Desde el momento en el que se denunciaron los abusos del productor cinematográfico Harvey Weinstein, el movimiento #MeToo ha recorrido el planeta para sumar voces de mujeres valientes que enfrentan la violencia de género. En Colombia, una periodista expuso a un hombre de poder e inició una cadena de confesiones de políticas, actrices y mujeres de a pie en casos que estremecieron y escandalizaron al país entero.
El último caso, registrado esta semana, fue el de la teniente de la Policía Kelly Johana Sierra, quien denunció haber sido violada por un capitán en la fiesta de fin de año de la institución, realizada el pasado 24 de noviembre. La uniformada que trabaja en el comando del Cesar, con sede en Valledupar, contó a medios nacionales que la fiesta se extendió hasta las cinco de la madrugada en la piscina, desde donde fue llevada bajo engaños a una habitación.
Allí fue accedida sexualmente por un capitán que la forzó, la tiró a la cama y le quitó su vestido de baño. Así lo comprobó un examen de Medicina Legal que reportó hematomas y lesiones en sus partes íntimas, y que será usado ante la denuncia que interpuso en la Fiscalía, luego de que sus superiores le insinuaran no hacer nada al respecto para no provocar un escándalo. La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez hizo un llamado a la entidad para iniciar una investigación.
Solo así el capitán agresor, identificado como Eduardo Merchán, fue capturado el pasado jueves. Mientras, la oficial asegura sentirse abandonada por la institución. Como ella se sienten muchas mujeres que prefieren no denunciar, eso inspiró una columna en la que la periodista Claudia Morales hace una "defensa al silencio" -criticada por muchos- en la que termina confesando su propio caso de violación.
Hasta finales de noviembre, Medicina Legal había registrado 103.481 casos de violencia contra la mujer en Colombia este año, lo que quiere decir que cada 28 minutos una mujer fue agredida en 2018. De todos estos casos hay algunos que tomaron especial relevancia:
Las periodistas Claudia Morales y Claudia Julieta Duque
Iniciando el 2018 la periodista Claudia Morales publicó una columna en El Espectador en la que relató en tercera persona cómo fue violada por su entonces jefe, un poderoso hombre del país a quien nunca identificó; abriendo así el capítulo colombiano del #MeToo. "La protagonista de la historia soy yo y al violador lo seguiré llamando 'Él'", escribió.
Estaba empezando los grandes ascensos de su carrera profesional -contó- cuando, en un viaje con su jefe, este la viola en la habitación del hotel donde ella se estaba quedando. Es el resumen de su historia que completó en algunas entrevistas hechas a medios nacionales, en las que nunca reveló el nombre del agresor pero sí dio pistas sobre de quién se podía tratar.
"Lo oyen y lo ven todos los días, a quien ningún escándalo lo afecta… Es capaz de muchas cosas… Ha demostrado que nada de lo que ocurra a su alrededor le puede hacer daño, ya que tiene todo el poder para salirse con la suya", dijo en una de esas entrevistas. Y entonces comenzó un tsunami de especulaciones por las que pasaron reconocidos periodistas directores de medios que trabajaron con ella y hasta el expresidente Álvaro Uribe.
Al final, todo quedó en especulaciones, pues nunca reveló su identidad porque, según ella misma dijo, pondría en riesgo su vida y la de su familia. En su momento -dice- tampoco lo hizo por miedo y por proteger el cargo de su padre, quien entonces era el segundo al mando de la Fuerza Aérea. Su negativa a revelar al agresor generó críticas en quienes decían que era lo mismo que encubrirlo.
Lo cierto es que su valentía animó a otras hacer lo que no hizo: dar nombres. Tal fue el caso de la también periodista Claudia Julieta Duque, que confesó en un tweet que fue acosada sexualmente en 2003 por el exfiscal Alfonso Gómez Méndez cuando fue a su casa a realizarle una entrevista sobre el caso del asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón, que aún no está resuelto.
