En una tarde repleta de emoción, seis científicas argentinas fueron homenajeadas con el Premio L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” en una ceremonia que se llevó a cabo en el Centro Cultural de la Ciencia (C3) de la Ciudad de Buenos Aires. Este reconocimiento, que cuenta con la colaboración del CONICET y ya alcanzó su 18° edición nacional, celebró el trabajo de las investigadoras en un campo donde la dedicación y la excelencia son fundamentales.
El premio de este año destacó especialmente las investigaciones en las ciencias de la materia, un área en la que se presentaron 116 proyectos en total. La iniciativa, promovida por la Fundación L’Oréal y la UNESCO, tiene como objetivo visibilizar el aporte de las mujeres en la ciencia y promover la equidad de género en un campo históricamente dominado por hombres.
El auditorio del C3 fue el escenario que permitió honrar a las seis exponentes argentinas en un ambiente en el que la alegría y el orgullo por ser parte del ámbito científico estuvieron firmemente presentes. Daniela Blanco, Directora Editorial de Infobae, fue la encargada de conducir el evento, el cual contó con emotivas sorpresas y mensajes que buscaron inspirar a las próximas generaciones de mujeres.
“El mundo necesita ciencia, y la ciencia necesita mujeres” fue el lema de la premiación, según comunicó Yann Le Bourdon, gerente general para la Argentina de L’Oréal. “Desde su inicio, este programa tuvo como objetivo dar visibilidad a un tema que sigue siendo relevante: la participación y representación de las mujeres en la ciencia. A la fecha, hemos entregado a nivel global más de 130 galardones, 7 de ellos Premios Nobel, algo que nos llena de orgullo, aun cuando solo el 4% de dichos premios han sido entregados a mujeres”, agregó.
El objetivo principal que impulsó la creación del premio “Por las Mujeres en la Ciencia” se centra en ayudar a las científicas de todo el mundo a romper el techo de cristal, el cual continúa pesando en las carreras de incontables profesionales. Desde sus comienzos, premió a más de 4.400 científicas de todo el mundo, incluyendo figuras destacadas como Katalin Karikó, Christiane Nüsslein-Volhard y Emmanuelle Charpentier, quienes ganaron premios Nobel.
Su foco se encuentra en mostrar el trabajo de las mujeres en la ciencia, una área en la que las desigualdades de género siguen siendo significativas. A pesar de avances, solo el 33% de los investigadores en el mundo son mujeres, y menos del 4% de los premios Nobel han sido otorgados a científicas, según se subrayó durante el acontecimiento.
La campaña de comunicación de L’Oréal Group en América Latina, bajo el lema “La ciencia cambia el mundo. Ellas, las reglas.”, busca visibilizar la histórica invisibilización de las mujeres en la ciencia, fenómeno conocido como el efecto Matilda, donde los logros de las científicas fueron ignorados o firmados por colegas masculinos para ganar credibilidad. A través de esta iniciativa, se busca recuperar sus nombres y reconocerlas no solo por sus contribuciones al cambio del mundo, sino también por haber transformado las reglas del campo científico.
Por otro lado, el presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Daniel Salamone, exteriorizó su emoción al notar el gran impacto que este reconocimiento tiene en la vida de las investigadoras que lo reciben: “Es cierto lo que se mencionó sobre las cifras en relación con los premios Nobel y la participación femenina. Creo que lo que se dijo acá es real, por lo menos en términos de ciencia, pero por suerte estamos cambiando. Me emociona ver la garra y las ganas que tienen, y cómo este premio ha sido un pequeño mimo tras años de trabajo y energía”.
Según una encuesta reciente que fue exhibida en el evento, el 97% de las galardonadas sigue trabajando activamente en la ciencia, y el 81% afirma que el premio les abrió nuevas puertas profesionales. Esta visibilidad es crucial para que muchas científicas logren avanzar en sus carreras.
