"Adentro se vive como una prostitución. Los hombres van a pedir permiso a los comandantes, y no a las mujeres, para acostarse con ellas". Nidia tenía 12 años cuando lo supo, para entonces ya había dado a luz. Y desde ese momento su infancia transcurrió entre empuñar un arma y correr. Nunca disparó, pero vio morir a muchas compañeras, algunas en medio de las balas y otras por castigo. De la selva, a la que entró contra su voluntad, pudo salir ilesa, aunque todavía la persigue en su clandestinidad.
Antes de los nueve años, Nidia no sabía qué era la guerrilla. En el pueblo de Antioquia donde nació había varios frentes, pero era ajena a esa realidad. En cambio, sí vivió la violencia temprano dentro de su hogar, su padrastro y padre de sus cinco pequeños hermanos no terminaba semana sin tomar a golpes a su madre. Así, a punta de intimidación, trasladó a toda la familia al sur de Bolívar tras aceptar una propuesta de las FARC.
"Ellos mismos (guerrilla) se encargaron de mudarnos. Ahí fue cuando los conocí", contó a Infobae sin revelar mayores detalles que la puedan identificar. Sin saber cuál era la labor de su padrastro, se le fue haciendo común que cada tanto tiempo llegaran hombres camuflados en busca de maletas negras. En una de esas visitas que jamás se anunciaban, la encontraron sola, uno de ellos la violó cuando apenas tenía 11 años.
De ese ataque nació su primera hija, a la que no vio hasta después de 10 años. Una madrugada, al mes de haber dado a luz, se le metieron en el cuarto y se la llevaron. Sabía para entonces que ese momento no daría mucha espera, durante su embarazo varios se le acercaban intentando convencerla con promesas de mejores tiempos para su madre y hermanos. "Me decían que tenía su futuro en mis manos, que tendrían casa propia. Y que, en todo caso, si no iba los mataban a todos", narró Nidia.
Nunca estuvo convencida, pero en ese momento pensó que no tendría otra opción. "Uno me sacó del cuarto y afuera estaba una cantidad… Me presentaron al comandante, alias 'Yamil', fue amable y me calmó diciendo que tendría mercado mensual para mi familia y que no estaría en combate. Todo era mentira". Al adentrarse en la selva tras varias horas de caminata, perdió su nombre de pila y la bautizaron 'Dani', ya era parte del Frente 37 de las FARC. Ese mismo día conoció el infierno en el que estaba metida.
"Hice guardia cuatro horas. Cuando regresé al campamento, pasadas las diez de la noche, no me habían guardado comida". Se acostó así, y a su cambuche entraron por lo menos tres hombres para "estar" con ella. No pudo dormir, "quién lo haría después de eso, se convirtió en una realidad casi natural para mí (la violación). De ahí en adelante fue una vida tremenda". Durante dos meses fue entrenada para manejar un arma, para esconderse, para caminar rápido sin que se sintiera, para subir paredes y árboles, para pasar por espinas y para sobrevivir sola en una selva.
La incorporaron en las fuerzas especiales, que se enfrentaba con el Ejército, aunque fueron pocos los combates en los que participó, para su suerte. Al escuchar las balas salía corriendo despavorida, solo para esperar las fuertes sanciones físicas al regreso en la trinchera, por no "apoyar" en la lucha. En uno de ellos se perdió, deambuló sola durante un mes, con los pies llenos de ampollas, sobreviviendo con insectos, frutos y agua de la corteza de árboles.
No sabía qué era peor, si estar así como "Tarzán" o estar allá "disponible" para los hombres, cuenta medio entre risas. "Ellos dicen que no hay abusos sexuales porque son 'autorizados'. A muchas niñas les toca dormir un día con uno, pasado con el otro, y así. Entonces, ¿eso cómo se llama? Como será que nos obligaban a planificar con ampollas, porque la que quedara embarazaba la hacían abortar y luego la sancionaban, aunque uno nunca hubiera querido acostarse con ninguno de ellos".
Ellos dicen que no hay abusos sexuales porque son ‘autorizados’. A muchas niñas les toca dormir un día con uno, pasado con el otro, y así. Entonces, ¿eso cómo se llama?
A Nidia, paradójicamente, la salvó de ese calvario un 'consejo de guerra', que era el sistema interno de justicia que tenía la guerrilla para determinar los castigos a quienes incumplieran sus reglas. "Un día mataron a un muchacho porque decían que era infiltrado. Los comandantes ponen a votar a todo el mundo para ver si lo asesinan o no, y uno no siempre puede decir que no, aunque uno sepa que no merecen morir. Esa vez me tocó decir 'sí'".
Pero el caso que la salvó fue el de una compañera, también menor de edad, que se había enamorado de un civil. Nidia estaba en la misma situación, pronto les harían 'consejo de guerra' a las dos. Así que decidieron escapar. En una guardia nocturna de su amiga esperaron a que todos se durmieran para salir corriendo, lo hicieron toda la noche, en el día esperaban a que oscureciera arriba de un árbol, para que no las encontraran.
"Ya no tenía nada que perder. Estaba embarazada de quien hoy es mi esposo, y cuando se enteraran me iban a matar. Corrimos durante tres noches hasta que él nos recibió y nos sacó del pueblo. Luego lo fueron a buscar para matarlo, pero la comunidad se interpuso y logró salvarlo". Nidia y su amiga llegaron a un puesto militar, a cada una la enviaron a una ciudad diferente, y nunca más se volvieron a ver.
