De Pablo Escobar a alias Inglaterra: detalles de los narcofunerales más insólitos de Colombia

Las caravanas de adiós a los grandes criminales de la droga han sido espectáculos inverosímiles que quedaron en la memoria

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Escobar, “Megateo”, “Gavilán”, “Bigotes” e “Inglaterra”
Escobar, “Megateo”, “Gavilán”, “Bigotes” e “Inglaterra”

Enjambres de motorizados hacen rugir sus motores, lanzan pólvora, pitan y taponan las calles del municipio de Carepa, en el Urabá antioqueño. Esperan el cadáver de su ídolo, a la luz de los anuncios de neón de la discoteca San Guaro (aguardiente) en la medianoche de un sábado. "Desde que él era muy joven, se vinculó a la contienda… de autodefensas unidas y movimientos de izquierda", dice una canción que se impone al bullicio. Se repite al fondo.

Ocurrió en noviembre de este año 2017, y abrió un túnel del tiempo que trajo al presente escenas típicas de la era de los carteles en los años 90. Así recibieron en su tierra natal a Luis Orlando Padierna Peña, alias 'Inglaterra', el tercero al mando de la mayor banda criminal de Colombia.

El Clan del Golfo, también conocido como Los Urabeños o Los Úsuga, está conformado principalmente por ex integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El grupo paramilitar se desmovilizó entre 2003 y 2006, bajo el gobierno de Álvaro Uribe.

Combatientes que no se acogieron al proceso dieron nacimiento a otros grupos, herederos naturales del narcotráfico. Retomaron las armas, las hectáreas sembradas de coca y el control de las rutas. El capo de 38 años era uno de los que llevaba el testigo en la interminable carrera de relevos que comenzó con Pablo Escobar.

Carepa está a 317 kilómetros de Medellín. Inglaterra fue abatido el 23 de noviembre, a 24 años de la muerte de 'El patrón', el 2 de diciembre de 1993. Es largo el hilo que los conecta. También es sólido, con raíces profundamente extendidas en manifestaciones culturales. Y recuerda los problemas de fondo del país.

"Si bien se lucran de actividades ilegales y operan con violencia, este tipo de personajes  también son de alguna manera benefactores de una población", dice el sociólogo y magíster en estudios políticos Jair Vega. Llegan con dinero, servicios, apoyos a la gente. Muchas veces lo hacen para generar entornos protectores. Tal como Escobar construyó casas y canchas de fútbol. "Combinado con un Estado tan ausente como el nuestro, se deja la posibilidad de que llenen ciertas necesidades".

"¡Qué viva Inglaterra! ¡Qué viva el plomo hijueputa!", se oye gritar. La masiva despedida al delincuente levantó una polvareda de indignación nacional. Es, sin embargo, una práctica frecuente en distintas poblaciones condenadas a convivir con el siempre lucrativo negocio de las drogas.

Las también llamadas "bandas emergentes" se extienden en más de 13 departamentos. Hay unos 23 grupos. Los rastrojos, Los costeños, Los pachenca son algunos de los nombres que reciben. Son hoy la principal preocupación de las autoridades colombianas. Sus integrantes se cuentan por miles. Serían unos 2.100, según un informe de la Fundación Ideas para la Paz. Suelen atacar policías.

El funeral de Inglaterra es solo uno, el más reciente, en una larga lista de síntomas de un drama nacional más profundo, que se mantiene vivo: una catástrofe moral.

Tras décadas de miedo y años de producciones de cine y televisión que idealizan sus batallas, en ciertos sectores de la sociedad se ha consolidado la imagen del narco como alguien admirable por su valentía. Alguien que se rebela contra un Estado corrupto, en una suerte de "heroísmo perverso", explica Vega. "Para muchos se constituyen como un héroe que sale de las clases populares y logra tener poder. Los convierten en objeto de culto aún después de muertos".

Colombia beatifica matones y narcotraficantes desde hace casi tres décadas; en ceremonias de aguardiente, caravanas y narcocorridos. Infobae presenta seis de ellos que tuvieron especial impacto.

Pablo Emilio Escobar Gaviria

El funeral de Pablo Escobar en 1993
El funeral de Pablo Escobar en 1993

El féretro de Escobar flotó sobre un mar de brazos antes de llegar a la fosa en el cementerio Los Jardines de Montesacro. "¡Pablo! ¡Pablo! ¡Pablo!", vitoreaba la multitud, entre empujones con agentes de policía. El jefe del Cartel de Medellín fue enterrado de manera súbita por orden del Gobierno, para evitar desórdenes públicos por cuenta de homenajes populares.

