Pesadillas, claustrofobia, pánico. Esos son algunos traumas psicológicos que dice aún tener Victoria Eugenia Henao, la viuda del sanguinario capo colombiano Pablo Escobar, como consecuencia de la relación que mantuvo con él.
En una entrevista con La Vanguardia, Henao se refirió a la violación que sufrió cuando iniciaba el romance con Escobar y tenía apenas 13 años. El capo narco la doblaba en edad y la obligó a abortar al enterarse de que había quedado embarazada, según relata en su libro "Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar".
"Hay que ponerlo en el contexto. Hace 40 años el sexo era tabú. Cuando Pablo abusó de mí yo ni entendí lo que pasó. No hablé del tema con nadie hasta que muchos años después, ya en Buenos Aires, me psicoanalicé", afirmó Henao a La Vanguardia.
Por años quiso divorciarse e irse, pero "si hubiera escapado no sé si Pablo me hubiera dejado vivir", se pregunta.
Se concentró entonces en ser una "perfecta ama de casa", pese a las infidelidades que Escobar nunca aceptó, incluso cuando salió en medios el escándalo de su relación con la reconocida presentadora de televisión Virginia Vallejo.
"Me enviaba flores, cartas, promesas… Con los años me he dado cuenta de que me casé con un psicópata megalómano", dijo Henao a La Vanguardia.
Con los años me he dado cuenta de que me casé con un psicópata megalómano
Tras la muerte del líder del Cartel de Medellín, el 2 de diciembre de 1993, Henao y sus dos hijos Juan Pablo y Manuela se exiliaron en Buenos Aires, donde realizó terapias y retiros espirituales, estudió constelaciones familiares y hasta se formó como coach, para superar lo vivido.
"Mis hijos y yo cambiamos de identidad, pero la gente acabó enterándose y tuvo consecuencias: pasé 17 meses en la cárcel acusada falsamente de blanquear dinero, no querían a mis hijos en ningún colegio; vivimos siempre vigilados", aseguró.
Cuando Escobar murió, Henao tenía solo 33 años, y su hijo mayor 9. Así, le tocó negociar sola su seguridad y la de su familia con el Cartel de Cali, los enemigos de su esposo. Vivían en un edificio militar por protección, pero ella salía sola a reuniones con los hermanos Rodríguez Orejuela.
"Nunca sabía si regresaría. Cumplí con todas sus exigencias, ellos y los militares se repartieron el dinero de Pablo, pero aun así querían la vida de mi hijo", expresó al medio.
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