"La alborada", la ruidosa tradición narcoparamilitar con la que Medellín recibe cada diciembre

Cada 30 de noviembre a la medianoche la ciudad estalla en una hora de pólvora y pirotecnia tras un festejo creado en 2003 por Don Berna, un mafioso que ayudó a matar a Pablo Escobar para quedarse con su red sicarial

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La medianoche del 30 de noviembre de 2003, Medellín se despertó pensando que vivía una toma guerrillera como la de años atrás. El estruendo era tal que la gente se preguntaba si eran balas o pólvora. La periferia se iluminaba con ráfagas. Animales murieron y los pabellones de quemados se llenaron. Así nació la 'alborada', una tradición nacoparamilitar que desde hace 15 años le da la bienvenida a la época decembrina en medio de un estallido que perpetúa la cultura mafiosa que esta ciudad colombiana no ha podido quitarse del todo de encima a pesar de sus enormes progresos en infraestructura y desarrollo de los últimos años.

Algunas comunas, incluso, entraron en pánico. Nunca se había visto tanta pirotecnia junta. Ni las autoridades lo comprendieron al principio. Desde entonces, "aquí la navidad no llega, estalla", dicen los ciudadanos. Y todo empezó con una falsa celebración de la desmovilización de un bloque paramilitar, que realmente anunciaba el control territorial de Don Berna, un narco que fue guerrillero, pero que luego fundó un grupo paramilitar para exterminarlos, y que trabajó con el Cartel de Medellín, pero luego ayudó a matar a su líder máximo, Pablo Escobar.

El origen

En 2002 se llevó a
En 2002 se llevó a cabo la Operación Orión, la intervención militar urbana más grande en la historia de Colombia.

Al término de los tiempos de terror que el recién fallecido Pablo Escobar había establecido en Medellín -y el país entero-, se instaló el Bloque Cacique Nutibara para restarles poder a las milicias populares guerrilleras que tiempos antes habían tomado las comunas nororientales de la ciudad. En la conocida Operación Orión, fueron algunos de los grupos paramilitares que se unieron al Ejército para exterminarlas, en una toma militar del año 2002 que dejó 88 homicidios, 12 personas torturadas, unas 370 detenciones arbitrarias y alrededor de 92 desaparecidos que no han sido encontrados aún.

Solo un año después de cumplir su cometido, el Bloque que operaba en aproximadamente 10 comunas de Medellín se desmovilizaba con la entrega de armas de sus 849 integrantes. Para celebrarlo, su líder, Diego Murillo Bejarano, alias 'Don Berna', ordenó la compra de toda la pólvora que pudieran encontrar. Y cinco días después, se reunieron para explotar los tacos, volcanes, voladoras y juegos artificiales en los barrios de las comunas 13, 8 y 16, en el parque de Miraflores en Manrique, y en los corregimientos de Altavista, San Cristóbal y San Antonio de Prado.

Diego Murillo Bejarano, alias ‘Don
Diego Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, fue cabecilla de la banda narcotraficante ‘La Oficina’ y fundador del bloque paramilitar Cacique Nutibara.

No fue un simple y estrambótico festejo, el Nutibara siempre funcionó más como una industria criminal del narcotráfico que como un grupo paramilitar propiamente dicho. Lo que evidenciaba la pólvora eran los límites territoriales donde tenían presencia, y en los que Don Berna seguía mandando. Y continuaron esa noche hasta la madrugada del 1 de diciembre, día en que algunos conmemoran el nacimiento de Pablo Escobar, aunque nada tiene que ver el aniversario con la alborada.

Don Berna

Paradójicamente, la carrera criminal de Don Berna inició en el Ejército Popular de Liberación (EPL), un pequeño grupo guerrillero del que saldría en los 80 para unirse como guardaespaldas de Fernando 'el Negro' Galeano en la época de oro de la cocaína. Era parte del Cartel de Medellín junto a los hermanos Moncada hasta que su cabecilla, Pablo Escobar, ordenó sus asesinatos en 1992 por acusaciones de que le habían robado una caleta de 20 millones de dólares.

Interior de La catedral, la
Interior de La catedral, la cárcel de Envigado donde Pablo Escobar asesinó a los Galeano.

