- La fuga en el módulo ruso Zvezda se ha intensificado, poniendo en alerta a la tripulación.
- La NASA y SpaceX han desarrollado planes para una eventual evacuación y desorbitación para mitigar riesgos.
- La EEI enfrenta desgaste estructural por impactos de micrometeoritos y otros factores, según informes recientes.
Lo esencial: La Estación Espacial Internacional (EEI) enfrenta una crisis de seguridad a medida que la fuga de aire en el módulo Zvezda se agrava, obligando a la tripulación a permanecer en la sección estadounidense y cercana a sus naves de escape. Esta fuga, que causa la pérdida de hasta 1,68 kg de aire al día, ha sido catalogada como de “máximo riesgo” por la NASA.
Además, se suma la amenaza de micrometeoritos que podrían dañar fatalmente la estructura. Ante este escenario, la NASA ha contratado a SpaceX para el desarrollo de un vehículo de desorbitación, mientras evalúa futuros acuerdos con empresas privadas para extender la vida de la estación.
Por qué importa: esta situación plantea dudas sobre la viabilidad de la EEI a largo plazo, ya que la colaboración internacional y la seguridad de los astronautas se ven amenazadas. La retirada de Rusia en 2025 y el desgaste estructural ponen en entredicho el futuro de la estación hasta 2030.
- La crisis podría acelerar la transición a módulos comerciales y nuevos socios tecnológicos.
- SpaceX refuerza su rol en la exploración espacial con el contrato para el vehículo de desorbitación.
- Este desafío expone las limitaciones de la infraestructura espacial actual y la necesidad de innovaciones.
Ante una creciente cantidad de grietas y fugas, los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) se preparan para una posible evacuación, mientras la NASA y su agencia espacial gemela rusa, Roscosmos, coordinan las distintas medidas de emergencia a tomar en un futuro cercano.
Los problemas afectan principalmente al módulo ruso Zvezda, que presenta una persistente fuga de aire desde 2019, la cual se ha intensificado recientemente, obligando a la tripulación a extremar las precauciones y mantenerse en la sección estadounidense. Este problema pone a prueba la estabilidad de la estación y cuestiona su futuro operativo.
Con más de 25 años en órbita, la EEI acumula señales de desgaste en su estructura. Un reciente informe de la Oficina del Inspector General (OIG) de la NASA elevó la calificación de riesgo de las grietas de Zvezda a “máxima”, es decir, cinco sobre cinco, tras detectar la pérdida de 1,68 kg de aire por día en abril de este año. Aunque este problema no representa un riesgo inmediato para la integridad de la estructura, es crucial para la vida de los astronautas, que ahora deben permanecer cerca de sus naves de escape durante cada apertura del módulo.
Según un informe de la NASA, los 50 puntos de preocupación actuales incluyen problemas en módulos y en el sistema de soporte de vida, lo que obliga a los astronautas a permanecer en el lado estadounidense para tener un acceso rápido a sus vehículos en caso de evacuación. Además de la fuga en Zvezda, la EEI enfrenta el riesgo constante de impactos por micrometeoritos y basura espacial. Los micrometeoritos, aunque minúsculos, viajan a velocidades altísimas y pueden causar perforaciones fatales en la estructura de la estación.
Mantener un entorno de vida y trabajo seguro en la EEI es un desafío de alta complejidad. La estación alberga a una tripulación permanente de astronautas, quienes se someten a intensos regímenes de ejercicios para evitar la pérdida de masa muscular en gravedad cero.
Los astronautas también realizan caminatas espaciales periódicas para reparar y actualizar componentes, tareas que, aunque rutinarias, son esenciales para la extensión de la vida útil de la EEI. La vida en el espacio exige adaptaciones únicas: la tripulación duerme en bolsas ancladas a las paredes, consume alimentos preparados especialmente para condiciones de microgravedad y utiliza avanzados sistemas de reciclaje de agua y aire.
La rutina diaria en la EEI está orientada a preservar la salud física y mental de los astronautas. Sin embargo, la amenaza constante de fallas estructurales y la creciente tensión con las agencias colaboradoras añade presión al equipo en cada misión, mientras NASA y Roscosmos trabajan para identificar las causas exactas de la fuga de Zvezda y de las otras áreas en riesgo.
Desafíos técnicos y el rol del módulo ruso Zvezda
El módulo Zvezda, instalado en el año 2000, es un elemento crucial de la EEI, ya que alberga equipos de soporte vital y facilita el acceso a un puerto de carga ruso. Sin embargo, su integridad ha sido cuestionada desde 2019, cuando comenzó a perder pequeñas cantidades de aire por una grieta no identificada.
