país y que, hasta hoy, sigue siendo una de las figuras más representativas del vallenato.
Diomedes era un orgulloso mujeriego, consumidor de alcohol y adicto a la cocaína. Tenía muchos líos judiciales relacionados con la manutención de múltiples sus hijos, que hasta hoy no se conoce la cifra exacta, porque hubo algunos a los que nunca reconoció. Tenía otros problemas financieros por el incumplimiento de contratos en las presentaciones de conciertos. Y mantenía una pública amistad con narcotraficantes y paramilitares.
Eso no fue suficiente para que Niño dejara de admirarlo. Un músico del cantante los presentó, y entablaron una relación pese a que Díaz mantenía otra con Luz Consuelo Martínez. La noche del 14 de mayo de 1997, un escolta de Diomedes la busco en su casa en Soacha, al sur de Bogotá, para llevarla a una reunión en el lujoso apartamento del vallenatero. Fue la última vez que su familia la vio.
La madrugada del 15 de mayo, tres campesinos reportaron a la Policía que habían visto un hombre bajarse de un carro blanco para arrojar un bulto que parecía una persona, y ropa, a un costado de la vía que comunica los municipios de Tunja y Cómbita. Las autoridades encontraron el cuerpo de una mujer sin identificación, a la que le pusieron Sandra, y la dieron como una prostituta. Días días después, un grupo de trabajadoras sexuales reclamó el cadáver para que no fuera enterrado en una fosa común y lo sepultaron.
Mientras tanto, Rodrigo Niño, el hermano de Doris Adriana, empezó a denunciar en medios de comunicación su desaparición, y señalaba al famoso cantante Diomedes Díaz por ser el último que la vio con vida. En medio de los reportajes una de las prostitutas reconoció el cuerpo y dio aviso a un canal de televisión. Una foto que reposaba en Medicina Legal confirmó que 'Sandra' era en realidad la amante del vallenatero.
Exhumaron el cuerpo en un acto mediático que salió en televisión nacional y el dictamen de Medicina Legal determinó que Doris Adriana había fallecido de un paro cardiaco a causa de una sobredosis de cocaína. Pero dos años después, su familia logró que revisaran el análisis, y establecieron que realmente había muerto por asfixia mecánica y tenía restos de semen de tres hombres diferentes en su vagina y ano.
Las pruebas de ADN confirmaron que el semen pertenecía a Diomedes Díaz y a sus dos escoltas. En la versión del cantante, Doris Adriana se había enfurecido al saber que Luz Consuelo había quedado embarazada y se fue de su apartamento en estado de embriaguez. Pero las pruebas e incoherencias en los testimonios comprobaron lo contrario. El cantante fue encontrado culpable de homicidio y condenado inicialmente a 12 años de prisión.
Así que Diomedes decidió huir, y estuvo prófugo por dos años, dicen que protegido por paramilitares. Se entregó y un juez de Valledupar le redujo la condena a 6 años, de los que solo pagó 3 años y 7 meses en arresto domiciliario. Luz Consuelo Martínez, madre de tres de sus hijos y heredera de la mayor parte de su fortuna tras su muerte en 2001, y los dos escoltas que estaban esa noche pagaron 10 meses de cárcel por encubrimiento.
Jorge Oñate
En 2014, el cantante Jorge Oñate fue nombrado por un testigo en el juicio por el asesinato de su primo y político Efraín Ovalle, quien recibió varios disparos en la puerta de su casa el 25 de febrero de 2012. El crimen ocurrió dos meses después de que Nancy Zuleta, esposa del vallenatero, perdiera las elecciones a la alcaldía del municipio de La Paz, en el departamento de Cesar, candidatura que la víctima se negó a apoyar.
"A mí lo que me dijeron es que ese muerto lo estaban pagando los Oñate, incluido el cantante", dijo en el juicio Manuel Ricardo Benavides, un hombre que manejaba las finanzas de la banda criminal Los Urabeños y a quien le habían ofrecido dinero para cometer el homicidio. Otro sicario al que le ofrecieron el mismo trabajo confirmó su declaración. Y los hijos del occiso también lo señalaron alegando "fines políticos".
