La científica Jenny-Lee Mathias forjó su carrera inspirada en la pasión de construir un mundo más sustentable. Aún mantiene la mirada curiosa de aquella niña llena de preguntas ante los fenómenos cotidianos. “Desde pequeña me interesaba saber por qué cuando hacía un té el líquido cambiaba de color o cuando ponía sal en el agua, parecía desaparecer. Quería saber el por qué de las cosas”, recuerda en diálogo con Infobae.
Licenciada en Química Medicinal y Bioinorgánica en la Universidad de Bar-Ilán, hoy es una de las científicas del futuro del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, uno de los centros de investigación multidisciplinaria más prestigiosos del mundo.
En su primera visita a América Latina, vino para participar en Buenos Aires del encuentro “Científicos del Mañana” organizado en exclusiva por Infobae y el Instituto Weizmann. Verborrágica y apasionada, es un ejemplo inspirador de cómo la vocación que nace en la infancia puede convertirse en realidad gracias al esfuerzo y tesón.
“Mi papá es un chef pastelero muy exitoso que emigró de niño desde Ecuador y mi mamá es ama de casa y, aunque son listos e inteligentes, cuando les hacía preguntas sobre ciencia, a menudo no sabían cómo responderlas”. Fue esa necesidad de entender el mundo y buscar respuestas basadas en evidencia lo que moldeó su destino en el mundo académico.
Mentores que aún recuerda, confirmaron el camino que quería seguir: “Estoy muy agradecida a unas de mis profesoras de la escuela secundaria, porque realmente abrió mi mente. En esa época la química me parecía mágica, porque tiene ese poder de crear cosas que antes no estaban”, relata en diálogo con Infobae desde Brasil, su siguiente parada tras la visita a Argentina.
Este “toque mágico” de la ciencia la cautivó, pero fue una conferencia de un profesor del Instituto Weizmann, lo que terminó de orientar el rumbo de su carrera: “Dio una conferencia en mi ciudad, él hablaba sobre sostenibilidad y energías renovables, y dije: ‘¡Guau! Esto es maravilloso, quiero formar parte de esto’”.
A pesar del entusiasmo que le despertó, durante 6 años, Mathias continuó su carrera en el sector privado, donde amplió sus conocimientos sobre la industria, Hoy, en perspectiva, lo considera una experiencia positiva, pero en aquel momento sentía “que le faltaba algo”, ese algo eran los tiempos y los desafíos de la investigación en el laboratorio.
“Me gustaba resolver problemas, los rompecabezas, y eso lo extrañaba un poco cuando estaba en la industria”, comenta. Esto la motivó a regresar al ámbito académico y buscar combinar lo mejor de la industria y la investigación científica.
Inspirada por esa conferencia en su etapa universitaria, decidió profundizar en la química ambiental. En 2019, comenzó su doctorado bajo la supervisión del Profesor Ronny Neumann, en el departamento de Química Molecular y Ciencias de Materiales del Weizmann, enfocada en la investigación de procesos químicos más amigables con el planeta, con especial interés en el uso de agua como oxidante para reducir la producción de compuestos químicos contaminantes.
El poder del agua como oxidante
La química está presente en muchísimos aspectos de la vida cotidiana desde que nos levantamos cada día: desde el café que tomamos hasta el perfume y otros productos cosméticos que usamos antes de salir de casa. Sin embargo, muchos de los productos que nos facilitan la vida, están compuestos por productos químicos como el óxido de propileno, una molécula clave en diversas industrias.
El óxido de propileno se utiliza como materia prima para elaborar plásticos, espumas, anticongelantes y para procesos de esterilización y desinfección, entre otros usos. Pero para producirlo, generalmente se utilizan reacciones químicas que involucran procesos contaminantes. Como consecuencia, en los últimos años creció la búsqueda de alternativas más sostenibles, en esto se enfocan investigaciones científicas como la de Mathias, en promover el uso de reactivos menos peligrosos para disminuir los residuos tóxicos.
Una de las respuestas para crear procesos más respetuosos con el ambiente es utilizar agua en el proceso de oxidación.
“El mayor desafío en mi investigación fue descubrir el catalizador adecuado para lograr que el agua funcione como oxidante en reacciones industriales. Este proceso llevó cuatro años, pero finalmente encontramos la solución”, detalló a Infobae. “El agua es una molécula tan simple y segura, pero su uso en procesos industriales es todo un desafío”, agrega.