Días después, el capo se escapó de la cárcel La Catedral, donde ocurrió el crimen, y las autoridades iniciaron en famoso Bloque de Búsqueda para dar con su paradero. Mientras, sus enemigos más acérrimos crearon con el mismo fin a los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), una combinación de los líderes paramilitares Fidel y Carlos Castaño, los hermanos Rodríguez Orejuela del Cartel de Cali, el Cartel del Valle del Cauca y otros inconformes como 'Don Berna'.

Con información de los Pepes, y una encrucijada sangrienta, las autoridades rastrearon y mataron a Escobar en el tejado de una casa de donde se pretendía escapar, el 2 de diciembre de 1993. Con el Cartel de Medellín fuera del negocio de la droga, Don Berna se apoderó de La Oficina de Envigado, una red sicarial que había creado Pablo Escobar, y fortaleció lazos con el paramilitarismo para trabajar en función del narcotráfico, según Insight Crime.

Cuerpo de Escobar dado de
Cuerpo de Escobar dado de baja por las autoridades el 2 de diciembre diciembre de 1993.

Fue entonces cuando fundó un bloque de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con sede en Medellín, llamado Cacique Nutibara. "Estableció el control sobre las pandillas callejeras locales de la ciudad, conocidas como 'combos', obligándolas a entregar un porcentaje de sus ganancias a cambio de permitirles extorsionar, robar, y vender drogas", detalla Insight Crime. Y hasta creó el escuadrón 'La Terraza', en contra de las guerrillas.

Se desmovilizó del paramilitarismo, pero poco después fue capturado por haber violado el acuerdo y seguir delinquiendo, tal como lo anunció con la primera alborada. Su control sobre la ciudad era tal que estableció una estrategia para reducir niveles de violencia, y logró que las cifras de homicidios cayeran. Hasta que en 2008 fue extraditado a Estados Unidos, donde todavía paga una condena de 31 años por tráfico de drogas hacia ese país.

La tradición

Pese a que Don Berna está lejos del panorama colombiano, la alborada que creó terminó convirtiéndose en una especie de tradición que, para muchos, no es más que la celebración de una relación nefasta entre el paramilitarismo y el narcotráfico -de cuya sombra aún no ha podido salir Medellín-. Cada año, desde hace 15, a la media noche del 30 de noviembre empieza el estallido que le da la bienvenida al 1 de diciembre.

Entre tanto, esa noche es la que más deja lesionados por quemaduras de toda la época de Navidad. Y afecta, principalmente, a los perros y gatos domésticos y callejeros que entran en crisis nerviosa por el ruido, y a las aves que se desorientan o mueren en medio de su vuelo. Organizaciones animalistas protestan cada año para evitar los fallecimientos de especies que se registran en la alborada.

Todos los años organizaciones animalistas
Todos los años organizaciones animalistas protestan por la realización de la alborada que perturba el bienestar de la fauna y flora de la ciudad.

Y la alcaldía de Medellín no deja de realizar campañas para contrarrestar su realización. Este año, por ejemplo, anunciaron la inauguración de la iluminación de la ciudad para el 30 de noviembre, para que ese día la gente no esté pendiente de la pólvora. Mientras recuerdan que la quema de pirotecnia está prohibida en la ciudad.

"Que juntos tengamos la posibilidad de renunciar a este tipo de celebraciones, que son homenajes tristes a la delincuencia, son espacios que perjudican a la ciudadanía, a los animales de compañía. Medellín sufre muchísimo durante esta noche de la alborada y demás días de diciembre", afirmó Andrés Tobón, secretario de Seguridad de Medellín.

Por su parte, el alcalde Federico Gutiérrez aseguró que "queremos cambiar la alborada de pólvora por una alborada cultural con más de 3.500 artistas que estarán por toda la ciudad. En el parque de los Pies descalzos tendremos el Festival de Navidad desde las 7 de la noche y el 'Ritual de Encendido' será este viernes 30 de noviembre en el Parque Norte".

Así, para la mayoría de la población, la alborada no es más que la forma como lo describió una vez en su cuenta de Twitter el guionista y director de televisión Juan Mosquera Restrepo: "Me acaba de atacar una tristeza que se llama Medellín. Fue así: suenan detonaciones a la distancia y me pregunto, en voz alta; "¿eso es pólvora o bala?". Luego me digo, en voz baja: "Maldita sea, esa frase es de nosotros aquí". Hay frases que duele haber aprendido en tu ciudad".

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