El episodio de acoso que le sucedió a la mamá de Paloma Valencia es igual al que viví en mayo de 2003 con el exfiscal Alfonso Gómez Méndez. El trago, la mano en la rodilla e incluso un intento de beso. Luego también supe de la cama en su oficina, pero de la @FiscaliaCol #MeToo
— ClaudiaJulietaDuque (@JulieDuque1) 27 de enero de 2018
En entrevista con El Espectador, contó que Gómez la recibió en su casa con una copa de vino, la invitó a sentarse y le puso la mano en su rodilla. Molesta se levantó de inmediato y, antes de irse, intentó besarla. "Mi denuncia no tiene un propósito judicial, sino el de ponerles nombre a aquellos que han hecho lo que han hecho porque nosotras hemos callado. Eso es suficiente. Además, en aquella época el acoso no era delito", dijo en otro Tweet.
La senadora del Centro Democrático Paloma Valencia
A estos casos se le suma el de la senadora del Centro Democrático, Paloma Valencia, quien también denunció un intento de violación de otro hombre poderoso –al que tampoco desenmascaró- en una columna del diario capitalino El Nuevo Siglo. Pero no hacia ella, sino contra su madre. Y de quien tiempo después solo se supo que fue un Procurador General de la Nación.
"Espero que mi mamá decida enfrentar la gravedad de estos hechos, dando el nombre del agresor. La verdad es la única que protege y la verdad es la única que condena. La especulación que daña a otros y que empieza a teñirse de matices políticos, destruye el buen nombre de hombres inocentes y también daña el proceso de reivindicación de las mujeres", escribió la senadora, también haciendo referencia a las acusaciones que se tejieron contra el senador Uribe por el caso de Morales.
La actriz Eileen Moreno
El caso que movilizó a toda la farándula colombiana fue el de la actriz Eileen Moreno, quien hace dos meses denunció a su expareja, el también actor Alejandro García, por una brutal golpiza que le propinó y que la dejó más de un mes hospitalizada. Como en los anteriores hechos, el agresor no aceptó las acusaciones, y esta vez se fue en ristre contra la víctima generando el rechazo de su gremio y de toda Colombia.
La actriz, conocida por sus papeles en novelas como Escobar, el patrón del mal y Diomedes, el cacique de la Junta, entre otras, se fue a México con García a vivir con el mánager de ambos, Gabriel Blanco, mientras se estabilizaban e ingresaban a la televisión de ese país. La noche del 23 de julio departían con unos amigos cuando inició una acalorada discusión porque Moreno impidió que su entonces novio viera los mensajes que le enviaban en a su Instagram.
La pelea se extendió hasta cuando los invitados se fueron, y ella decidió marcharse de la casa. Pero antes, García la arrastró del pelo, la tiró contra las paredes y le empezó a dar puños en la cara mientras le decía: "Viste lo que me haces hacer". Como pudo, Moreno llamó al guardia del edificio, que no la ayudó, luego a paramédicos, que tampoco quisieron llevarla al hospital, y finalmente a la Policía, que solo la dejaron en una estación de taxi desde donde ella sola fue a un centro asistencial.
Además de los hematomas y moretones, Moreno presentó una fractura de nariz y en la órbita del ojo izquierdo que ocasionó que se le descolgara, por lo que estuvo a punto de perderlo. Tras más de un mes de operaciones, le implantaron una malla de titanio y tornillos debajo del ojo para salvarlo.
Todo esto lo contó en W Radio, que también accedió a hablar con García, quien optó por echar la culpa a la víctima de la agresión, alegando que ella también lo agredió. Incluso su mánager, Blanco, le dio la razón. Todo este episodio novelesco generó fuertes críticas que terminaron en una movilización simbólica por redes sociales, alentada por los mismos actores compañeros de ambos, en la que las personas subían una foto con el ojo izquierdo tapado con su mano, como aparece Eileen en la foto que subió tras la denuncia.
Su caso animó a otras mujeres de la farándula a confesar sus propios casos de violencia de género en rechazo de su golpiza y de los argumentos de Alejandro García. Como la actriz Carolina Sabino, quien en un mensaje de solidaridad con Moreno aprovecha para agradecer a su esposo, Mario Bert, por ayudarla a sanar los episodios en los que ella misma fue maltratada por otros hombres.
