Pese a la salida de las FARC del control de narcocultivos, las rutas de salida del contrabando de droga se mantienen de la mano de múltiples actores armados, que luchan entre sí por el dominio de los territorios abandonados por la guerrilla. Pero la ofensiva de las autoridades que ha debilitado sus estructuras ha obligado a los narcos mexicanos del Cartel de Sinaloa a crear sus propios grupos y subcontratar bandas locales en ciudades del Caribe colombiano para garantizar la exportación de clorhidrato por sus puertos, donde ya empezaron a tener presencia.
La guerrilla comunista de las FARC -alzada en armas desde 1964- fue el primer actor de la cadena de la cocaína en Colombia hasta finales de 2016, cuando firmaron la paz con el Estado y se desmovilizaron para convertirse en partido político; siendo los carteles mexicanos sus principales compradores. Pero con su desaparición, también se debilitó la cadena de cultivo, procesamiento y exportación de droga que surtía esta mafia de Centroamérica. Así lo confirmó una investigación de la Fundación InSight Crime y la Universidad del Rosario.
"Cuando las FARC controlaban los sectores cocaleros, de donde derivaban sus mayores ingresos, eran el actor hegemónico. Eso hacía que hubiera una cierta estabilidad en la siembra y producción de coca, porque compraban toda la pasta a los cultivadores para luego venderlas a los mexicanos. Entonces, los carteles se entendían con un solo actor. Cuando las FARC desaparece dejan un vacío de poder que empiezan a llenar varias organizaciones armadas", explica el politólogo Luis Trejos.
Así que, tal como lo advierte Jeremy McDermott, director de InSight Crime, "Colombia hoy produce más cocaína que en toda su historia". Aunque los colombianos les cedieron a los mexicanos el mayor mercado mundial de droga: Estados Unidos; no como una derrota, sino como una "medida mercantil", dice el estudio.
Eso cambió las dinámicas del narcotráfico en Colombia, que se ajustaron bajo nuevos parámetros con la influencia de uno de los carteles de droga más grandes del mundo, el de Sinaloa, que pasó de negociar con un solo proveedor 10 toneladas de cocaína, a trabajar con 10 organizaciones diferentes para obtener la misma cantidad del clorhidrato. Así que, para garantizar la salida de la sustancia ilícita, desplegaron su personal hasta el país para organizar su propio transporte.
¿Cómo lo hacen?
Luego de conocerse la reunión grabada por un agente encubierto de la DEA entre el ex negociador de paz de las FARC, Jesús Santrich, y el segundo cabecilla al mando del Cartel de Sinaloa, Rafael Caro Quintero, en la que supuestamente negociaban la entrega de 10 toneladas de cocaína por el Puerto de Barranquilla, se hizo pública la presencia de los mexicanos en esta ciudad.
Menos de un mes después, la Policía incautó 704 kilos de cocaína en zona portuaria de Barranquilla, que estaban ocultos en el tráiler de un tracto-camión que viajaba clandestinamente. En el hecho fueron capturadas cuatro personas señaladas de tener nexos con el Clan del Golfo, y que según las investigaciones eran las encargadas de "contaminar" los contenedores con la droga.
En ese momento, el brigadier general Herman Bustamante, comandante de la Región Policía No. 8, con actuación en Barranquilla y otras ciudades del Caribe, anunció que habían detectado que el Cartel de Sinaloa estaba realizando "outsourcing" en la ciudad. En el mundo empresarial, esto significa que una compañía contrata a otra para que se haga cargo de una parte de su actividad comercial o de producción, con el fin de reducir costos.
En este caso, significa que el Cartel de Sinaloa estaba subcontratando bandas locales de la ciudad para que se encargaran de recibir la droga que compraban en el interior del país -donde se produce- y de subirla a embarcaciones en el Puerto de Barranquilla dentro de contenedores que luego serían despachados en mar abierto hacia destinos internacionales.
El general Bustamante afirmó en rueda de prensa que los criminales locales hacían el trabajo sucio de "contaminar" los contenedores con la droga, y colocarles sellos de seguridad del puerto para que pudieran salir con facilidad. Y que esta labor la realizan en puertos del Caribe (Barranquilla, Santa Marte y Cartagena, sobre todo) y del Pacífico colombiano.
Pero esto ya había sido advertido por la Defensoría del Pueblo en el informe de Alertas Tempranas No.020-18 el pasado mes de febrero. Donde asegura que existen acuerdos entre el Clan del Golfo y la banda criminal Los Rastrojos Costeños de Barranquilla, para servir al Cartel de Sinaloa con 'outsourcing'.
