En un allanamiento realizado en 2015 en la vereda de Turbo, las autoridades encontraron a un perro mientras su entonces amo, Dairo Úsuga, alias Otoniel, el máximo cabecilla del Clan del Golfo, se escapaba por las selvas del Urabá. Desde entonces, la Policía lo adoptó y lo entrena para que haga parte de la operación Agamenón, que tiene como objetivo dar con la captura del capo narco.
Por tierra y aire las autoridades colombianas llegaron a una finca escondida entre la alta montaña donde se escondía alias Otoniel. Pero antes del intercambio de disparos en el que murieron cuatro de sus hombres, el narcotraficante ya había sido alertado por los ladridos de su fiel mascota; y logró escapar en mula.
Al ingresar a la vivienda los uniformados escucharon los desesperados ladridos de un perro fino colombiano, siguiendo el sonido lo encontraron desorientado y asustado por los fuertes impactos; cuenta la revista Semana. El canino había sido un pedido específico de alias Otoniel por su fino olfato, y al cual había entrenado durante semanas para que le avisara de visitas inesperadas.
Los policías calmaron al perro -única raza canina que oficialmente tiene Colombia- esa noche y lo adoptaron, bautizándolo como Chapolo, como se conoce popularmente esta raza en la costa. Le brindaron las atenciones en salud requeridas y lo cuidaron hasta que estuvo en perfecto estado, contaron las autoridades a la revista.
Después comenzaron su adiestramiento. Lo entrenaron en búsqueda de personas pasivas, en guía de rastreo y lo adiestraron a varios terrenos. Actualmente está en el servicio aéreo y sigue su capacitación para pronto hacer parte de la operación Agamenón, en la que tiene como objetivo dar con el paradero de su exdueño, asegura Semana.
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