El nerviosismo era palpable en el ambiente a medida que se acercaba el momento de anunciar a las ganadoras de las categorías Beca y Premio. Ambas otorgan fondos para financiar las investigaciones de las científicas premiadas. Pero antes de la gran revelación, se entregaron menciones especiales a 4 expertas cuyos proyectos merecen reconocimiento.
Primero, la investigadora asistente del CONICET y doctora en Ingeniería por la Universidad de Buenos Aires, Lucía María Toscani, subió al escenario para recibir la mención especial en la categoría Beca. Su investigación se centra en el diseño de materiales cerámicos nanoestructurados para su aplicación en celdas de óxido sólido, dispositivos utilizados en la generación de energía y en la producción de hidrógeno a partir de fuentes renovables como biogás y bioetanol. Este enfoque es esencial para que suceda una transición hacia tecnologías energéticas más limpias y sostenibles, alineadas con las necesidades del país.
Luego de aplausos por parte de los presentes, se anunció a la segunda científica que recibió un reconocimiento en la misma categoría: Nadia Celeste Vega. La investigadora adjunta del CONICET y doctora en Ciencias Exactas por la Universidad Nacional de Tucumán presentó un proyecto que emplea nanomateriales semiconductores en aplicaciones de energía solar y en el control de la contaminación.
Por otro lado, como mención en la categoría Premio, María Laura Fanani, investigadora principal del CONICET y licenciada y doctora en Ciencias Químicas por la Universidad Nacional de Córdoba fue distinguida por su investigación en la creación de surfactantes bioactivos. Estos buscan ofrecer una alternativa más sostenible en los procesos de desinfección y en la agricultura, ya que combinan una alta eficiencia desinfectante con un menor impacto ambiental.
Karina Silvia Beatriz Miglioranza, investigadora principal del CONICET y doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de Mar del Plata, también fue reconocida como mención en esta categoría por su análisis de contaminantes persistentes en los ecosistemas acuáticos de Argentina. Su trabajo se centra en la detección y el estudio de compuestos como los perfluorados (PFAS), el mercurio y los contaminantes orgánicos persistentes (POPs), evaluando su presencia en agua, sedimentos, fauna marina y plásticos.
En un ambiente cargado de expectativa, se revelaron las dos grandes ganadoras de la tarde, cuyos premios fueron entregados por Yann Le Bourdon y Daniel Salamone. En la categoría Beca, la galardonada fue Julieta Merlo, investigadora adjunta del CONICET y doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). En un gesto inesperado que sentó, aún más, el tono emotivo del acontecimiento, el premio le fue otorgado por su mentora, Silvia Ceré, doctora en Ciencia de Materiales e investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA, CONICET-UNMDP).
Su investigación se basa en desarrollar stents cardiovasculares bioabsorbibles. Estos dispositivos, diseñados con una aleación de hierro de alta degradación y recubiertos con moléculas bioactivas, buscan reemplazar a los stents permanentes actuales. El objetivo es que el material se degrade tras cumplir su función, luego de favorecer la regeneración del tejido y reducir riesgos a largo plazo, lo que ofrece una solución innovadora y sostenible para una problemática médica urgente.
“Para mí es una emoción enorme estar hoy acá, donde tantas otras mujeres que trabajan en ciencia han recibido este reconocimiento, y también compartir este espacio con estas tremendas científicas. Quería contarles que tanto mi formación académica como el proyecto que presenté para esta distinción fueron, en realidad, construidos con muchas otras personas y, en particular, con muchas otras mujeres. Los antecedentes que están en mi currículum comienzan con una historia de fascinación por la vida que podría haber quedado allí, si no fuera por una madre que me insistió en que una carrera universitaria me daría un buen futuro. Y hubiera quedado allí también si no fuera porque en Mar del Plata hay una universidad pública y gratuita. Incluso, todo habría terminado allí si no hubiera habido becas de ayuda económica para estudiantes como yo”, declaró Merlo, emocionada, entre aplausos y felicitaciones provenientes del público.