"Los mexicanos comprendieron que la cooptación e instrumentalización de dichos grupos era más rentable en términos logísticos y de seguridad. Ya que la implantación de una estructura criminal en un nuevo territorio implica la movilización de recursos humanos y materiales, tiempo para conocer el terreno y constituir la red de aliados, además del desgaste y riesgo que produce la disputa armada con los competidores locales", explica Luis Trejos, investigador del conflicto en la Región Caribe.
Una red nacional.
Los Rastrojos Costeños tuvieron un enfrentamiento armado con el Clan del Golfo en 2016 por el control territorial de área metropolitana de Barranquilla, pero en ese momento decidieron crear una sociedad para dividir roles. Eso halló la investigación de la Defensoría del Pueblo. Los segundos negociarían con los mexicanos la compra de cocaína y los primeros garantizarían la entrega de la droga subcontratando bandas locales como Los Calabazos o Los 40 Negritos.
El Clan del Golfo -aclara Trejos- no es un cartel, sino "una especie de Servientrega" (empresa de mensajería), encargado de la logística para la exportación del clorhidrato. Recogen embarques de varios narcotraficantes y los llevan a ciertos destinos del Caribe, obteniendo del 15 al 20 por ciento de las ganancias del envío. Y con la asociación con las organizaciones locales ganan la seguridad de que el producto sea acopiado sin contratiempos. Mientras estas ganan control territorial para la captación de renta ilegal, especialmente a través de la extorsión a comercios.
"Desde las zonas de cultivos, especialmente del Urabá, las bandas locales reciben armas, vehículos y plata de nómina para que contraten más gente. Entonces, si antes controlaban cuatro o cinco manzanas, ahora tienen barrios enteros. Eso se traduce a mayor capacidad de captar rentas ilegales, sobre todo a través de la extorsión a toda actividad comercial que se desarrolla en los sectores que controlan; entre más tengan, más plata consiguen", declara Trejos.
Este año, la ofensiva de las autoridades con el Clan del Golfo ha dado de baja a varios de sus cabecillas, debilitando su estructura y poniendo en riesgo el negocio de los mexicanos. Por eso el Cartel de Sinaloa los ha ido desplazando por otros grupos locales o, incluso, creando unos. Como el caso de los denominados JJ que nacieron en diciembre del año pasado en Tierralta, Córdoba (también en la Región Caribe), al que se adhirieron varios desmovilizados de las FARC, y que se enfrentan al Clan del Golfo y a Los Caparrapos por el control de los cultivos en el Parque Natural Paramillo.
Y según el estudio del InSight Crime y la Universidad del Rosario, los mexicanos están cada vez más presentes en los laboratorios de procesamiento del clorhidrato, donde hasta hacen control de calidad para garantizar la alta pureza. "Eso no quiere decir que haya estructuras de 15 o 20 mexicanos armados en los municipios. Sino que mandan emisarios con capacidad de negociación y toma de decisiones, que primero llegaron a zonas de producción a garantizar que se siga cultivando y procesando", dice Trejos.
Entonces, la droga producida en el interior del país llega a Barranquilla por el Puente Laureano Gómez (popularmente conocido como el Puente Pumarejo), transita por la calle 17 y es descargada en el mercado de Barranquillita, que inicia actividades en horas de la madrugada sin ningún tipo de control institucional. Ahí los camiones son recibidos por las bandas locales subcontratadas por los narcos mexicanos.
Todo ese sector es el "andén" del río Magdalena, por donde transportan la droga en lanchas rápidas o en grandes embarcaciones desde el Puerto de la ciudad. Llegan a mar abierto y hacen trasbordo a otro tipo de navíos con destinos distintos. La InSight Crime confirma que los mexicanos acompañan los cargamentos en semisumergibles, buques de carga, lanchas de lujo, aeronaves u otros transportes para evitar conflictos en caso de incautaciones.
Y este mismo proceso que sucede en Barranquilla, pasa en Santa Marta y Cartagena. Hace una semana, de hecho, la Policía incautó más de siete kilos de cocaína camuflada en una planta eléctrica industrial que hacía parte de una carga embarcada en una motonave en puerto cartagenero con destino a Sagunto, España.
Aunque hoy, "Barranquilla es el escenario de la modernización del crimen organizado en Colombia, que ahora aplica principios empresariales a la práctica criminal (…) En una especie de especialización del trabajo", expresa el politólogo Luis Trejos. Mientras el Cartel de Sinaloa controla la cada vez más alta producción de cocaína de Colombia.
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