El candidato presidencial de izquierda Gustavo Petro, el máximo líder de la exguerrilla de las FARC Timochenko y la embajada de Cuba eran los objetivos del cubano Raúl Gutiérrez Sánchez, capturado el pasado 12 de marzo por supuestamente planear un atentado en la zona rosa de Bogotá contra ciudadanos de los Estados Unidos a nombre del Estado Islámico.
La confesión la realizó el cubano al programa La W con Vicky Dávila, donde además aclaró que no pertenece a ISIS como fue señalado por la Policía, que incluso lo acusó de entrenar a un ejército yihadista en el país. En cambio, dice hacer parte del Movimiento Justiciero 51 de extrema derecha, conformado por diez personas, entre ellos exiliados cubanos y paramilitares de las Autodefensas de Colombia.
"Venía a cometer atentados en Colombia contra la Embajada de Cuba en Bogotá, el líder desmovilizado 'Timochenko' y Gustavo Petro (…) Si tengo que pagar por eso, lo acepto, pero no iba a atacar a los norteamericanos", dijo a la emisora Gutiérrez Sánchez, quien se encuentra recluido en la cárcel La Picota, mientras es investigado por terrorismo y concierto para delinquir, cargos que no aceptó.
El cubano creó un perfil en Telegram para hacerse pasar por yihadista y, además de despistar a las autoridades, sacarle dinero al grupo terrorista extremista para sus propios fines. Aunque aceptó tener afinidades con la religión islámica. "Soy un soldado. Respondo por los delitos que sean. No voy a entregar a nadie. No soy un sapo. Prefiero que me fusilen. A los que dicen que soy un loco, les pido que vayan a la Fiscalía en grupo y pidan mi liberación como loco, me harían un favor", expresó.
Gutiérrez Sánchez entró a Colombia por la frontera con Venezuela y se asentó en Armenia en una casa que alquiló, donde realizó trabajos de inteligencia para atentar contra el líder del partido político FARC, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko. Asimismo, aclaró que su trabajo era netamente investigativo, pues el plan sería ejecutado por dos miembros de las autodefensas.
No obstante, su papel en el atentado contra el candidato Petro sí era asesinarlo, pero fue capturado antes siquiera de realizar el seguimiento. Lo que más les preocupó a las autoridades fue que el cubano afirmó que esos dos ataques siguen en pie. Al igual que el de la embajada cubana, sobre la que dijo que, si era necesario, se inmolaba.
"Iba a grabar todo en vivo bajo unos perfiles, iba a desviar la atención de la seguridad de la embajada explotando dos carros, luego se secuestraban a las personas civiles y desde ahí se lanzaban granadas", confesó.
Y finalmente manifestó que "hay que luchar por la ideología y estar dispuesto a morir por esa ideología (…) Me arrepiento de no haber cumplido mi misión".
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