Y agregó: “Además de ser un trabajo colectivo, este proyecto muestra cómo la ciencia fundamental resuelve problemas concretos de nuestra sociedad. En mi lugar de trabajo, que es un edificio blanco que contrasta en un barrio muy periférico de Mar del Plata, en la provincia de Buenos Aires, un gran número de personas trabaja todos los días en los laboratorios desarrollando partes de cohetes, materiales que curan enfermedades, asesorando a equipos de Fórmula Uno e incluso colaborando con el municipio en la recuperación y mantenimiento del patrimonio histórico. Un proyecto como este, o el de cualquiera de mis compañeras, no debería sorprender en un país donde otros egresados de universidades nacionales descubrieron la cirugía de bypass o los mismísimos stents”.
Por último, resaltó la importancia de iniciativas como estos premios: “Cuando pienso en esto, en el trabajo que se realiza en los laboratorios a lo largo del país, y en las personas que lo hacen cada día, reflexiono sobre cómo cuidar todo esto. Creo que esta acción que propone L’Oréal-UNESCO, en colaboración con CONICET, de visibilizar la tarea de las mujeres científicas argentinas y mostrar todo lo que hay detrás de nuestro trabajo, es una forma de protegerlo”.
Finalmente, se dio a conocer la ganadora del Premio Nacional, el reconocimiento mayor: Paula Angelomé, investigadora principal del CONICET y doctora en Ciencias Químicas. Su trabajo innovador se centra en producir nanomateriales de manera más sustentable. Se enfoca en recuperar y reutilizar residuos de oro para combinarlos con otros nanomateriales y explorar nuevos usos, como catalizadores que aceleran reacciones químicas. Estas partículas tienen aplicaciones prometedoras, incluida la detección de moléculas.
En su discurso, Angelomé hizo hincapié en el reconocimiento y la defensa del rol de las mujeres y la ciencia en Argentina, destacando la importancia de la educación pública, el trabajo en equipo dentro del ámbito científico, y el fortalecimiento del sistema científico nacional: “Es un honor para mí compartir este reconocimiento con mujeres que conocí en estos días, científicas excepcionales, y sumarme a la lista de ganadoras, que incluye a muchas mujeres que admiro profundamente”.
“Quiero destacar la importancia de que este premio siga fomentándose, porque pone en valor el trabajo de las mujeres en la ciencia, un esfuerzo que muchas veces queda invisibilizado. Espero que este reconocimiento sume un granito de arena para que más mujeres se dediquen a la ciencia y sepan que es un camino posible para ellas. Toda mi educación transcurrió en la educación pública, y también he trabajado en ella, aportando desde la UBA y la UNSAM”, añadió.
Para concluir, reconoció el esfuerzo de todos sus colegas que la acompañaron en su camino profesional: “Este premio es individual, pero todos sabemos que el trabajo científico no se hace en soledad. Agradezco a mis colaboradores de todo el país y del mundo, y a quienes insistieron para que me postulara a este premio. En lo profesional, agradezco a mis compañeros y compañeras de la Fundación Argentina de Nanotecnología. Argentina tiene un sistema científico de altísima calidad. Hagamos todo lo posible por fortalecerlo, construirlo y hacerlo cada vez mejor”.
La ceremonia fue un emotivo homenaje al esfuerzo, la dedicación y el talento de las mujeres que, desde la ciencia, transforman realidades y abren nuevos caminos. Cada reconocimiento puso en evidencia no solo los logros individuales de las galardonadas, sino también el impacto profundo de sus trabajos en la sociedad.
Fue un recordatorio poderoso de que detrás de cada proyecto hay historias de superación, de trabajo en equipo y de un amor profundo por la ciencia, ante un contexto donde las desigualdades de género aún son una barrera. Es por eso que iniciativas como esta renuevan la esperanza e inspiran a las futuras generaciones a aventurarse en el mundo científico.
*Fotos Gustavo Gavotti