Imaginar en qué consiste el recorrido profesional de un científico y cómo es su vida cotidiana puede llevar, en muchos casos, a respuestas guiadas por estereotipos o ejemplos lejanos. Conocer a Sonu Kurien es una buena manera de descubrir qué inspira a un investigador y, además, abre la puerta al futuro de la ciencia y, por qué no, al de la humanidad. Veamos por qué.
En su primera visita a América Latina, Kurien participó en Buenos Aires del encuentro “Científicos del Mañana” organizado en exclusiva por Infobae y el Instituto Weizmann de Ciencias de Israel.
Originario de Bengaluru, India, Kurien se graduó en Zoología, Química y Biotecnología en el MES College. Posteriormente, completó un máster en Células Madre y Medicina Regenerativa en la School of Regenerative Medicine (SORM), ambas instituciones ubicadas en su ciudad natal.
En 2019, se trasladó a Israel para inciar su doctorado bajo la supervisión de la doctora Meital Oren-Suissa en el Departamento de Neurociencia Molecular y Ciencias del Cerebro del Instituto Weizmann de Ciencias.
El laboratorio donde trabaja Sonu se especializa, entre otras cosas, en el estudio de las diferencias en los circuitos neuronales entre ambos sexos, para abordar el tema desde perspectivas genéticas hasta conductuales. Su investigación está enfocada en los mecanismos que subyacen a las diferencias cognitivas.
Kurien aspira a investigar, entre otros temas, los principios generales de la función cognitiva en organismos con diferentes niveles de complejidad, con el fin de generar innovaciones prácticas que contribuyan a mejorar la calidad de vida. A Sonu le interesan la música, el arte y la filosofía, y disfruta de actividades como la cocina, las caminatas y la pintura en su tiempo libre.
Infobae conversó con él para comprender y dimensionar no solo sus motivaciones sino, sobre todo, la implicancia de sus hallazgos. “Cuando pensamos en cómo los organismos se han adaptado a lo largo de los siglos, es decir, la forma en que percibimos el mundo y cómo hemos evolucionado y sobrevivido, eso tiene que ver con las decisiones que tomamos”, introdujo Kurien.
Y siguió: “El cerebro ha evolucionado para cumplir esta función especializada -tomar decisiones- de manera muy efectiva, porque no solo puede entender lo que un organismo siente por dentro, sino que también percibe lo que ocurre en el exterior, con el objetivo de llegar a las resoluciones apropiadas. En todo el árbol de la vida y en todas las especies, esto ha sido algo muy crucial y especial. Por eso decidí estudiar la neurociencia”.
“Mi estudio ha demostrado que la identidad sexual es importante para el comportamiento. Estamos empezando a entender que necesitamos considerar al sexo como un factor para comprender cómo funcionan los procesos neuronales básicos. Hay varios trabajos pioneros que se están llevando a cabo en este momento”, reveló el experto.
Estudiar el dimorfismo sexual
Sonu graficó un relato cotidiano para contextualizar sus referencias al comportamiento humano y al sexo. “Te sucede que te despiertas en medio de la noche después de una cena increíble, y tu médico, tu cónyuge o pareja te ha dicho que no comas otra galleta, pero aun así tienes antojo. Te paras frente al refrigerador y estás tratando de elegir entre una manzana o una galleta. En mi caso, siempre elijo la galleta. Y me pregunto si esto -tomar decisiones- es igual para todos: específicamente, hombres y mujeres. Esa fue la inquietud que me despertó curiosidad desde el inicio”.
“El objetivo -siguió el científico- es entender cómo se forma el comportamiento desde los genes, que son los bloques fundamentales de nuestra identidad, hasta el comportamiento. Ponemos sobre la mesa las diferencias entre los sexos, lo que se conoce como dimorfismo sexual, que es como lo categorizamos”.
Kurien profundizó: “Si observas la naturaleza, verás diferencias entre los sexos en casi todos los animales. Morfológicamente, algunos pájaros machos son más brillantes o vistosos que las hembras. Es posible ver esas diferencias externas fácilmente, pero la pregunta es: ¿nuestros mecanismos intrínsecos, como la cognición, el aprendizaje y la memoria, también son diferentes entre los sexos? Esta es una pregunta bastante difícil de plantear”.
El estudio del gusano C. Elegans
En un estudio publicado en 2024 en la revista Nature, en el cual participó Sonu junto a colegas del Instituto Weizmann de Ciencias y de la Universidad de Tel Aviv, se presentó un análisis sobre el desarrollo de rasgos y comportamientos específicos del sexo en organismos. Según se explicó en el trabajo, “estos rasgos se adquieren mediante la incorporación de propiedades únicas en el sistema nervioso de cada sexo”. No obstante, se destacó que “los eventos genéticos que introducen estas características siguen siendo en gran parte desconocidos”.
Para abordar esta cuestión, los investigadores crearon “un atlas de expresión genética integral”, que incluye datos de hermafroditas y machos de la especie Caenorhabditis elegans (C. Elegans)”.
Sobre este punto, Kurien contó: “Estoy estudiando el gusano C. elegans, ya que una de las ventajas es que podemos probar en vivo la eficacia de muchos de los fármacos que tenemos, y podemos observar las diferencias entre machos y hembras de manera más robusta. En principio, deberíamos poder utilizar esta plataforma para facilitar y realizar una evaluación de alto rendimiento que sea aplicable a los seres humanos también”.
El experto se detuvo un momento en su relato para ahondar en un concepto que, según él, es esencial para su planteo: el aprendizaje a través de la asociación.
