Un joven indígena de 22 años de edad llegó el pasado sábado 23 de marzo a la clínica Valle de Lili, al sur de Cali, con un artefacto explosivo pegado a su cuerpo para que se lo quitaran. Fue necesaria la intervención de agentes antiexplosivos del Ejército y, hasta ahora, se desconoce la procedencia. El hecho se da luego de una explosión en la minga de Cauca que dejó ocho muertos.
Por información de reserva, se desconoce la forma como el artefacto -no detallado- se alojó en el cuerpo del joven. Lo cierto es que el equipo médico tuvo que usar trajes especiales, similares a los que usan los expertos en explosivos de los organismos de seguridad del Estado, y contra con apoyo de agentes especializados en elementos bélicos para poder retirarlo.
El procedimiento quirúrgico de extracción del material del cuerpo del indígena duró cinco minutos, bajo estrictas medidas de seguridad para evitar riesgos de una detonación. Pero luego, el joven tuvo que ser sometido a una cirugía de dos horas con profesionales en neurocirugía y permanece recluido en la unidad de cuidados intensivos del hospital, según Caracol Radio. Sin embargo, se desconoce su estado de salud.
Las autoridades no han revelado la procedencia del artefacto explosivo y los motivos por los que estaría alojado en el cuerpo del joven, de quien tampoco se conoce su identidad ni la comunidad a la que pertenece. Tampoco se tienen detalles de su llegada al centro médico, si lo hizo por sus propios medios o en compañía, si estaba inconsciente o no.
Pero el caso genera especial tensión en medio de la minga en la que participan más de 22 mil indígenas de nueve departamentos del país, que iniciaron el pasado 16 de marzo en distintos sectores de la vía Panamericana -que tienen bloqueada- para protestar, entre otras cosas, por el incumplimiento de los Acuerdos de Paz por parte del Gobierno, y para solicitarle tierras para los pueblos que sufrieron durante el conflicto armado.
Además, el pasado jueves 21 de marzo ocurrió una explosión a las tres de la tarde en zona rural del municipio de Dagua, también en el departamento de Valle del Cauca, que dejó ocho personas muertas, entre ellas un estudiante universitario y el resto hacían parte de la comunidad Tatabra, una de las que participa en las marchas indígenas que todavía tienen paralizadas las actividades de varias regiones del país.
La detonación destruyó una casa, cuyo propietario murió en el incidente. En un principio las autoridades indígenas aseguraron que un desconocido les habría arrojado el artefacto explosivo cuando varios miembros de la guardia descansaban; detalla Semana. Pero los agentes del CTI de la Fiscalía no pudieron inspeccionar el lugar hasta varias horas después, cuando la comunidad los dejó ingresar.
Después, salieron a la luz nuevas versiones y videos que corroborarían otra hipótesis. Guillermo León Girado, alcalde de Dagua, dijo a Caracol Radio que el artefacto explotó cuando las víctimas manipulaban pólvora negra o dinamita. La declaración en consistente con las características de los cuerpos de los afectados, que perdieron las extremidades superiores, presentaban quemaduras y quedaron a metros del lugar de la explosión; según la revista Semana.
"Por las características de las heridas se descarta que, como afirmaron algunos líderes indígenas en las marchas, se tratara de un atentado con granada", describe la revista nacional.
Medicina Legal identificó a siete de las víctimas: Juan Carlos Nequirucama Guaugareve, de 19 años de edad; Rivaldo Aldair Ciegamo Saigama, de 20; Carlos Tunay Toquicama, de 23; Yeison Hernández Sanabria, de 29; Felipe Guetia Osnas, de 30; Iván Yonda Casamachín, de 32; y Ferney Darío Ramos Machín, de 36.
Y El Tiempo conoció, por testimonio de familiares y compañeros de estudio, que la otra víctima fue Jhónatan Landines, estudiante de octavo semestre de Arquitectura de la Universidad del Valle, quien realizaba un trabajo académico sobre vivencia social en la comunidad.
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