Después de tres años, con apenas 15, todo había terminado. O eso pensó.
Rosa Blanca
En su nueva vida en un municipio del Atlántico, terminó su bachillerato y se casó con el padre de dos de sus hijos. Después de 10 años de parir por primera vez, por fin pudieron enviar a su casa a su primera hija, pero ella, como era de esperarse, no la reconoció. Y aunque ya no está en la guerra, sigue huyendo de ella. Se mantiene en la clandestinidad sin revelar su verdadera identidad, se cambió el nombre a Nidia y así se presenta a todo el mundo, no permite fotos y mucho menos que conozcan su lugar de residencia.
Así, a escondidas como Nidia, viven por lo menos 365 mujeres más que en circunstancias diversas ingresaron a las filas de las FARC, donde sufrieron de violencia de género y abuso sexual. En diciembre de 2017 se unieron bajo el nombre de Corporación Rosa Blanca, desde donde denuncian el crimen por el que las tienen amenazadas incluso después de la firma de la paz.
"Al inicio de las conversaciones muchas nos desmovilizamos, pero nunca llegamos a las zonas veredales transitorias porque los comandantes no quisieron reconocer que fuimos parte de la guerrilla, nos consideraban traidoras por denunciar su violencia sexual. No tenemos sede porque no contamos con protección y sería peligroso reunirnos", aseguró a Infobae Sara Morales, vocera de la Corporación.
Intervención de Sara Morales Vocera de @CorpoRosaBlanca en el Plantón de RECHAZO a la decisión de la @CConstitucional conovado por @yjimenez13. pic.twitter.com/kThu0uxeFo
— Rosa Blanca (@CorpoRosaBlanca) August 23, 2018
Este grupo de mujeres se declaran víctimas de las FARC, más que parte de sus integrantes. La mayoría fueron reclutadas forzosamente cuando aún eran menores de edad. Ahora, organizadas, buscan ser parte del proceso de reparación de víctimas de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
La petición se hace justo después de que la Corte Constitucional reiterara que los delitos sexuales cometidos en el marco del conflicto armado son susceptibles a penas alternativas contempladas en el sistema de justicia transicional. Ello, luego de que la congresista del partido de la U, Maritza Martínez, introdujera en el artículo 146 del proyecto de ley que reglamenta la JEP una excepción a este crimen cometido contra menores de edad, aplicando las sanciones del Código Penal.
"Ninguna conducta al interior de la jurisdicción va a quedar impune. Estos son delitos no amnistiables, eso es muy importante destacarlo, luego, bajo ninguna circunstancia este tipo de conductas amerita ni amnistía ni renuncia a la persecución penal", así quiso explicar esa decisión la magistrada Patricia Linares, presidenta de la JEP, en Caracol Radio. De acuerdo con el Acuerdo de Paz, las penas alternativas incluyen entre cinco y ocho años de cárcel.
Así empezó el plantón frente a la @CConstitucional rechazando la decisión de proteger a los violadores de las Farc y a los demás violadores de los grupos armados. pic.twitter.com/udsxvU15yI
— Rosa Blanca (@CorpoRosaBlanca) August 23, 2018
La organización Dejusticia también ha manifestado su apoyo a la decisión de la Corte Constitucional, toda vez que -alegan- defiende el Acuerdo de Paz que terminó con más de 50 años de guerra. "No consagra impunidad ni amnistía para los delitos de violencia sexual cometidos contra menores. Por el contrario, estos delitos son vistos por el tribunal como una de las infracciones más graves a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario en el marco del conflicto armado y, de esta manera, deben ser conocidos por la JEP (…) para garantizar que exista verdad, justicia y reparación para las víctimas", describieron.
Para Dejusticia la decisión del alto tribunal contribuye a que se conozca más sobre lo ocurrido con este flagelo; garantiza el "principio de proporcionalidad de las penas" al imponer las mismas condenas al culpable de un delito sexual y al responsable de una masacre de niños, por ejemplo; protege el pacto acordado en La Habana y la promesa del gobierno saliente de Juan Manuel Santos que lo firmó; y evita que los congresistas puedan modificar el Acuerdo de Paz.
No es lo mismo que piensan las ex guerrilleras que fueron víctimas del flagelo. Algunas como Elda Neyis Mosquera, alias 'Karina', presentarán peticiones individuales ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En entrevista con la revista Vanity Fair, afirmó que viajará hasta Washington con otras mujeres pertenecientes a la Corporación Rosa Blanca para dar a conocer algunas de las prácticas ordenadas por los altos mandos, como abortos forzados, promiscuidad sexual y violaciones.
"Llegó la hora en que seamos las propias ex combatientes de las FARC, que fuimos abusadas y maltratadas, las que denunciemos a gritos, ante el mundo, a los cabecillas de esa organización", había señalado 'Karina' a principio de año en un medio televisivo nacional.
Una de las niñas violadas por @TimoFARC y obligada a abortar, al ver esta foto y sentir la actitud triunfalista del criminal, dice que es una manera de mostrarle a Colombia que el crimen triunfó sobre la justicia. "Eso me motiva a denunciarlo y lo haré en esta semana que viene". pic.twitter.com/fMFKIqNlLn
— Rosa Blanca (@CorpoRosaBlanca) July 14, 2018
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