La NASA continúa innovando en el ámbito de la robótica espacial con un nuevo avance significativo: la implementación del robot volador libre Astrobee, equipado con brazos flexibles inspirados en los tentáculos de un pulpo.
La encargada de compartir este nuevo desarrollo fue la astronauta Sunnita Williams, una de las dos personas varadas en el espacio, luego de haber volado hasta la Estación Espacial Internacional (EEI) en junio último para probar la nueva cápsula Starliner de Boeing, pero que no pudo regresar en ella por repetidas fallas de seguridad.
Lo cierto es que Williams y su compañero Barry ‘Butch’ Wilmore despegaron el pasado 5 de junio desde Florida (EEUU) a bordo de la Starliner rumbo a la EEI como parte de la misión de prueba Crew Flight Test (CFT), el primer vuelo de Boeing que debía durar 8 días.
Pero, poco antes de llegar a la estación orbital, la cápsula protagonizó varias fugas de helio y fallos en los sistemas de propulsores que obligaron a extender la duración de la misión. Primero fueron semanas y luego meses. Finalmente, la directiva de la NASA determinó que la nave debía regresar a la Tierra sin tripulación, y que Butch y Suni volverían a bordo de la cápsula Dragon de SpaceX que se usara en la misión Crew-9 en septiembre pasado.
La Starliner partió desde la EEI sin sus dos tripulantes y unas seis horas después aterrizó con éxito en White Sands, en el que fue el cierre de una accidentada misión cuyo objetivo fue la certificación de la cápsula por parte de la NASA para que pueda operar como un servicio de transporte y carga. Cosa que todavía no sucedió.
En las últimas horas, la NASA comunicó que los dos astronautas de la NASA varados no volverán a la Tierra hasta fines de marzo de 2025, debido al retraso del lanzamiento de la próxima misión Crew-10 provocado por la puesta a punto de una nueva nave espacial de SpaceX para dicha misión.
Así, el equipo de la Nasa y SpaceX determinó que la “mejor opción” era lanzar el Crew-10 a fines de marzo, una vez completa la construcción de la nueva nave espacial Dragon, con lo que se lograrían los objetivos de la EEI para 2025.
“La fabricación, el ensamblaje, las pruebas y la integración final de una nueva nave espacial es un esfuerzo minucioso que requiere una gran atención a los detalles”, dijo Steve Stich, gerente del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, sobre el retraso.
Astrobee: un robot multifuncional
El robot Astrobee forma parte de un proyecto desarrollado por la NASA que incluye tres sistemas robóticos con forma de cubo, diseñados para asistir a los astronautas en la EEI.
Estos robots, que tienen la capacidad de volar libremente, realizan una amplia gama de tareas. Entre sus funciones más destacadas se encuentran la documentación de experimentos, la realización de inventarios, y la navegación autónoma dentro del laboratorio espacial. Una de las ventajas de estos robots es su habilidad para atracar y recargarse sin intervención humana, lo que los convierte en asistentes clave en un entorno tan complejo como la EEI.
A bordo de la estación espacial, la astronauta Suni Williams, comandante de la Expedición 72, se ha convertido en una de las principales figuras en la prueba y demostración de esta nueva tecnología.
En una reciente fotografía compartida por la NASA, Williams aparece posando junto a uno de los robots Astrobee, imitando los movimientos de sus brazos curvos. Estos brazos están diseñados para envolver objetos, lo que abre la puerta a una variedad de aplicaciones.
Este experimento no solo destaca la capacidad de los robots para asistir en tareas cotidianas a los astronautas, sino que también abre un abanico de posibilidades para el mantenimiento de satélites y la gestión de desechos espaciales en el futuro.
Una de las características más innovadoras de este experimento es la incorporación de los “brazos de acoplamiento responsivos para cuidado y manejo cautivos” (REACCH), una tecnología que ha sido probada con éxito en uno de los robots Astrobee.
Estos brazos, que se extienden desde el cuerpo del robot, son flexibles y están equipados con almohadillas adhesivas similares a las que poseen los lagartos, lo que les permite adherirse a diversas superficies. Esta capacidad es fundamental para futuras aplicaciones espaciales, ya que podría permitir a las naves espaciales capturar objetos en el espacio, como satélites y escombros, independientemente de su tamaño, forma o material de superficie.
El equipo de la NASA ha utilizado esta tecnología para realizar una serie de pruebas con el robot Astrobee a bordo de la EEI. Uno de los principales objetivos del experimento ha sido estudiar cómo los brazos flexibles se comportan en el entorno de microgravedad, y cómo estos pueden interactuar con objetos flotantes. La tecnología REACCH también está diseñada para observar la física de las interacciones entre varios objetos en órbita, y evaluar la capacidad del robot para capturar y reubicar objetos en el espacio de forma segura y eficiente.
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan las agencias espaciales es la creciente cantidad de desechos espaciales que orbitan alrededor de la Tierra. Con miles de satélites, partes de cohetes y otros objetos flotando en el espacio, la acumulación de escombros representa un riesgo para las futuras misiones espaciales. El sistema REACCH, con sus brazos de tentáculo, tiene el potencial de revolucionar la forma en que se gestionan estos desechos.
Este enfoque innovador no solo ofrece una solución práctica para la gestión de desechos espaciales, sino que también abre nuevas oportunidades para realizar tareas de mantenimiento que anteriormente solo podían llevarse a cabo de manera costosa y compleja a través de misiones tripuladas o robots más grandes.
El futuro de la robótica espacial
La tecnología REACCH es solo uno de los muchos avances que se están desarrollando para hacer más eficientes las operaciones en el espacio. A medida que los humanos exploran el espacio y establecen bases en la Luna o Marte, las necesidades de soporte y mantenimiento en órbita se vuelven cada vez más esenciales.
Los robots como Astrobee, equipados con tecnologías avanzadas como los brazos flexibles REACCH, podrían ser los futuros asistentes de los astronautas, permitiéndoles centrarse en tareas más complejas y peligrosas mientras los robots manejan el trabajo más repetitivo o peligroso.
La posibilidad de tener robots autónomos que puedan realizar tareas de mantenimiento y reparación sin intervención humana directa también ofrece la ventaja de reducir los riesgos para los astronautas. Además, las misiones espaciales a largo plazo, como las que se planean hacia Marte, se beneficiarán enormemente de la robótica avanzada, ya que estos podrían realizar tareas esenciales sin la necesidad de regresar constantemente a la Tierra.
A pesar de las posibilidades prometedoras, la tecnología REACCH y otros avances en robótica espacial enfrentan varios desafíos. La principal dificultad radica en la capacidad de los robots para operar de manera eficiente en el espacio, donde las condiciones de microgravedad y la falta de atmósfera presentan obstáculos técnicos únicos.