Una vez Colombia fue gobernada por un afrodescendiente, hace 157 años. El presidente se llamó Juan José Nieto Gil, un cartagenero de origen humilde al que le valió el intelecto y el liderazgo para guiar al pueblo en tiempos de guerras civiles. Pero pocos lo recuerdan, no sale ni en los libros académicos. La sociedad elitista de la época, empañada en racismo, mandó a blanquear su retrato en óleo y escondió el cuadro.
Era un hombre "fornido, de piel cetrina clara (o trigueña oscura), ojos zarcos verdosos, nariz recta y amplia, labios finos, cejas arqueadas y cabello negro medio rizado". Así es descrito en el libro pionero en reconstruir su vida y legado, 'El presidente Nieto', del historiador Orlando Fals Borda (fallecido en 2008).
Un aspecto contrario al de los blancos colonos españoles a los que prefería la élite local. Pero propio del pueblo indígena de Baranoa (1804), entonces provincia de Cartagena y hoy municipio del Atlántico, que durante la conquista recibió a los negros que salían de la esclavitud. Hijo de una zamba y un español, fabricantes de mechas de algodón.
Nieto supo hacerle el quite a los prejuicios raciales y económicos de la época. Aprendió a leer solo cuando desde niño fue enviado a Cartagena de Indias. Con lecturas socialistas fue forzando su lucha por los derechos de los más pobres. Desarrolló así la empatía –por su propia historia- para manejar a los sectores populares de la ciudad puerto, que desde la colonia ha sido de mayoría de ascendencia negra-mulata.
La Fuerza Militar a la que perteneció –y su determinación- le dio el ascenso social necesario para contraer matrimonio dos veces con mujeres de la alta aristocracia. Con el apoyo de las masas, en época de política partidista, comenzó su camino en el sector público.
En momentos de divisiones ideológicas, y un limbo de poder que dejaron los gobiernos del conservador Mariano Ospina Rodríguez, Nieto Gil llegó por votación popular a la Presidencia de Estados Unidos de la Nueva Granada –como entonces se llamaba Colombia-. Gobernó durante seis meses, entre enero y julio de 1861, en apoyo al también liberal Tomás Cipriano de Mosquera.
"Cuando hay una crisis, las costumbres de las maneras de ser tienden a relajarse, eso da la oportunidad a sectores emergentes para que puedan insertarse en el panorama político. Eso pasó en Cartagena en el Siglo XIX; en un país convulsionado por las guerras civiles es posible que se abran canales de movilidad política que Juan José Nieto supo aprovechar", asegura a Infobae el historiador y académico cartagenero Javier Ortiz Cassiani.
Fals Borda también señala en su libro que en ese tiempo el malestar se sentía en todas las clases sociales, que vieron en Nieto la garantía de protección de sus intereses. Sus méritos de antes le habían dado la confianza al pueblo. Anteriormente, decretó la abolición de la esclavitud de Cartagena en 1852, haciendo honor a su propia raza.
Había sido también representante a la Cámara y cuatro veces gobernador del Estado Soberano de Bolívar. En 1839 participó en la Guerra de los Supremos, el primer conflicto interno de la Colombia independiente, que duró tres años luego de iniciar por motivos religiosos. Su bando perdió, por lo que fue condenado, primero a permanecer en la Prisión de Chagres, en Panamá, y luego a un exilio de cinco años en Jamaica.
"Ese periodo de condena fue beneficioso para el desarrollo de su literatura. Sobre su estadía en Panamá escribió 'Rosina o la prisión de Changres'. Y en Jamaica 'Ingermina o la hija de Calamar', la primera novela de la que se tiene registro en el país. Además de que, en su capital, Kingston, existía una tradición masónica muy fuerte, a la que él pertenecía. Todo eso lo ayudó a formar su criterio político", afirma Ortiz Cassiani.
Autor también de la novela 'Los Mordiscos', de textos académicos como 'Derechos y deberes del hombre en sociedad' y 'Geografía histórica, estadística y local de la provincia de Cartagena', y hasta de una obra de teatro que hacía alusión a su propia historia de orígenes humildes. Falleció el 16 de julio de 1866.
El cuadro escondido.
Un retrato de Nieto pintado en óleo debió ser el cuadro colgado en la galería de los de los demás presidentes. En aquella época la élite cartagenera lo envió a Francia para que lo "arreglaran", y terminaron blanqueando su piel y afinando sus facciones. Y jamás llegó a ser exhibido.
El cuadro fue hallado décadas después, en los 80's, cuando Orlando Fals Borda investigaba sobre su vida. Lo descubre en las mazmorras (calabozos subterráneos) del Palacio de la inquisición, hoy Museo Histórico de Cartagena (Muhca).
El director del museo, Moisés Álvarez, lo envió a Bogotá para que fuera restaurado por expertos del Ministerio de Cultura, entre 1984 y 1985. En el proceso científico se le retiró al óleo las varias capas de pintura con las que habían modificado su aspecto, para recuperar la versión auténtica. Después fue ubicado en las instalaciones del Muhca.
"Cartagena, principal puerto de esclavos, excluye y margina, aun hoy, los aportes y el valor de los sectores populares. Y esos prejuicios son de larga duración, lo irracional que son los convierten en difíciles de erradicar, porque están en el inconsciente de la gente, se repiten y se repiten hasta que se naturalizan. Por eso antes y ahora se le negó a Nieto su importancia, por estar ligado a la raza negra y a la clase baja", manifiesta Ortiz Cassiani.
Solo hasta hace dos años, el periodista Gonzalo Guillén, que filmó un documental sobre su vida, interpuso una acción popular para solicitar al presidente saliente Juan Manuel Santos que incluya el óleo del afrodescendiente en la Galería de Presidentes de la Casa de Nariño. Solo así se empezó el reconocimiento a Juan José Nieto Gil, apenas en 2016.
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