El deterioro cognitivo leve (DCL) es una etapa intermedia vinculada a la edad, que ocurre “entre el deterioro previsto de la memoria y el pensamiento, y el deterioro más grave de la demencia. Puede incluir problemas de memoria, de lenguaje o de capacidad de juicio”, detallan los expertos de Mayo Clinic.
En ese sentido, recientemente, investigadores de la Universidad Johns Hopkins postularon que ciertos factores de salud podrían acelerar la contracción cerebral y, en consecuencia, la progresión de una cognición normal hacia el DCL.
La investigación sugiere que personas con diabetes tipo 2 y niveles bajos de proteínas específicas en el líquido cefalorraquídeo -que circula alrededor y en el interior del cerebro y la médula espinal con la función de proteger ante lesiones, principalmente- presentan mayores probabilidades de experimentar cambios cerebrales que las acercan a un diagnóstico de DCL.
El estudio publicado en JAMA Network Open y basado en datos recolectados durante un promedio de 20 años (y hasta 27 años para algunos participantes), se enfocó la relación entre salud metabólica y cambios cerebrales en personas inicialmente sin problemas en el desarrollo cognitivo, de acuerdo a los autores.
Según ellos, esta aproximación ha permitido observar como factores específicos afectan el envejecimiento cerebral. Anteriormente, la mayoría de las investigaciones sobre este tema ofrecían solo ‘instantáneas en el tiempo’, que no reflejaban de forma precisa el deterioro progresivo, siempre bajo la mirada de estos especialistas.
En el trabajo, los especialistas plantearon que colaboran con la cohorte Biomarkers for Older Controls at Risk for Dementia (BIOCARD). Desde el inicio del proyecto BIOCARD en 1995, primero bajo la supervisión de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y luego, desde 2015, en la Universidad Johns Hopkins, 185 personas con una edad promedio de 55 años participaron en el estudio.
Todos los individuos pasaron por escáneres cerebrales periódicos y análisis de líquido cefalorraquídeo. La investigación observó cambios en las estructuras cerebrales y evaluó biomarcadores específicos asociados con la enfermedad de Alzheimer, lo que permitió a los científicos determinar los factores de riesgo que contribuyen a la aceleración de la atrofia cerebral y al desarrollo de deterioro cognitivo.
El informe subraya que los participantes con diabetes tipo 2 presentaron un riesgo promedio de progresar a DCL un 41% mayor que aquellos sin esta enfermedad. La diabetes tipo 2, según los científicos, parece estar vinculada con un deterioro acelerado de las funciones cognitivas, factor que fue especialmente evidente en la atrofia de la materia blanca cerebral y el agrandamiento de los ventrículos, espacios llenos de líquido en el cerebro.
Estos signos de deterioro cerebral se consideran indicadores tempranos de DCL, de acuerdo con los investigadores. Ellos señalan que una tasa elevada de encogimiento de la materia blanca y el agrandamiento de los ventrículos se vincula con un riesgo incrementado de deterioro cognitivo. En términos de cifras, la atrofia de la materia blanca se asocia con un riesgo un 86% mayor, mientras que el agrandamiento ventricular representa un 71% más de probabilidades de progresar hacia el deterioro cognitivo.
Otro hallazgo relevante del estudio señala que los niveles bajos de péptidos beta-amiloide en el líquido cefalorraquídeo podrían actuar como un marcador predictivo de Alzheimer y deterioro cognitivo.
Los investigadores observaron que una proporción baja de los péptidos beta-amiloide Aβ 42 y Aβ 40 en el líquido cefalorraquídeo, una característica conocida en el desarrollo de Alzheimer, aumenta el riesgo de DCL en un 48%.
En este contexto, explican que el desequilibrio en las proporciones de proteínas beta-amiloide en el líquido cefalorraquídeo está asociado con la formación de placas dañinas en el cerebro, un proceso que contribuye al desarrollo de Alzheimer y otros trastornos neurodegenerativos.
De manera particular, los resultados fueron más significativos en los participantes con una combinación de diabetes y niveles bajos de beta-amiloide en el líquido cefalorraquídeo.
Los científicos reportaron que estos individuos presentaron un riesgo 55% más alto de deterioro cognitivo, lo que refuerza la hipótesis de que la presencia conjunta de factores metabólicos y neurológicos exacerba la vulnerabilidad del cerebro frente al deterioro cognitivo. La combinación de estos dos factores, según el equipo de Johns Hopkins, ilustra cómo las condiciones de salud preexistentes pueden interactuar y aumentar la susceptibilidad al envejecimiento acelerado del cerebro.
En su análisis, los investigadores enfatizan que los hallazgos subrayan la importancia de identificar tempranamente a individuos con signos de atrofia cerebral acelerada y biomarcadores desfavorables en el líquido cefalorraquídeo.
Identificar estos patrones de riesgo en personas sin síntomas evidentes de deterioro podría permitir el desarrollo de estrategias preventivas dirigidas a retrasar o incluso prevenir el inicio de DCL. Para los expertos, la detección temprana de estos indicadores críticos puede facilitar la implementación de intervenciones preventivas específicas.