Sin embargo, unas 5.000 personas se tomaron el camposanto. La multitud causó destrozos en el cementerio y la capilla, y llevaba carteles con mensajes como "Viva Pablo, Dios tenga misericordia de él". Así lo reporta una publicación del 4 de diciembre del diario El País, de España.

El narcotraficante que llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada en los USD 3.000 millones, murió a los 44 años abatido en los techos de un barrio de Medellín, donde se ocultaba. Tenía una pistola en cada mano. Cubrieron su ataúd con la bandera del Deportivo Independiente Medellín, firmada por jugadores que lo admiraban.

Luis Orlando Padierna Peña, alias Inglaterra

Gente asomada en los edificios. Bombas blancas, arreglos florales y camisetas con una foto estampada y un mensaje: "Vivirás por siempre en nuestros corazones, Inglaterra". Unas 5.000 personas acompañaron la caravana por las calles de Carepa para despedir a Luis Orlando Padierna.

Las Fuerzas Armadas lo dieron de baja en una finca turística en el municipio de Chinacota, en Norte de Santander. Llegó allí a esconderse, acompañado de secuaces. Unos 40 comandos de la Policía descendieron de helicópteros Black Hawk. Después de unos 20 minutos de fuego cruzado, sus escoltas no resistieron más y huyeron.

Dos retratos de Alias Inglaterra
Dos retratos de Alias Inglaterra

Combatiente desde los 18 años, formó parte del 'Bloque Bananero' de las AUC. Supuestamente se desmovilizó junto a otros 425 paramilitares, pero entró a formar parte de las incipientes Autodefensas Gaitanistas, que luego se convertirían en El Clan del Golfo. Era considerado el máximo jefe de este grupo en la frontera con Venezuela. Encargado de perpetrar masacres en el Urabá, había una recompensa de USD 500 millones por él. Estados Unidos lo había pedido en extradición.

Con un cerrado aplauso lo sepultaron en la vereda Piedras Blancas. No dejó de sonar un 'corrido prohibido' escrito en su homenaje, 'Un gallo más':

"Nació fue un jefe en Carepa, siempre ha vivido en su tierra.

Su nombre no se conoce, a él lo apodan Inglaterra, por su accionar clandestino

Se ha convertido en leyenda

Desde que él era muy joven, se vinculó a la contienda.

De autodefensas unidas y movimiento de izquierda

Que entraron en disputa, por dominios de estas tierras

Hizo historia en su tierra, y en ella se ha sostenido

No es hombre de correr lejos, es un gallito muy fino

No lo asustan los problemas, sabe que tiene enemigos.

Cuenta con hombres muy buenos, gente de mucha confianza

El pueblo siempre lo apoya, los patrones lo respaldan

Por eso nunca ha dejado esta zona, que es su casa"

Roberto Vargas, alias Gavilán

Gavilán
Gavilán

Una procesión de más de 2.000 campesinos acompañó el féretro del hombre más peligroso de Colombia por los caminos arenosos de la zona rural de Turbo, municipio del Urabá antioqueño. Ancianos, señoras, niños, todos de aspecto humilde, caminaron junto al cadáver del mayor capo de los últimos años en el país, el jefe militar y segundo al mando del Clan del Golfo: Roberto Vargas, alias Gavilán.

Cayó abatido el 31 de agosto, luego de un partido de la Selección Colombia. Las Fuerzas Armadas tenían información de que estaría en una cabaña en una ciénaga en Puerto Plata, también en zona rural de Turbo. Le tendieron una emboscada, a la que respondió con fuego. Al final, cayó.

Caballos, motos, vallenatos, "vivas" y tiros al aire marcaron el traslado de su cuerpo desde el corregimiento El Tres hacia San José de Mulatos, su tierra natal. Tres músicos descoordinados caminaban con la procesión. "Hay mucho dolor pa nosotros, pero esto les va a salir caro", se oye decir a una mujer en uno de los tantos videos disponibles en redes. Su caída fue reseñada como "el golpe más importante en la historia reciente contra el narcotráfico y el crimen organizado" por la revista Semana.

Gavilán también era desmovilizado de las Autodefensas Unidas de Colombia. Se le atribuye haber ordenado dos paros armados en departamentos de la región Caribe, haber ordenado el asesinato de dos estudiantes universitarios bogotanos que hacían turismo cerca de una playa donde iba a embarcar droga, y decenas de crímenes sexuales contra menores de edad y sus familias.

A raíz de su muerte, Pablo Angola, un cabecilla de la banda Las Águilas Negras, mandó a componerle un 'corrido prohibido': El corrido de un campesino.

