La Luna volvió a ser protagonista ayer de un grato recuerdo, al rememorar a los últimos hombres que la pisaron hace 52 años. Fueron los astronautas de la misión Apolo 17 de la NASA Eugene A. Cernan y Harrison Schmitt que aterrizaron en nuestro satélite natural para hacer investigación y ciencia espacial.
En ese camino de progreso y con la mente puesta en volver allí para instalar una colonia espacial, además de la NASA, varias empresas privadas estudian llegar a la Luna para hacer minería y extraer, por ejemplo helio-3 del regolito o suelo selenita.
Cernan fue el último ser humano que pisó la superficie de la Luna en el valle de Taurus-Littrow (cerca de los Montes Taurus, junto al Cráter Littrow), en la frontera entre el Mare Tranquillitatis y el Mare Serenitatis. El módulo de descenso ‘Challenger’ permaneció 72 horas en la Luna, marcando un récord respecto a las 5 misiones anteriores que lograron alunizar.
Durante la permanencia en suelo lunar, los astronautas Cernan y Schmitt recorrieron 35 kilómetros a pie y en el rover lunar, mientras el piloto del módulo de mando Ronald E. Evans, estaba en la órbita lunar esperándolos para regresar a casa. En la superficie, los astronautas recogieron 110 kilos de muestras de rocas lunares y realizaron varios estudios científicos.
Dejaron instalado un gravímetro de superficie para analizar la atracción que el Sol y la Tierra ejercen sobre nuestro satélite, un aparato medidor de masa, velocidad y frecuencia de caída de meteoritos y erosión del material eyectado por el impacto, un aparato para determinar el perfil sísmico a base de cargas explosivas, así como un medidor de la composición atmosférica lunar próxima a la superficie.
El regolito lunar: clave para una economía espacial sostenible
Hoy la Luna está en el centro de una nueva carrera espacial que busca convertirla en un eje de recursos estratégicos para la economía terrestre. Dos empresas, la japonesa ispace y la estadounidense Magna Petra, han dado un paso decisivo hacia este objetivo al anunciar una alianza destinada a desarrollar tecnologías de extracción y recolección sostenible de helio-3, un recurso lunar con un inmenso potencial económico y científico.
El regolito lunar, una capa de suelo fino y fragmentado que cubre la superficie de la Luna, emerge como un recurso crucial para el futuro de la exploración espacial y el desarrollo de una economía cislunar. Formado por partículas de polvo, fragmentos de roca y vidrio debido a impactos de meteoritos a lo largo de miles de millones de años, este material contiene elementos como oxígeno, hierro, titanio y, especialmente, helio-3, un isótopo con aplicaciones potenciales en energía de fusión nuclear, computación cuántica y seguridad nacional.
Sin embargo, su naturaleza abrasiva plantea retos significativos para su recolección, exigiendo tecnologías avanzadas que minimicen el impacto ambiental, como las desarrolladas por Magna Petra.
La colaboración entre ispace y Magna Petra representa un paso estratégico hacia la creación de tecnologías sostenibles para la extracción de helio-3 del regolito lunar. Según Jeffrey Max, director ejecutivo de Magna Petra, “la tecnología de extracción debe ser energéticamente eficiente y minimizar el impacto en la superficie lunar para garantizar la sostenibilidad a largo plazo”. Esta alianza fue formalizada mediante un memorando de entendimiento que establece una sinergia entre la experiencia de Magna Petra en extracción y las capacidades de ispace en transporte cislunar e infraestructura lunar.
El ambicioso plan de exploración lunar de ispace incluye varias misiones clave. La Misión 2, programada para enero de 2025, llevará el módulo de aterrizaje Resilience, desarrollado en Japón, y el microrrover Tenacious, diseñado en Europa, para demostrar la capacidad de movilidad y recolección de regolito. En 2026, la Misión 3, liderada por ispace US, estrenará el módulo de aterrizaje APEX 1.0, mientras que la Misión 6, prevista para 2027, utilizará el módulo de la Serie 3, diseñado en Japón, como un paso hacia una infraestructura lunar escalable. Paralelamente, Magna Petra planea validar su tecnología de extracción en estas misiones, con el objetivo de devolver cantidades comerciales de helio-3 a la Tierra en un “cronograma rápido”.
El helio-3, un recurso raro en la Tierra, pero presente en el regolito lunar, es visto como un elemento estratégico para el futuro. Este isótopo podría revolucionar la producción de energía de fusión nuclear, reducir la dependencia de recursos terrestres y transformar cadenas de suministro globales. Según Takeshi Hakamada, fundador de ispace, “la economía cislunar dependerá de muchos recursos importantes, además del agua, y es importante trabajar para aprovecharlos”. El polo sur lunar, con su aparente abundancia de hielo de agua, también juega un papel central en este nuevo paradigma, ya que el agua puede ser utilizada tanto para consumo humano como para producir combustible para cohetes.
La nueva carrera espacial no se limita a las empresas privadas. Gobiernos como los de Estados Unidos y China compiten por establecer su presencia en la Luna. El Programa Artemis de la NASA tiene como objetivo regresar astronautas al satélite, mientras que China desarrolla su propia agenda lunar ambiciosa. Este renovado interés marca una transición de misiones científicas hacía proyectos con un enfoque económico, sentando las bases de una economía espacial que integre los recursos lunares en las cadenas de suministro terrestres.
La tecnología de extracción de Magna Petra, aún pendiente de patente, combina inteligencia artificial avanzada para optimizar los procesos de recolección y modelado de isótopos lunares con instrumentación desarrollada por la NASA, capaz de validar la densidad de rendimiento de estos recursos. Esto permite una extracción más eficiente y sostenible, preservando la integridad del entorno lunar. Según Max, “la sólida trayectoria de innovación y rendimiento de los equipos de ispace, junto con una presencia global, son la opción perfecta para los requisitos críticos de la misión de Magna Petra”.
El acuerdo entre estas dos empresas refleja un cambio de paradigma en la exploración lunar, donde los retos tecnológicos y de sostenibilidad se ven contrarrestados por los beneficios potenciales. Desde resolver la escasez de materiales críticos hasta desarrollar nuevas fuentes de energía, la colaboración entre ispace y Magna Petra, promete transformar el acceso a los recursos espaciales y abrir nuevas posibilidades para la economía terrestre.