Pasaron más de 100 horas antes de que el cadáver de Jennifer Ramírez Rivero, una ex modelo venezolana y diseñadora de modas de 40 años, fuera encontrado. Durante ese tiempo, su hijo de dos años convivió con el cuerpo de su madre muerta en e l interior de su vivienda en Cúcuta, Colombia, sin que nadie le sirviera alimentos ni bebidas.
Los vecinos del conjunto residencial alertaron a las autoridades sobre malos olores que emanaban del apartamento del tercer piso. Por eso, el pasado 24 de agosto, agentes de la Policía ingresaron para hallar con sorpresa el cuerpo de la mujer con signos de estrangulamiento en el suelo de la sala.
El asombro fue mayor cuando, acostado al lado del cadáver, estaba un bebé de dos años con un cuadro severo de desnutrición y deshidratación. El niño, que al parecer habría presenciado el crimen, logró sobrevivir comiendo sobras de pasteles que vendía su mamá y tomando agua de la pluma.
Las investigaciones forenses pudieron determinar que Ramírez fue asesinada el pasado 20 de agosto. Meses antes había llegado a Colombia luego del cierre de tres locales de modas que tenía en el centro de San Cristóbal, Táchira, de donde era oriunda, que no sobrevivieron a la crisis humanitaria que atraviesa el vecino país.
En la primera hipótesis, las autoridades sospecharon de un robo que salió mal, por la ausencia de elementos de valor en la residencia. Pero en el sepelio de la ex modelo, sus familiares descartaron esa causa del homicidio porque las puertas no estaban forzadas.
"Tanto familiares como seres queridos no creemos que haya sido un robo, por muchos detalles que se han revelado en torno a esta pérdida, que la seguimos llorando y lamentando", indicó al diario El Tiempo Gustavo Azócar Alcalá, amigo de la diseñadora.
Ahora, las autoridades investigan un posible crimen pasional, pues los vecinos reportaron gritos de auxilio el día en el que la mujer fue asesinada. Buscan a un hombre de tez morena que acompañaba a Ramírez y que no fue vuelto a ver por la zona desde el hecho.
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