El pez más pequeño del mundo, una raya de más de 20 kilos, esponjas de agua dulce y una rana cantora son algunas de las 98 nuevas especies de flora y fauna, encontradas en las profundidades de las selvas colombianas en las que el conflicto no dejaba entrar. Pero después de a guerra, otra amenaza que no cesa pone en riesgo la conservación de esta nueva biodiversidad: la deforestación, que solo en 2016 causó pérdidas de 178.597 hectáreas de bosque.
Los bosques en Colombia ocupan 60 millones de hectáreas; es decir, casi la mitad del territorio nacional. Y en ellos habitan unas 57.000 especies hasta ahora registradas. Esto convierte al país en el segundo más biodiverso del mundo, el que tiene el mayor número de aves y el segundo en anfibios. Las cifras podrían agrandarse, pues todavía hay un tercio del territorio sin explorar. Fueron más de 50 años de conflicto armado, en los que el control de la guerrilla y los paramilitares en zonas de ausencia del Estado y que son mayoritariamente selva impedía el acceso a las mismas.
"La firma de una paz, evidentemente, genera nuevas posibilidades para la ciencia. Estos territorios que por muchos años mantuvieron un control y una vigilancia diferente a la del Estado tenían unas restricciones y una dinámica bastante compleja. Eran zonas sobre las que no se tenían conocimientos, ni muestras de la biodiversidad, que nos permitiera tener un acervo bilógico y genético de nuestra fauna y flora. En estos dos años hemos visitado sitios maravillosos y encontrado especies extraordinarias donde antes no teníamos acceso", afirma Javier Barriga, coordinador de logística de las expediciones del Instituto Alexander Von Humboldt.
Con la firma definitiva de la paz en 2016, se han encontrado 98 nuevas especies desconocidas para el mundo en 11 expediciones científicas realizadas a febrero de este año. El investigador del Instituto Humboldt advierte que podrían ser unas 120 con los hallazgos posteriores y otros que siguen en análisis. Algunos de los animales más raros, por primera vez vistos, son un pez bagre que mide menos de un centímetro, una rana amarillenta de 3,9 centímetros que canta y mucho más.
Se planearon 20 expediciones hasta 2018 en el programa Colombia Bio, en el que se unieron las entidades estatales del medio ambiente, organizaciones civiles, instituciones científicas y universidades con el objetivo de "fomentar el conocimiento, conservación, manejo y aprovechamiento sostenible de la biodiversidad". Pero después de décadas sin presencia ni inversión institucional, todavía existen limitaciones para el desarrollo de la ciencia.
"Son zonas de difícil acceso: no hay vías, bastante montañosas, quebradas. Pero es importante llegar para que esa planificación vaya acorde con el entorno, y se necesitan condiciones mínimas para el efectivo desarrollo sostenible", advierte Barriga. Con el conflicto la inversión en infraestructura era imposible, pero ahora es una necesidad. No solo en vías, sino también en hoteles y puestos de salud en las partes más alejadas de las regiones, y reforzar la vigilancia ambiental que garantice la protección de los nuevos descubrimientos.
Sin embargo, hay una amenaza mayor que tiene en vilo al país entero por su rápida expansión y el riesgo de extinción al que puede llevar a miles de especies. La tala indiscriminada de árboles ha convertido a la deforestación en uno de los principales problemas medioambientales del país. La superficie de los bosques naturales ha disminuido gradualmente desde 1990. Del Bosque Seco Tropical, por ejemplo, solo queda el 6% de lo que fue inicialmente, según datos de la Fundación Natura. Y que en registros del Instituto Humboldt significan unas 540.000 hectáreas, de las 9 millones que tenía.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha identificado las seis principales causas de la deforestación: el acaparamiento ilegal de tierras, los cultivos ilegales y la extracción ilícita de yacimientos minerales son los tres principales; en todas estas actividades han tenido que ver las distintas organizaciones armadas que han estado y están en el país. Aunque existen otras razones por actividad humana como el desarrollo de infraestructura, la ganadería extensiva y los incendios forestales.
De acuerdo con el Instituto Humboldt, el 86% de la deforestación actual se ubica en zonas prioritarias para el posconflicto. De hecho, los principales focos de destrucción forestal según el Ideam son algunos de los departamentos más afectados por la violencia, y que aun padecen por enfrentamientos armados: Caquetá, Guaviare, Putumayo, Meta, Chocó, Antioquia, Norte de Santander. En estas regiones habitan unas 2.697 especies, 36 de las cuales están en peligro de extinción.
"Antes de este escenario de posacuerdo, ya la ONU había dado partes de alerta sobre la falta de gobernanza en los sitios que iban a quedar abandonados. Y la falta de control genera un ataque directo sobre los recursos naturales. Eso, como se pronosticó, ha sucedido. Todo lo que estaba prohibido se está haciendo; si alguien necesita madera, va y corta los árboles sin que nadie diga nada. La tala en toda la Amazonía ha sido lo mas habitual, y el desastre es muy grande", explica Barriga.
Pero no son solo las especies de flora y fauna las que se ven afectadas, sino también la vida humana. El cambio del uso de suelos, principalmente por la deforestación y la agricultura, producen alrededor del 45% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero del país. Además, se traducen en desastres naturales, cambios climáticos y desabastecimiento de agua por la desaparición de cuencas.
Caso Amazonas.
La Amazonia colombiana tiene 483.164 kilómetros cuadrados de superficie, casi un tercio del territorio nacional, que aún es inexplorado. Y de los 10 departamentos que la conforman, cuatro están en los primeros lugares de la lista de los focos de destrucción forestal según el Ideam: Putumayo, Caquetá, Guaviare y Meta (en ese orden); zonas que además concentran la mayoría de población de la región, infraestructura vial y cultivos de coca. Allí, la deforestación creció un 44% entre 2015 y 2016, pasando de 56.952 a 70.074 hectáreas.
Entonces, el Amazonas se debate entre la deforestación y el hallazgo de nuevas especies. Solo en una expedición de ocho meses, científicos encontraron 47 animales y plantas hasta ahora desconocidas, en 29 mil hectáreas del Parque Municipal Andakí de Belén de los Andaquíes (Caquetá).
La meta de Colombia es reducir la tasa de deforestación a 2030. Por eso, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el gobierno de Noruega crearon una alianza contra el fenómeno. Mientras que la Corte Suprema ordenó la protección inmediata de la Amazonía, por el incremento de tala y quema de árboles para explotaciones ilegales de madera.
"Conocer y reconocerse nuestro entorno nos hace respetarlo y valorarlo. Entender que las aves que oímos todas las mañanas o los animales con los que nos encontramos cada día tienen un habitad para vivir, nos hacen consientes de la pérdida de su destrucción. Las necesidades de las comunidades las llevan a explotar al máximo los terrenos, sin el mínimo cuidado. De ahí la importancia de estas expediciones para conocer la biodiversidad y plantear otras posibilidades de obtención de recursos, como el ecoturismo. Es el ser humano el que destruye y el que puede conservar también", expresa el investigador del Instituto Humboldt.
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