Un 31 de agosto, cuando Colombia jugó

Todo el pueblo colombiano la noticia recibió

Que a Roberto Gavilán la muerte lo sorprendió

Como él era sigiloso, a la ley se le volaba

Peleando con su fúsil a él nadie lo igualaba

Era un hombre con pelotas y hasta el estado temblaba

Pero en la guerra hay traición y es que un sapo lo entregó

Y el comando Gavilán parao en la raya murió

Como mueren esos hombres, él nunca se arrodilló

Todas las Autodefensas Gaitanistas de Colombia

Y todo un pueblo entero al Gavilán lloraba

Porque se fue un comandante que al pueblo siempre ayudaba

Edison, Atigra y Juancho, a mis sobrinos del alma

Que mi sangre ahí les dejo dentro de las venas tatuada

Y que nunca tengan miedo y se paren en la raya

Como el comando gavilán otro no vuelve a nacer

Pero dejó sus pollitos, son verracos como él

Que se metan en la mente siempre triunfar y vencer

Al sapo que lo entregó hoy en día ya está muerto

Esto que sirva de ejemplo para aquellos traicioneros

Que venden su dignidad por el maldito dinero

De parte de Pablo Angola, que es un comando también

Le dedico este corrido a este hombre que era de ley

Y así como Gavilán, ya no se vuelven a ver"

José Santacruz Londoño, alias Chepe

El tercer capo del Cartel de Cali cayó abatido 53 días después de fugarse de la cárcel. Fue dado de baja en Medellín, por el Bloque de Búsqueda. Llegó a ser uno de los narcotraficantes más ricos del mundo. Aunque el sepelio fue una ceremonia privada realizada por su familia, en el cementerio central de Cali, una multitud de personas se acercó a la funeraria a despedirlo cantando en la calle.

Víctor Ramón Navarro Serrano, alias Megateo

Le construyeron un altar secreto con flores y fotografías y luego sepultaron en diversos puntos distintos fragmentos de su cuerpo. Así despidieron sus seguidores a Víctor Navarro, alias Megateo, líder de un reducto de la guerrilla Ejército Popular de Liberación (EPL) y capo del narcotráfico en la región del Catatumbo, Norte de Santander, limítrofe con Venezuela.

Estados Unidos ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares por él, quien era señalado por la muerte de un centenar de miembros de las Fuerzas Armadas. De 39 años, fue el único comandante de su grupo que se rehusó a desmovilizarse en 1991.

Según reportes de la prensa local, Megateo fue abatido luego de una fiesta de tres días, en la que había estado escuchando un 'corrido prohibido' que compusieron en su nombre. Cayó junto a cuatro escoltas de su anillo de seguridad, mientras repelían un ataque de la Fuerza Aérea. Las autoridades reportaron que a Megateo le explotó en las manos un artefacto que planeaba arrojar a un helicóptero, lo que destrozó parte de su cuerpo. Esta es la canción que, supuestamente, sonó en el lugar hasta minutos antes de su muerte:

"La vida que tengo ahora

Yo mismo me la forjé

Todos los días trabajando, para llegar al poder

Soy el patrón de patrones

Del norte de Santander

Tengo dinero y amigos que me saben defender

Ninguno a mí me traiciona porque les pago muy bien

Pero el día que alguien se tuerza

Que no se deje coger

Soy el rey del Catatumbo, tierra que me vio nacer

De mi Colombia querida, que siempre defenderé

Para que no haya pobreza y todos vivamos bien

(Oiga mono, y se la canto con el alma, patrón de patrones)

tengo dinero y me sobran las mujeres a mis pies

Me gusta el oro y las joyas

Las armas son mi poder

Y el que se meta conmigo

Con plomo responderé

Victor Ramón, Mega me dice también

A mis amigos parroquia, miren a ver cómo es que es

Han tratado de agarrarme, guerreando me moriré

Soy el rey del Catatumbo, tierra que me vio nacer"

Fernando Oquendo Estrada, alias Ramiro Bigotes

Buses con campesinos de departamentos vecinos llegaron a San Pedro de Urabá, en Antioquia, para la despedida del quinto al mando del Clan del Golfo. Comandos especiales de la Policía lo abatieron el 15 de marzo de 2017. Irrumpieron en una fiesta llena de whisky y mujeres que celebraba con sus secuaces en el municipio de Valencia.

La policía informó que fueron unas 5.000 personas las que se reunieron en la plaza principal del pueblo para acompañarlo en el funeral. Además, señaló que hubo una "invitación" de la banda criminal a la población, para que se sumaran y así "demostrar su capacidad".

Bigotes fue guerrillero de las FARC, luego paramilitar, y posteriormente mano derecha del Clan. Coordinaba la producción de coca en dos departamentos. Había participado en el asesinato de Carlos Castaño, líder de las Autodefensas Unidas de Colombia, ordenado por el hermano de este, Vicente Castaño.

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