En el corazón de la Cordillera Oriental de los Andes, en el sur de Bolivia, la Cuenca de Quebrada Honda (QHB) ofrece una ventana única para estudiar los ecosistemas del Mioceno Medio tardío. Este sitio, con una antigüedad de aproximadamente 13 millones de años, se encuentra entre los pocos de América del Sur con un registro fósil bien documentado que abarca tanto flora como fauna.
La investigación en este sitio duró 15 años y estuvo conformada por científicos de la Universidad Case Western Reserve. Fue publicada en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, y reveló un paisaje antiguo diverso y complejo. Aportó datos cruciales para entender la evolución de la biodiversidad en la región y ofreció pistas sobre la dinámica de los ambientes tropicales y la altitud de la región en esa época.
El análisis de ecosistemas como el de la QHB es necesario para comprender las respuestas bióticas y climáticas en el Mioceno, que representó un mundo alrededor de 3 o 4 °C más cálido. Esto es vital para poder predecir futuros cambios que resulten del calentamiento global, producto de la actividad humana.
“Sitios como este en Bolivia son esenciales para ayudarnos a calibrar los modelos climáticos. Nuestra comprensión del cambio climático se basa en modelos, y estos se basan en información del pasado. Nos estamos adentrando en un territorio desconocido en términos climáticos, y hay que adentrarse más en el tiempo para encontrar condiciones similares”, comentó Darin Croft, profesor de anatomía en la Facultad de Medicina de Case Western Reserve, en un comunicado de prensa de la institución educativa.
Los datos obtenidos ayudan a calibrar modelos de cambio climático, por lo que proporcionan una base sólida para predecir posibles efectos de los aumentos de temperaturas en todo el planeta.
Cuáles fueron los hallazgos paleontológicos y botánicos
El estudio detallado de la QHB arrojó una variedad notable de descubrimientos fósiles que enriquecen la comprensión de los ecosistemas neotropicales del Mioceno Medio tardío. Durante más de una década, un equipo internacional documentó restos de mamíferos, que incluyeron marsupiales, roedores y especies únicas, como el Hemihegetotherium, un tipo de notoungulado sin descendientes modernos.
Estos fósiles ofrecen evidencia de la diversidad y adaptaciones de la fauna de esa época, con muchas especies que no se encuentran en otros sitios sudamericanos y carecen de equivalentes actuales.
Los restos fósiles también incluyen especies de tortugas de gran tamaño y una serpiente de considerable longitud, lo que indica que había un ambiente cálido y la altitud del área era baja, en comparación a los 3.500 metros sobre el nivel del mal que tiene actualmente, ya que la distribución moderna de estos animales se limita a esas condiciones.
La altitud de la QHB durante el Mioceno Medio tardío ha sido un punto de debate en la comunidad científica, debido a sus implicaciones en la historia de la formación de la cordillera de los Andes y en la reconstrucción paleoambiental de la región. Pero la presencia de los vertebrados de sangre fría refuerza la hipótesis de que la QHB, en ese período, tenía una altura mucho menor, probablemente inferior a los 1.000 metros.
Este hallazgo contradice estudios previos que, basados en análisis geoquímicos, situaban la altitud de la QHB cerca de los 3.000 metros, lo que implicaría condiciones ambientales más frías y un paisaje distinto.
La riqueza de la fauna descubierta fue acompañada por el análisis de fitolitos fosilizados, partículas de sílice formadas en las células de las plantas que proporcionan información sobre la vegetación predominante de ese entonces.
Estos fitolitos se compararon con los de plantas modernas para identificar la vegetación ancestral, lo que reveló la presencia de palmeras y bambúes. Esto sugiere que existía un hábitat de tipo sabana boscosa o bosque seco.
Elevación y geografía de la Cuenca de Quebrada Honda
La discusión sobre la altitud de la QHB es crucial para entender el momento y la magnitud del levantamiento de los Andes en la Cordillera Oriental. La hipótesis de que la cuenca estaba a una elevación más baja sugiere que el levantamiento significativo de la cadena montañosa pudo haber ocurrido más recientemente de lo que se pensaba, lo cual desafía las reconstrucciones previas que situaban un levantamiento sustancial antes del Mioceno Medio.
Esta diferencia en las interpretaciones subraya la importancia de integrar múltiples líneas de evidencia, como datos geológicos, paleontológicos y geoquímicos, para obtener un panorama más completo y preciso de la historia geológica de la región.
La ubicación geográfica de la QHB, en una zona de transición entre las regiones neotropical y andina, la convierte en un sitio clave para comprender cómo los cambios topográficos y climáticos influyeron en la biodiversidad y en los ecosistemas de América del Sur.
Cuáles fueron las condiciones paleoambientales y climáticas
El análisis de los fitolitos y de los fósiles de la QHB permitió reconstruir un panorama ambiental detallado. La coexistencia de estas partículas en plantas de ambientes abiertos y otros asociados a vegetación más densa sugiere un entorno heterogéneo, caracterizado por un mosaico de hábitats que abarcaba tanto áreas de praderas como zonas de bosque más cerrado, según detallan en el estudio.
El tipo de vegetación es consistente con un clima subtropical a tropical, con una precipitación anual estimada entre 650 y 1.100 mm, lo que indica estaciones de alternancia entre períodos húmedos y semiáridos.
La evidencia de paleosuelos y de actividad biológica, como rastros de insectos y las raíces de plantas, también sugiere que la región contaba con suelos bien drenados y una cubierta vegetal densa, por lo que apoyaba un entorno con alta biodiversidad y complejidad ecológica.
Estas condiciones eran similares al ecosistema de la Caatinga del noreste de Brasil, un bioma moderno conocido por su combinación de áreas abiertas y bosques bajos, con vegetación adaptada a un clima de variabilidad estacional.
En conjunto, los estudios indican que la QHB no experimentó cambios significativos en su paisaje a lo largo del intervalo de tiempo preservado del Mioceno Medio tardío, lo que refuerza la idea de un ecosistema estable.
Esta estabilidad contrasta con las proyecciones de eventos de cambio climático más intensos y demuestra que los ecosistemas tropicales pueden presentar resiliencia ante ciertas fluctuaciones climáticas.