“Si te ofreciera comida que huele increíble, el olor llegará a tu cerebro y todo estará bien. Pero imagina que te ofrezco la misma comida, pero aunque huele increíble, tiene un sabor horrible. ¿Qué pasará? No volverás a comer eso porque has formado una asociación: esa comida puede oler bien, pero sabe mal. Esto es el aprendizaje por asociación. Es la percepción: cómo ves el mundo. Esto afecta tu estado interno, que es cómo te sientes por dentro. Eso impulsa el comportamiento, que son tus elecciones y la toma de decisiones. Mi inquietud es si la identidad sexual de un organismo influye en esto”, repasó Sonu.
Al tiempo que remarcó: “Los C. elegans están en el punto ideal para conocer y rastrear todos sus comportamientos de manera muy cuantitativa. Además, todo su sistema nervioso está mapeado para ambos sexos. Es cierto que hay algunas neuronas específicas de los machos y otras específicas de hermafroditas. Sin embargo, una gran parte del sistema nervioso es compartido, lo que significa que cualquier información que ambos sexos encuentren debe ser experimentada y procesada a través del mismo conjunto de neuronas. Esto es importante porque ahora tenemos un paradigma en el que podemos preguntar si la cognición difiere entre los sexos”.
Una ventaja adicional: los C. elegans no tienen hormonas, “por lo que cualquier diferencia que veamos es puramente biológica, lo que significa que está determinada únicamente por el sexo genético y no por otras influencias. Esto proporciona una buena base para futuras investigaciones”, postuló el científico.
Y desarrolló: “Los gusanos también tienen comida buena y mala, principalmente bacterias. Una de las bacterias que encuentran es una especie de Pseudomonas, que huele increíble para ellos; les encanta. Si los pones en una placa con esta bacteria, correrán hacia ella porque les fascina. Pero si les das tiempo para experimentar con esta bacteria, comenzará a infectarlos por dentro, y luego empezarán a tomar decisiones: quedarse o elegir una bacteria buena, una que no los infecte. Estoy usando este modelo para preguntar si los machos y las hembras eligen lo mismo”.
“Los hermafroditas son capaces de cambiar de la bacteria mala a la bacteria buena; los machos no son capaces de tomar la decisión correcta. Podrías pensar que esto se debe a que tal vez no están percibiendo el mundo de la misma manera. Ambos saben que esta bacteria es mala para ellos, pero solo un sexo puede cambiar la toma de decisiones”, enfatizó Kurien.
“Lo que me importa como científico es que entender estas diferencias puede llevarnos a ser más compasivos entre nosotros. Al reconocer las diferencias biológicas, podemos abordar mejor las políticas, la enseñanza y la medicina personalizada, lo que es crucial para mejorar nuestra sociedad”, sostuvo.
El presente y el futuro
— ¿Cómo consideras el futuro de tu investigación en neurociencias?
—Sonu Kurien: Estamos comenzando a incorporar muchas de las nuevas tecnologías relacionadas con la conectividad cerebral, en el sentido de las redes neuronales, por ejemplo. Además, la tecnología para el registro cerebral está mejorando. En el futuro cercano, el campo va a atravesar un cambio de ritmo notable, porque veremos nuevos hallazgos y construiremos nuevos paradigmas. Estamos en un momento de ascenso actualmente.
La investigación en general requiere mucha resistencia, persistencia y también, en mi caso, entender que cuando los experimentos no funcionan bien o no arrojan buenos resultados, no quiere decir que todo está perdido, sino que algo no está funcionando como debería. Ser investigador significa desarrollar esa intuición.
—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentaste en tu estudio sobre los procesos neuronales?
—Uno de los desafíos que enfrenté en mi investigación, especialmente en el estudio del comportamiento, fue entender cómo siente el organismo y qué lo ayuda a tomar decisiones. Se trata de utilizar la experiencia previa para construir una especie de intuición que nos permita prever cómo funcionarán estos experimentos, y esto lleva tiempo.
—Con respecto a tu interés por el arte, la música y la filosofía, ¿cómo crees que estas disciplinas han influido en tu enfoque de la ciencia?
—Los artistas siempre han tenido esa habilidad única de observar el mundo e interpretarlo a través de medidas subjetivas. Los músicos tienen la capacidad de mirar el mismo mundo, sentirlo y expresar esas emociones a través de la música o las letras. Los filósofos, por su parte, pueden observar el mundo, cuestionarlo profundamente y llegar a conclusiones que a veces son extrañas, pero otras veces grandiosas.
Como científico —y creo que todo científico debería tener cierto interés en estas disciplinas—, estar interesado e involucrado en el arte, la música y la filosofía me ayuda a ver la ciencia de manera diferente. Como filósofo, cuestiono los fundamentos de forma más profunda. Como artista, soy capaz de expresar lo que observo de una manera que las personas pueden admirar. Como músico, mi toque personal está presente en la ciencia que hago. Creo que todo esto unifica a la persona. Estoy muy contento de estar involucrado en todas estas áreas y que hayan influido en mí.
—¿Qué le dirías a un joven científico que quiere empezar una trayectoria de investigación?
—Personalmente, he tenido que trabajar mucho para llegar a donde estoy, y el camino no es fácil. Pero lo más importante es tener pasión por lo que quieres hacer. Si tienes la pasión de ser investigador, será difícil, pero lo lograrás. Para los jóvenes investigadores, lo único que puedo decir es que desarrollen esa pasión, que adquieran habilidades y sigan trabajando duro, porque nada puede reemplazar el esfuerzo. Puedes ser muy inteligente, pero si no haces el trabajo.
* Fotos: Adrián Escándar. Video: Matías Arbotto, Gastón Taylor, Alejandro Beltrame