El catalizador, activado por electricidad, es como un pequeño motor, que ahorra tiempo y energía. El uso de agua como oxidante en este proceso es lo que permite que se lleve a cabo sin generar CO2 u otros subproductos contaminantes.
“Ya se sabía que el agua podía ser un oxidante, pero encontramos el catalizador correcto, y todo sucede en una solución orgánica, esto no se hizo antes, es algo único. Todo el proceso fue como un rompecabezas, fuimos reuniendo las piezas y lo ajustamos a través de los años. Y así pudimos llegar a la solución, y lograr el producto que queríamos”, dice orgullosa.
Este es el gran logro de su proyecto de doctorado en el Weizmann: llevar a cabo una reacción química de manera ecológica para reducir el impacto ambiental en los procesos industriales.
En cuanto a cuáles serán sus próximos pasos luego de completar su doctorado, la atrae el campo de la sostenibilidad y la energía y tecnologías limpias: “Quiero avanzar en la interacción entre el sector académico e industrial. Es muy importante el esfuerzo de los dos espacios en conjunto, porque uno no puede existir sin el otro. Para que el mundo sea un lugar mejor necesitamos resultados, necesitamos expertos del sector académico junto a la gente de negocios, de la industria. Combinando estos esfuerzos es como podemos avanzar.”
Por más mujeres en la ciencia
Además de su labor investigativa, Jenny-Lee Mathias preside el Foro de Mujeres en Química del Instituto Weizmann, donde promueve la participación y formación de investigadoras, generando un espacio de inclusión y oportunidades. También es miembro activo del Instituto de Sustentabilidad Ambiental de Weizmann.
— ¿Contabas que en tu infancia no sufriste el sesgo de género y fuiste criada con gran libertad, sin embargo dedicas gran parte de tu tiempo a impulsar e inspirar a otras mujeres para que progresen en la ciencia y en la industria, qué te motiva a hacerlo?
— Jenny-Lee Mathias: Tengo un solo hermano y siempre fuimos tratados de la misma manera. En mi casa nunca me dijeron: “No podés hacer esto o aquello porque sos niña”. Siempre pude hacer lo que quise, si se me ocurría construir algo, lo hacía sin problemas. De niña, no percibía diferencias entre hombres y mujeres, porque no las veía. Afortunadamente, tuve un modelo materno muy fuerte que me influyó. Sin embargo, cuando trabajé en la industria, experimenté una profunda sensación de injusticia, fue un verdadero choque para mí cuando empecé a notar las diferencias: los hombres ocupaban posiciones más altas, no siempre escuchaban a las mujeres o las trataban de manera diferente, ni sus salarios no eran iguales, incluso cuando ocupaban el mismo puesto.
El Instituto Weizmann brinda un gran apoyo a las mujeres en ciencia, y me enorgullece que esté liderando este esfuerzo. Ofrece premios y becas para mujeres que quieran hacer doctorados, impulsa programas de desarrollo de carrera, tanto para quienes buscan trabajar en la industria como para aquellas que aspiran a ser Investigadoras Principales (PI), dando orientación para asumir estos roles y acceder a diversos espacios profesionales.
— ¿Qué te motivó a involucrarte en el Foro de Mujeres en Química del Instituto Weizmann?
— Tengo un gran compromiso con el Foro en Química de Mujeres al que me uní hace 5 años y actualmente presido. Nos reunimos mensualmente con mujeres que cursan másteres, doctorados o postdoctorados. Aunque generalmente el foro es para mujeres, también se unen hombres, ya que creo que no podemos resolver los problemas solas. Es necesario que ellos comprendan lo que las mujeres experimentamos en el ámbito profesional.
En nuestros encuentros, invitamos a mujeres inspiradoras tanto del mundo académico como de la industria, quienes comparten sus experiencias y los desafíos que enfrentaron a lo largo de sus carreras. Abordamos temas específicos como cómo hacer entrevistas, redactar un currículum, gestionar el tiempo o lidiar con el síndrome del impostor, además de trabajar en habilidades blandas que no siempre están relacionadas directamente con la ciencia.
Es fundamental inspirar a las mujeres mostrándoles modelos a seguir. Es importante que vean que otras personas superaron las dificultades y que lograron sus metas, y escuchar cómo lo hicieron. Cuando empecé, no tenía un modelo a seguir, no aspiraba a ser como alguien más. Tuve que arreglármelas sola. Pero si hoy puedo facilitar el camino para otras mujeres, lo hago con mucho gusto.