"Sabes cuánto he visto maltratar y he sido maltratada. Sabes nombres, sabes que nunca denuncié… A través de mi experiencia, has conocido el miedo que puede llegar a sentir una mujer", escribió Sabino.
Otra que se atrevió a hablar fue la exparticipante de 'Masterchef' Catalina Gómez, quien pese a que pensó mucho en revelar su historia confiesa haberlo hecho por "responsabilidad social" y por su faceta como madre.
"Prefería decirles a mis familiares y amigos que había tomado bastante licor (cuando no me gusta el trago) o que me había caído o que había sido víctima de una pelea callejera etc., etc… una y mil excusas tratando de justificar o de no correr más riesgos, y mientras tanto 'el personaje' mirando a los ojos y con la frente en alto a todos los que me rodeaban […]".
La estudiante de la Universidad Nacional
Otras mujeres del común también decidieron dejar de callar. La Universidad Nacional, una de las más prestigiosas del país, fue escenario de dos de ellas. Con un video que ella misma grabó, la estudiante Lizeth Lorena Sanabria denunció por acoso sexual a su profesor de la maestría en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales, Freddy Alberto Monroy.
El caso se registró en el segundo semestre del año. El video, que la estudiante graba en un laboratorio de la universidad cuando Monroy le brinda una asesoría para su tesis, muestra al docente intentando darle un beso en varias ocasiones, abrazándola mientras toca sus nalgas, tomándola por la cintura y tocando uno de sus senos.
El docente fue retirado del caso y es investigado por las directivas de la Universidad y las autoridades. Ahora, Lizeth decidió continuar su maestría y su trabajo en biología molecular, mientras continúa impartiendo clases en un colegio de la capital.
El otro caso fue el de Alexi Amaya, una funcionaria de la facultad de Derecho de la Universidad Nacional, quien denunció al profesor José Guillermo Castro Ayala por los mismos hechos: acoso y tocamientos indebidos. Su historia comienza en 2015, cuando el docente figuró como su director de tesis para el pregrado en Relaciones Internacionales. Las propuestas iban incluso a través de WhatsApp, pero pese a su denuncia la investigación se estancó.
Las menores de edad del excapitán de la Armada
Este año un megaoperativo contra la explotación sexual en Cartagena dejó al descubierto un aberrante caso de un excapitán de la Armada Nacional que se aprovechaba de menores de edad. Se trata de Raúl Romero Pabón, condenado a 21 años y 9 meses de prisión por los delitos de concierto para delinquir en la modalidad agravada y explotación sexual comercial de menores de 18 años.
En el operativo en el que cayó Liliana Campos, alias 'La Madame', señala de ser la líder de una red de prostitución que enviaba mujeres adultas y jóvenes al exterior, también cayó Pabón, llamado "depredador sexual" por los agentes de la Fiscalía que investigaron su caso. Información de inteligencia estableció su modus operandi.
Pabón estaba aliado con Hilary Patricia Madero, de 19 años, quien contactaba a las menores por redes sociales y en sus colegios para reclutarlas. Ya con el excapitán eran violadas y, no satisfecho con eso, obligadas a tatuarse el nombre del agresor en árabe, para lo cual contaba con la complicidad del tatuador Jhon Padilla, quien también las accedía sexualmente.
Una de las víctimas contó a El Universal su historia:
"Todo comenzó porque él (Raúl Romero) salía con una amiga que en ese entonces tenía 15 años. Nos invitó a comer y luego nos llevó a la casa. Yo no vi nada raro, por el contrario, era una persona muy amable y sociable. Después de un tiempo me invitó a comer, pero debía ir yo sola, como ya lo conocía, no desconfié (…) Yo no me atreví a contarle a mi familia, él me tenía muy amenazada porque se mostraba como alguien imponente, me comenzó a chantajear con el vídeo donde yo aparecía diciendo que si no le enviaba fotos desnuda lo iba a divulgar, él decía que tenía mucho dinero y podía hacer lo que quisiera", contó.
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