La NASA y Roscosmos han aplicado selladores y parches en los puntos afectados, pero la tasa de fuga ha ido en aumento, y en febrero de este año alcanzó un máximo temporal de 2,4 libras de aire por día. En una medida preventiva, ambas agencias acordaron mantener la escotilla cerrada durante las noches, una acción que, si bien no representa una solución definitiva, mitiga el problema hasta cierto punto.
La vulnerabilidad de Zvezda subraya la necesidad de un sistema de soporte vital alternativo o de módulos de reemplazo para la EEI en los próximos años. La NASA sigue monitoreando el módulo en busca de nuevas grietas y otros puntos de fallo, y se espera que las caminatas espaciales programadas incluyan tareas de inspección y mantenimiento en este módulo.
El futuro de la EEI dependerá de la cooperación internacional y de la incorporación de innovaciones tecnológicas que garanticen su operación segura hasta 2030. La NASA ya ha invertido 3.000 millones de dólares anuales en su mantenimiento, y mientras que empresas como SpaceX y Axiom Space preparan módulos y sistemas para uso comercial, los debates sobre el retiro de la EEI continúan.
Como parte de una nueva era de exploración, las agencias espaciales ahora centran sus planes en misiones hacia la Luna y Marte, y la EEI sigue siendo un centro fundamental para los estudios en el espacio profundo y para las futuras expediciones.
Japón, Canadá y la Agencia Espacial Europea (ESA) también participan activamente en las misiones científicas y técnicas de la EEI, colaborando en investigaciones y experimentos esenciales para los avances en la medicina espacial, las ciencias de la vida y la física en gravedad cero. Este equipo multidisciplinario internacional ha sido vital para prolongar la vida de la EEI y minimizar las fallas estructurales, aunque los nuevos desafíos en seguridad representan un límite a la operación futura de la estación.
La posibilidad de que la EEI se convierta en un centro privado después de 2025 plantea preguntas sobre la sostenibilidad de la investigación científica en el espacio. Al mismo tiempo, Rusia planea lanzar su propia plataforma orbital, un paso que podría limitar su colaboración actual y marcar un nuevo rumbo en la política espacial internacional. A medida que la NASA, la ESA, la agencia espacial japonesa, JAXA, y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) desarrollan una nueva estación lunar, Rusia y China trabajan en un proyecto similar que podría incluir una base en la superficie lunar, lo que diversifica el ámbito de colaboración espacial.
La Estación Espacial Internacional es un símbolo de cooperación científica y tecnológica a nivel global, pero los desafíos actuales plantean incógnitas sobre su futuro y su seguridad. Los recientes problemas estructurales y el papel de empresas privadas como SpaceX marcan una etapa de transformación, en la que la colaboración y la innovación definirán el próximo capítulo de la exploración espacial.
Posible desorbitación por parte de SpaceX
La empresa SpaceX, del empresario Elon Musk, fue contratada por la NASA en julio para desarrollar un vehículo capaz de desorbitar la estación de manera controlada. Este contrato, valorado en 843 millones de dólares, incluye un plan de evacuación específico para los astronautas estadounidenses, garantizando su retorno seguro en caso de un evento crítico en la EEI.
La posibilidad de una desorbitación controlada de la EEI genera expectativas y controversias. Nick Pope, exfuncionario del gobierno británico, afirmó que “retirar la EEI demasiado pronto podría ampliar la brecha entre la NASA y SpaceX, pero dejarla demasiado tiempo podría llevar a un desastre”.
Para muchos, este acuerdo entre la NASA y SpaceX no solo apunta a una solución técnica, sino que también refleja la creciente influencia de empresas privadas en el sector espacial. La contratación de SpaceX para esta misión destaca la capacidad de la compañía para cubrir aspectos críticos en la exploración espacial y resalta la relevancia de una alianza que podría ser clave en misiones futuras.
La NASA ha proyectado mantener la EEI en operación hasta 2030, pero la falta de compromisos sólidos por parte de Rusia, uno de sus socios clave, complica los planes de cooperación a largo plazo.
Aunque Roscosmos colabora actualmente con la NASA para rastrear y mitigar la fuga, Rusia no se ha comprometido a extender su participación más allá de 2025. Esto ha llevado a la NASA a considerar a empresas como Axiom Space para introducir módulos comerciales y a SpaceX para el desarrollo de sistemas que ayuden a controlar su reingreso a la atmósfera terrestre.