Panamá. Mayo de 1984. Fruto de la unión entre Pablo Emilio Escobar Gaviria y su esposa Victoria Eugenia Henao Vallejo nace Manuela, la segunda y última hija del matrimonio más famoso de Medellín que por causas del destino -y de la actividad ilegal del capo narco- se refugiaba en ese momento en América Central.
Casi un año después -en abril de 1985- la familia regresaría a su lugar en el mundo. Se mudaría al famoso y por entonces flamante Edificio Mónaco, en el número 15 de Carrera 44. La fachada de la construcción estaba decorada con una escultura hecha por el maestro Arenas Betancourt. En la obra, llamada La Vida, figuran Pablo, Victoria y Juan Pablo, el mayor de los hijos. Había sido encargada antes del nacimiento de la niña y por eso Manuela estaba "ausente".
Los años pasaban y los lujos de la familia Escobar se multiplicaban, al mismo ritmo que crecía su fortuna, su poder y los peligros. La seguridad de la familia era la mayor preocupación del jefe del Cartel de Medellín. Pero por entonces, tras el nacimiento de su hija -para muchos su debilidad- todo era sonrisas y felicidad.
Cada cumpleaños de Juan Pablo y Manuela eran una verdadera fiesta. Todos los antojos eran colmados. Nada les faltaba. Los deseos de los niños se hacían realidad de un momento a otro, multiplicados. Las sorpresas también estaban a la orden del día y no sólo los pequeños quedaban anonadados con los regalos. Aquellos que eran invitados -por lo general a la Hacienda Nápoles– también disfrutaban viendo las excentricidades de las que eran testigos.
Familiares, amigos, algunos hombres de negocios, sus guardaespaldas, sus sicarios… todos se reunían y abusaban de los servicios de lujo que cada cumpleaños tenía reservado. Y fue producto de la imaginación de uno de esos invitados como emergió uno de los mayores mitos en torno a las excentricidades de Pablo Escobar. La leyenda del unicornio.
Fue para el cumpleaños número cinco de Manuela que el mito comenzó a circular. Tenía como objetivo mostrar dos caras del jefe narco. Por un lado, su obsesión por su hija. Por otro, su crueldad.
En el reciente libro escrito por Victoria Eugenia Henao, Mi Vida y Mi Cárcel con Pablo Escobar (Ed. Planeta), la viuda de El Patrón, cuenta la verdad sobre aquel día en Medellín. Lejos está de la leyenda urbana que se tejió durante tantos años.
"Cuando Manuela cumplió cinco años, en 1989, le celebramos el cumpleaños en la Hacienda Nápoles. Ese día, Pablo asistió durante un rato y le regaló una yegua y su cría de color negro, pero la niña nunca los pudo disfrutar porque siempre había que correr a esconderse. De ese cumpleaños surgió una historia mentirosa que ha trascendido en el imaginario y al día de hoy muchos asumen que fue cierta", explica la mujer en su obra.
Y prosigue: "Me refiero al famoso unicornio que dicen que Pablo le regaló a su hija. Qué locura. Llegaron a afirmar que Pablo ordenó que le clavaran un cacho (cuerno) en la frente a un caballo blanco y que le pegaran alas con grapas para que pareciera un unicornio. También dijeron que el animal había muerto por la infección que le causaron las heridas. No sé de dónde salió ese cuento atroz, pero lo cierto es que jamás sucedió".
Para probarlo, Henao publicó en el libro una fotografía de aquel cumpleaños. En ella puede verse a una angelical Manuela, vestida absolutamente de blanco, arriba de una yegua. El animal no tiene un cuerno, ni mucho menos alas. El mito del unicornio de Pablo Escobar estaba derrumbado.
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