Descubren en Siberia un mamut bebé de 50.000 años en un estado casi perfecto de conservación

El descongelamiento del permafrost a causa del cambio climático permitió a los científicos desenterrar el ejemplar. Por qué puede ser clave para comprender los ecosistemas del Pleistoceno

Guardar
Investigadores muestran el cadáver del
Investigadores muestran el cadáver del mamut bebé, que se estima, tiene más de 50.000 años (REUTERS/Roman Kutukov)

En la región siberiana de Yakutia, en pleno permafrost, un descubrimiento excepcional captó la atención de la comunidad científica internacional. Los investigadores encontraron los restos de un mamut hembra joven, al que apodaron Yana, que habría muerto hace más de 50.000 años.

Este hallazgo, realizado en el cráter Batagaika, se destaca tanto por la antigüedad del espécimen, sino también por su estado de conservación, considerado el mejor entre los siete restos completos de mamuts recuperados.

El cráter Batagaika, una depresión de más de 80 metros de profundidad conocida como “la puerta al inframundo” por su apariencia imponente, se ha convertido en un sitio clave para el descubrimiento de restos paleontológicos. Los científicos recuperaron a Yana durante una expedición que involucró maniobras complejas para sacar a la superficie el cadáver utilizando una camilla improvisada.

El cadáver de una cría
El cadáver de una cría de mamut fue encontrado en el permafrost siberiano en el cráter Batagaika en el distrito Verkhoyansky de Yakutia (REUTERS/Roman Kutukov)

Maxim Cherpasov, director del Laboratorio del Museo del Mamut Lazarev, destacó la importancia del hallazgo: “Por regla general, los depredadores modernos o las aves suelen comer la parte que se descongela primero, sobre todo el tronco. Aquí, por ejemplo, aunque las extremidades anteriores ya han sido devoradas, la cabeza está extraordinariamente bien conservada”.

Los restos, que pesan 180 kilos y miden 120 centímetros de alto por 200 de largo, han sorprendido a la comunidad científica por la preservación de su cabeza y trompa, elementos habitualmente dañados en especímenes similares. Según los investigadores, Yana tenía aproximadamente un año o un poco más al momento de su muerte, pero análisis más detallados permitirán confirmar esta estimación con mayor precisión.

Este descubrimiento abre una ventana única hacia la vida de los mamuts durante el Pleistoceno tardío. Los restos serán sometidos a análisis detallados que podrían revelar datos sobre la dieta, las condiciones climáticas de la época y las causas de la muerte del animal. Anatoli Nikolaev, rector de la Universidad Federal del Nordeste en Yakutsk, calificó el hallazgo como “excepcional” y resaltó el potencial científico de un espécimen tan completo.

Los investigadores Gavril Novgorodov y
Los investigadores Gavril Novgorodov y Erel Struchkov junto al cadáver de la cría de mamut (Cortesía de Gavril Novgorodov vía REUTERS)

Además, Yana se suma a una serie de descubrimientos recientes en la región de Yakutia, que incluyen el cadáver de un lobo de 44.000 años de antigüedad y los restos de un cachorro de gato con dientes de sable de hace 32.000 años. Según el Museo del Mamut Lazarev, esta es la sexta recuperación de restos de mamut en Rusia, mientras que un único ejemplar fue hallado en Canadá.

Cheprasov describió el hallazgo como “único” en su tipo debido al nivel de preservación que permite estudiar detalles anatómicos imposibles de observar en otros restos más degradados.

El papel del cambio climático y su relación con el hallazgo

El descongelamiento del permafrost, impulsado por el cambio climático, ha facilitado el acceso a estos restos milenarios. El cráter Batagaika, donde Yana fue encontrada, se ensancha cada año debido al aumento de temperaturas en el Ártico. Este proceso, aunque devastador para el equilibrio ecológico, expone tesoros científicos como los restos de animales prehistóricos y otras muestras de flora y fauna congeladas durante milenios.

Investigadores de pie detrás de
Investigadores de pie detrás de una valla de cristal mientras muestran el cadáver de un mamut bebé, que se estima que tiene más de 50.000 años y fue encontrado en el permafrost siberiano en el cráter Batagaika en el distrito Verkhoyansky de Yakutia, durante una demostración en el laboratorio del Museo del Mamut en la Universidad Federal del Noreste en Yakutsk, Rusia, 23 de diciembre de 2024. REUTERS/Roman Kutukov

El hielo de los polos conserva restos de animales y plantas y preserva tesoros para la ciencia. Justamente, Yakutia es una región conocida por su vasto permafrost, que actúa como un gigantesco congelador natural que ha preservado no solo mamuts, sino también caballos, bisontes y pequeños roedores como lemmings, que ofrecen pistas valiosas sobre el ecosistema de la era glacial.

El permafrost es la capa de suelo, roca o sedimento que permanece congelado. Se encuentra principalmente en las regiones polares y subárticas, donde las temperaturas se mantienen bajo cero durante largos períodos. Esta capa congelada contiene grandes cantidades de materia orgánica que ha quedado atrapada durante miles de años. El deshielo del permafrost, acelerado por el cambio climático, además de permitir hallar restos paleontológicos, libera gases de efecto invernadero como el metano y el dióxido de carbono, lo que agrava aún más el calentamiento global.

El mamut, en buena conservación,
El mamut, en buena conservación, plantea nuevas perspectivas sobre ecosistemas y climas del pleistoceno (REUTERS/Nikolai Gogolev/Foto de archivo)

El mamut Yana, ahora objeto de estudio en la Universidad Federal del Nordeste de Yakutsk, representa una oportunidad inigualable para la ciencia moderna porque permitirá avanzar en la comprensión de la vida prehistórica, el impacto del cambio climático en los ecosistemas del pasado y las interacciones entre especies en una época dominada por glaciares. Mientras el permafrost continúa descongelándose, es probable que descubrimientos como este se multipliquen y revelen más secretos de un mundo que permaneció oculto durante decenas de milenios.

Guardar