Según ellos, Oñate pidió a Ovalle, entonces diputado de Cesar, apoyo político para que su esposa quedara como alcaldesa, pero este se negó porque ya había ofrecido su aval a otro candidato. "Una semana después de las elecciones Jorge Luis ingresó a nuestra casa y le quitó el seguro a una pistola, y nos dijo que nos iba a matar", dijo en el juicio Efraín Ovalle hijo.
Luego de una ardua investigación, las autoridades confirmaron que el crimen se dio por represalias políticas de contradictores de Ovalle, al no darle aval a una candidata a la Alcaldía de La Paz, lo que despertó la inconformidad de varios sectores de la región. Pero no lograron determinar la responsabilidad de Jorge Oñate. El único condenado por el homicidio fue el sicario, Jesús Villamizar Ibarra, alias el 'Cantante', condenado a 36 años y 4 meses de prisión.
Lisandro Meza
En 2008, Lisandro Meza, representante del folclor costeño, incluyendo del vallenato, fue detenido por el crimen de Isabel María Pérez Guzmán, entonces registradora de Morroa, del departamento de Sucre, cometido por sicarios el 28 de junio del 2001. En principio el crimen fue adjudicado al frente 35 de las FARC. pero después sus familiares reportaron un altercado por unas elecciones en Palmito en octubre de 2000.
Luz María Domínguez, esposa de Meza, que se lanzó como candidata a la Alcaldía de Palmito, le pidió un favor a Pérez con unos trámites de unas cédulas en un procedimiento que al parecer era ilegal, por lo que la registradora se negó. Desde entonces recibió varias amenazas de muerte, según sus familiares. Ese fue determinado como el móvil del crimen, que supuestamente había ordenado el cantante.
"Cuando hablé con el juez y le dije: "Usted me conoce, soy cantante, artista ¿o no? Yo no soy criminal, usted debe defenderme a mí". Doctor, si usted me hace un daño a mí, yo voy y lo mato a usted yo mismo", recordó Meza en el programa 'Se dice de mí' de Caracol Televisión sobre el caso. Días después de su captura, el cantante quedó en libertad porque no se comprobó su implicación en el asesinato.
En ese mismo programa, lo que Meza sí aceptó fue su amistad con el extinto capo Pablo Escobar, líder del cártel de Medellín, a quien lo recuerda con aprecio por ayudarlo a sacar a su familia de la pobreza, y a quien le amenizó varias de sus parrandas. "Un tipo que me ofreció a mí tantas cosas, ganado, pero yo estaba en mi música, yo no quiero saber nada de eso. A Pablo lo volvieron rebelde, pero él era un gran tipo humanitario", expresó.
Otros casos
Esos son los casos más conocidos y mediáticos relacionados con el género vallenato. Pero hay otros que vinculan cantantes de otras músicas populares de Colombia. Uno de ellos es el de Carlos Humberto Valencia, apodado por los medios como el 'cantante de las FARC', porque cuando su carrera iba en ascenso fue capturado por las autoridades que lo señalaban de al menos 30 homicidios ocurridos en Bogotá, como sicario de esa guerrilla.
Valencia, de 25 años de edad, ingresó a las filas de la insurgencia cuando tenía 13, es oriundo de Cartagena de Chairá, del departamento de Caquetá. En 2005 se desmovilizó e inició su carrera como cantante de música carrilera. Cobraba una mesada que le proporcionaba el Estado por ingresar al programa de reinserción. Y, a la vez, era un asesino a sueldo y cobrador de extorsiones a comerciantes y transportadores en Bogotá.
Otro de los casos es el del joven Juan Pablo Gutiérrez Molina, que por 11aquella época ya figuraba en medios nacionales, hasta que lo encontraron culpable del asesinato de su mánager de 78 años de edad, identificado como Humberto Aristizábal Acosta. Los vecinos del apartamento que compartían reportaron que escucharon una fuerte discusión y golpes, luego vieron al cantante asomarse por el balcón con medio cristo en la mano, ensangrentado, y gritando que había "asesinado al anciano para sacarle el demonio".
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